Golpe bajo a las librer¨ªas
Lo que Franco no consigui¨® lo va a conseguir el PP: cargarse las peque?as librer¨ªas, que ten¨ªan en el libro de texto una poderosa fuente de ingresos. El PP declara libres los porcentajes de descuento y deja a las grandes superficies el control del sector, porque pueden rebajar el precio de los libros todo lo que quieran, hasta la estricta gratuidad, que ya cargar¨¢n la mano en el resto del lote escolar: el uniforme, la mochila, los zapatos, el material de escritorio, etc¨¦tera. Con el hundimiento de las peque?as librer¨ªas se hundir¨¢ tambi¨¦n el libro peque?o, de tiraje discreto, cuyo canal era, sobre todo, ese tipo de librer¨ªas, y esto significar¨¢ un golpe grav¨ªsimo para una parte sustancial de la creaci¨®n y el pensamiento que va a tener que refugiarse en las catacumbas de Internet. Ya no se trata s¨®lo de la desaparici¨®n de un espacio fraterno, cultural, donde el cliente hojeaba parsimoniosa, amorosamente las novedades. Tampoco se trata ahora de que las librer¨ªas m¨¢s anticuadas deban reordenar sus espacios y hacerlos m¨¢s gratos para el cliente. De lo que se trata es de la desaparici¨®n de las librer¨ªas. Porque, no nos enga?emos, con el descuento de los libros de texto ir¨¢ tambi¨¦n el de los libros de lectura, de trabajo para el verano, etc¨¦tera.
El Gobierno del PP pretende hacer algo que ya se ha hecho en otros pa¨ªses, donde ha sido un fracaso, culturalmente hablando. Con medidas as¨ª se halaga, desde luego, la demagogia de los padres, o de algunos padres, y de quienes siempre nadan a gusto en las aguas revueltas, pero se le da un golpe bajo a un sector clave de la comercializaci¨®n editorial. Golpe bajo y, adem¨¢s, innecesario porque, si se pretend¨ªa hacer una pol¨ªtica genuinamente progresista, exist¨ªan otras alternativas, como la de que el Estado compre el material escolar y se lo entregue a cada alumno al comienzo de curso. As¨ª se hace, por ejemplo, en el Reino Unido, y todav¨ªa no se han hundido los presupuestos, y ni siquiera la tan admirada Thatcher (tan admirada por el PP) fue contra eso.
Una tras otra se van produciendo las medidas m¨¢s clasistas sin que la vitola progresista del nuevo equipo de Educaci¨®n y Cultura se sienta afectada; habr¨¢ que aguardar a ver qu¨¦ es lo que de veras le afecta. El anterior equipo ministerial se despidi¨® con una Ley de Selectividad demag¨®gica y socialmente regresiva, porque es un secreto a voces que no necesita de aportes documentales inmediatos, que algunos centros privados tienden a mejorar la nota de su cliente, planteamiento que no se da en los institutos (no hay que decir que p¨²blicos porque son los ¨²nicos que se llaman as¨ª). Lo que la Inspecci¨®n del Estado pueda hacer en estos casos, conociendo los efectivos de que consta y su precaria realidad administrativa, es bien escaso, aunque se pueda decir lo contrario para acallar las protestas. Ojal¨¢ nos equivoc¨¢ramos, pero la nueva ley de selectividad ha sido uno de los mejores regalos que ha recibido la ense?anza privada, que est¨¢, adem¨¢s, manejando la LOGSE en el sentido que m¨¢s le interesa, esto es, como fuente de financiaci¨®n; no, desde luego, en lo que esta ley tiene de integradora, antiexcluyente y antidiscriminatoria. El PSOE, de modo sorprendente, atac¨® a la ense?anza p¨²blica por omisi¨®n y por demagogia; el PP, mucho m¨¢s congruentemente, va a ir min¨¢ndola poco a poco hasta que se convierta en una ense?anza para pobres o para ni?os de pueblo sin otras posibilidades.
Se dice que la educaci¨®n es un tema de Estado y debe estar por encima por las querellas partidistas. Pues tal como est¨¢n las cosas, de tema de Estado nada. La guerra escolar sigue existiendo; eso s¨ª, s¨®lo disparan unos, los otros aguantan como pueden, que cada vez aguantan peor.
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