Hacia el genoma de los derechos humanos.
Ahora que los cient¨ªficos han casi completado el mapa constitutivo del ser humano en cuanto ser vivo, nos toca a los ciudadanos hacer lo propio con el ser humano como actor de derechos y obligaciones fundamentales. Objetivo en el que muchos militantes llevan ya a?os comprometidos y en el que les acompa?an algunos grandes protagonistas colectivos: Amnist¨ªa Internacional, Human Rights Watch, las ligas de derechos humanos, entre otros. Son adelantados de una causa que con sus acciones se oponen a los desmanes que nuestros semejantes son objeto a manos de otros semejantes, a veces individuos o grupos, con frecuencia Estados. Los medios de esas acciones, siempre pac¨ªficos, son s¨®lo el escrito y la palabra, y sus argumentos hacen de la raz¨®n su eje. En esa l¨ªnea, Amnist¨ªa Internacional publica cada a?o un informe en el que ofrece una panor¨¢mica, Estado por Estado, de la situaci¨®n de los derechos humanos en el mundo. El censo de fechor¨ªas que resulta no se complace en sus carencias sino que apela, mediante propuestas concretas, a su superaci¨®n. El informe 2000 que acaba de aparecer tiene como n¨²cleos m¨¢s sustantivos las discriminaciones y malos tratos infligidos a las mujeres, los ni?os y las minor¨ªas sexuales como grupos v¨ªctima, la tortura como pr¨¢ctica siempre privilegiada, y la violencia de las bandas armadas y de las instituciones represivas, como signo m¨¢s caracter¨ªstico. La campa?a de Amnist¨ªa en EEUU, en 1998-1999, bajo el lema "Derechos iguales para todos" ha confirmado la hiperrepresentaci¨®n de las minor¨ªas negra y latina entre la poblaci¨®n carcelaria, el extraordinario porcentaje de mujeres encarceladas -m¨¢s de 140.000-, los continuos abusos sexuales de que son objeto por parte de sus guardianes, el elevad¨ªsimo n¨²mero de violencias policiales -m¨¢s de 10.000 denuncias en un a?o-, y las importantes deficiencias procesales en muchas condenas a la pena capital. De las 3.857 personas condenadas a muerte durante el a?o pasado en 63 pa¨ªses y de los 1.813 ejecutados, casi 1.600 lo han sido, seg¨²n el informe, en s¨®lo cinco pa¨ªses: EEUU, China, Arabia Saud¨ª, Ir¨¢n y la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo. Triste privilegio y triste compa?¨ªa para el pa¨ªs l¨ªder de las democracias.Pierre San¨¦, secretario general de Amnist¨ªa, centra su contribuci¨®n al informe en la relaci¨®n entre la guerra y los derechos humanos. Seg¨²n ¨¦l, las continuas invocaciones a la paz de los pol¨ªticos suenan a escarnio cuando las enfrentamos al cada d¨ªa m¨¢s floreciente comercio de armamento. Las diez guerras internacionales y las 25 civiles que asolan hoy el planeta tienen lugar en regiones en las que, en el ¨²ltimo a?o, se ha duplicado la compraventa de armas. Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad -EEUU, Rusia, China, Francia y el Reino Unido- que orientan y, en definitiva, controlan sus decisiones, son, en buena medida, los garantes de la paz mundial. Pero esos gestores de nuestra seguridad colectiva son, al mismo tiempo, los cinco mayores exportadores de armas del mundo. Ese juego macabro de bomberos-pir¨®manos se complica por el hecho de que en las guerras justas -cuya raz¨®n ahora casi ¨²nica, es la defensa de los derechos humanos- los Estados dispuestos a intervenir son casi siempre quienes tienen intereses estrat¨¦gicos en la zona. Pero, sobre todo, las intervenciones se hacen tarde y mal. Tarde, porque se permite que las violaciones de derechos humanos alcancen cotas elevad¨ªsimas y produzcan efectos pr¨¢cticamente irreversibles; mal, porque los Estados cuando intervienen no est¨¢n dispuestos a llegar al final, ni a utilizar los recursos, militares pero tambi¨¦n civiles, que requiere el logro de sus prop¨®sitos. Las dram¨¢ticas experiencias de Kosovo y de Timor Oriental en 1999 son una ejemplar demostraci¨®n de esta lamentable voluntad perpleja. Como dice San¨¦, tener que elegir entre la depuraci¨®n ¨¦tnica y el diluvio de bombas es un dilema perverso, una elecci¨®n macabra. En Santiago de Compostela, durante tres d¨ªas a partir de hoy, un centenar de expertos y de militantes intentaremos hacer avanzar ese otro genoma que tanto necesitamos.
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