Reformar las reformas en Am¨¦rica Latina.
No hay modelos econ¨®micos puros. Pero s¨ª hay rasgos predominantes que le dan un sello a una forma de hacer econom¨ªa. Am¨¦rica Latina escogi¨®, en los a?os recientes, una forma de econom¨ªa de mercado basada en la aplicaci¨®n del llamado "Consenso de Washington". La moda predominante ha involucrado, en medio de diversas virtudes y aciertos, la repetici¨®n de costosos errores. En particular, en el manejo macroecon¨®mico; en el dise?o de las reformas financieras, y en la insuficiencia de los esfuerzos para completar mercados. Un mercado "incompleto" no funciona bien porque tiene segmentos o instituciones inexistentes o subdesarrollados.El resultado es una fuerte inestabilidad del empleo y la producci¨®n, una mayor diferenciaci¨®n entre ricos y pobres, y un crecimiento promedio modesto: s¨®lo 3% en este decenio y con una profunda desigualdad. Existe una necesidad urgente de reformar las reformas para mejorar el desempe?o econ¨®mico y social.
El modelo neoliberal abord¨® correctamente diversos problemas reales, de gran significaci¨®n, que se desarrollaron en los ¨²ltimos decenios. Esas fallas hab¨ªan generado desequilibrios costosos, tales como la formaci¨®n de enormes d¨¦ficit fiscales, hiperinflaciones, deterioro de las empresas p¨²blicas, tasas de inter¨¦s reales muy negativas, perfil arbitrario de la protecci¨®n comercial y demasiadas decisiones microecon¨®micas centralizadas por las autoridades nacionales.
Sin embargo, modificaciones muy aconsejables pueden ser hechas de un modo ineficiente e inequitativo. Ello es lo que ha ocurrido frecuentemente con algunas reformas neoliberales cargadas de ideologismo, que reflejan una mala comprensi¨®n de c¨®mo funcionan los mercados.
El enfoque de moda supone que los desequilibrios estructurales no existen, salvo aqu¨¦llos generados por la intervenci¨®n estatal. Estos supuestos llevan a subestimar los efectos negativos sobre la formaci¨®n de capital, la tasa de utilizaci¨®n del PIB potencial, y la distribuci¨®n de oportunidades entre la poblaci¨®n; todos ¨¦stos son efectos negativos, que los procesos de ajuste neoliberal tienden a generar ante los shocks externos y la inestabilidad que ellos conllevan.
Este enfoque ignora las posiciones intermedias entre los extremos de la liberalizaci¨®n indiscriminada y el intervencionismo arbitrario. Un ejemplo muy actual es el planteamiento de que las ¨²nicas opciones de pol¨ªtica cambiaria son una tasa fija permanente o una tasa totalmente libre; la verdad que ninguno de los dos extremos es recomendable. Adem¨¢s, el enfoque neoliberal peca de un excesivo cortoplacismo. Ello ha sido reforzado por el hecho que el dise?o de pol¨ªticas macroecon¨®micas est¨¢ excesivamente influido por especialistas bien entrenados en microfinanzas y no en macroeconom¨ªa; las repetidas crisis acent¨²an esa grave dependencia. Urge concentrar los esfuerzos en avanzar, con mayor eficiencia, por la senda de reformas impregnadas de un pragmatismo adecuado para un desarrollo con equidad y para el fortalecimiento de la democracia, en vez de que las pol¨ªticas nacionales queden cautivas de la opini¨®n de inversionistas de corto plazo o vol¨¢tiles, que representan menos del 5% de todo lo que invierte cada a?o Am¨¦rica Latina.
