Eli¨¢n vuela
Aunque con siete meses de retraso, el sentido com¨²n ha prevalecido finalmente y el ni?o balsero Eli¨¢n Gonz¨¢lez tiene expedito el camino y regresa con su padre a Cuba. El desenlace de la saga cuya explosiva mezcla de ingredientes ha servido para cautivar durante meses a la opini¨®n p¨²blica de medio mundo ha venido de la mano del Tribunal Supremo estadounidense, que decidi¨® ayer no impedir la partida de Eli¨¢n, pese a los recursos en cascada de sus parientes de Miami para tratar de evitarlo.El caso del peque?o n¨¢ufrago que sobrevivi¨® a su madre en las aguas de Florida cuando buscaba una vida mejor nunca se habr¨ªa convertido en tan prolongado desprop¨®sito sin un c¨²mulo de circunstancias a favor. La m¨¢s importante, el car¨¢cter surrealista de las relaciones entre EE UU y Cuba despu¨¦s de cuarenta a?os de guerra fr¨ªa. Desde el mismo momento en que fue rescatado, Eli¨¢n Gonz¨¢lez se convirti¨® en icono. El exilio, apoyado por sectores ultramontanos del Congreso estadounidense, hizo del balserito un interesado s¨ªmbolo del sufrimiento bajo la dictadura de Castro. A su vez, el presidente cubano ha tenido el caso ideal para galvanizar a la opini¨®n p¨²blica de su pa¨ªs, tan necesitada de una causa que haga m¨¢s llevadera su postraci¨®n. El aparato de propaganda convirti¨® a Eli¨¢n, en cuyo nombre cientos de miles de personas se echaban regularmente a la calle, en el tema por excelencia del acontecer de la isla.
En esta p¨¦rdida colectiva de papeles en Washington y La Habana, la timorata decisi¨®n inicial estadounidense de que el ni?o fuera devuelto a Cuba fue desafiada por el exilio. No s¨®lo recurriendo a cualquier resquicio legal, sino a la manipulaci¨®n bochornosa del na¨²frago. Del melodrama a la farsa, Eli¨¢n se convirti¨® en el santo patr¨®n del sector m¨¢s reaccionario de los cubanos de Miami. Su t¨ªo-abuelo L¨¢zaro y su singular prima Marisleysis le pasearon ante las c¨¢maras, le expusieron a conferencias de prensa y convirtieron su casa en una suerte de capilla laica ante la que se desfilaba con velas o se rezaba. Cuando estuvo claro que sus familiares de Peque?a Habana nunca le entregar¨ªan por las buenas, el Gobierno estadounidense orden¨® en abril una operaci¨®n de corte militar para rescatar a Eli¨¢n y reunirlo con su padre, llegado de Cuba.
Reparar las aver¨ªas emocionales sufridas por un ni?o de seis a?os ser¨¢ dif¨ªcil. Pero el largo pulso entre EE UU y Cuba sobre la cabeza de Eli¨¢n, que nunca deber¨ªan haberse permitido dos Estados responsables, quiz¨¢ sirva para algo si contribuye a cambiar la naturaleza del trato entre el ¨²nico superpoder y la vecina isla, que se le resiste. Bienvenida, en este sentido, la decisi¨®n del Congreso de suavizar simb¨®licamente el embargo econ¨®mico contra Cuba. Las relaciones Washington-La Habana han estado decisivamente mediatizadas por el muy poderoso exilio en Miami (unas 800.000 personas), progresivamente radicalizado desde la muerte hace tres a?os de Mas Canosa. El desenlace del caso Eli¨¢n, en lo que tiene de derrota para los fundamentalistas, quiz¨¢ podr¨ªa sentar las bases para un cambio civilizado en la forma en que se miran los dos vecinos del estrecho de Florida.
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