Con frecuencia, las cr¨ªticas al neoliberalismo tienden a caracterizarse por la falta de propuestas concretas. Hemos desarrollado un an¨¢lisis sistem¨¢ticamente orientado hacia el dise?o y aplicaci¨®n pragm¨¢tica de pol¨ªticas econ¨®micas, tomando en consideraci¨®n el funcionamiento real de los mercados y la diversidad en la capacidad de respuesta de los diferentes agentes econ¨®micos. Existen diversas dimensiones de heterogeneidad estructural que influyen de manera fundamental en los efectos de las pol¨ªticas. Entre otras, la heterogeneidad en el grado de apertura y estabilidad de los variados mercados externos; heterogeneidad entre las etapas expansiva y contractiva del ciclo econ¨®mico; heterogeneidad de las respuestas a los incentivos que muestran diversas regiones y segmentos del mercado (empresas grandes y peque?as, rurales y urbanas, incipientes y maduras, consumidores y productores, inversionistas productivos y especulativos), y heterogeneidad de los efectos de la trayectoria del ajuste sobre las diferentes combinaciones de objetivos; ello implica que no hay un equilibrio ¨²nico, sino equilibrios m¨²ltiples. En suma, entonces, hay espacio para escoger e influir en la morfolog¨ªa de los mercados.
De all¨ª surge la recomendaci¨®n de contribuir a mejorar el funcionamiento de los mercados, fortaleciendo la importancia de los horizontes de m¨¢s largo plazo y los factores "productivistas". Un espacio fundamental le cabe a la regulaci¨®n de los movimientos de capitales y a la aplicaci¨®n de una pol¨ªtica de desarrollo productivo que incluya el perfeccionamiento sistem¨¢tico de los mercados de factores (trabajadores, empresarios peque?os y medianos, capital de largo plazo, etc¨¦tera) y estimule la asignaci¨®n de los recursos hacia la inversi¨®n en capital f¨ªsico y humano, para as¨ª mejorar deliberadamente la "distribuci¨®n" de la productividad y las oportunidades en la sociedad, y promover la adquisici¨®n de ventajas competitivas.
Pol¨ªticas mesoecon¨®micas, tales como la capacitaci¨®n de la mano de obra, los incentivos a la creaci¨®n y difusi¨®n del conocimiento t¨¦cnico, y el espacio para las peque?as y medianas empresas son esenciales para extender gradualmente la productividad a sectores cada vez m¨¢s amplios de la sociedad.
Nuestro enfoque exige la presencia de un sector privado progresivamente din¨¢mico y moderno, junto con una inserci¨®n activa en los mercados mundiales y tambi¨¦n un Estado eficiente, exigi¨¦ndole cada d¨ªa mayor productividad.
Las reformas no deben convertirse en un fin en s¨ª mismas, sino en un medio para el progreso. Deber¨ªan identificarse expl¨ªcitamente los resultados que se persiguen, y luego exigirse una rendici¨®n de cuentas. Por ejemplo, si se aplica una reforma financiera en el mercado de capitales, a fin de aumentar el ahorro y elevar el volumen y la calidad de la inversi¨®n, los responsables no deber¨ªan contentarse si aumenta el ahorro financiero mientras el ahorro nacional disminuye (como sucedi¨® en Chile entre la reforma financiera de 1975 y la crisis en 1982), y si la inversi¨®n productiva debe enfrentar el desmantelamiento de segmentos de largo plazo del mercado de capitales y tasas de inter¨¦s reales notablemente elevadas e inestables. Asimismo, la liberalizaci¨®n de la cuenta de capitales, con el ingreso de considerables flujos externos, ha tra¨ªdo aparejados muchos casos de ca¨ªda del ahorro interno, atrasos cambiarios y d¨¦ficit externos crecientes, y ha devenido en crisis cambiarias y bancarias seguidas por rescates de cargo gubernamental con altos costos.
Es sorprendente que los errores cometidos en las reformas financieras de Argentina y Chile en los a?os setenta se hayan repetido en muchos otros pa¨ªses de la regi¨®n desde mediados de los ochenta, y en pa¨ªses de Asia durante este decenio. La evoluci¨®n de las reformas y sus efectos revelan graves sesgos y carencias, haciendo necesaria una nueva agenda -de reformas a las reformas- y la b¨²squeda sistem¨¢tica de pol¨ªticas m¨¢s eficaces.
Ricardo Ffrench-Davis es asesor de CEPAL y profesor de la Universidad de Chile; ex director del Banco Central de Chile, es autor de Macroeconom¨ªa, comercio, finanzas: para reformar las reformas en Am¨¦rica Latina, recientemente publicado por McGraw-Hill.
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