"Un buen editor tiene que ser un experto en finanzas"
?l es a la edici¨®n lo que Harold Bloom a la cr¨ªtica literaria: una especie de guru universal. Los 35 a?os que lleva dirigiendo editoriales grandes, 20 de ellos al frente de Penguin Books, el gigante anglosaj¨®n, le han dado a Peter Mayer (Nueva York, 1936) una visi¨®n global del oficio que hace que su palabra sea ley. A su olfato comercial le deben el ¨¦xito autores superventas como Stephen King y Salman Rushdie. As¨ª se comprende que la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona se haya gastado casi medio mill¨®n de pesetas para que clausurara el 4? curso de posgrado en Edici¨®n. "Si los editores no se inscriben en cursos de finanzas y de mercadotecnia, mal lo tienen", arranca Mayer, que conoce como nadie los imperativos del mercado. "De hecho, parte de la culpa de las actuales concentraciones empresariales la tienen muchos peque?os editores que se metieron en el negocio sin conocerlo bien, hasta que la mala gestion les ha obligado a vender la empresa a las grandes compa?ias. Y es una l¨¢stima porque en las peque?as se disfruta m¨¢s, pues son m¨¢s creativas".
Mayer es desde hace tres a?os propietario de Overlook Press, una firma tan modesta que se permite el lujo de estampar libros de artista a riesgo de aumentar las p¨¦rdidas cuantos m¨¢s ejemplares vende. "Abandon¨¦ Penguin porque a medida que una editorial crece se vuelve m¨¢s aburrida. A m¨ª me ficharon en 1978 para que cambiara de arriba abajo lo que ya era toda una instituci¨®n en Inglaterrra, porque todo el mundo ve¨ªa los fallos pero nadie se atrev¨ªa a decirlos. Por eso buscaron en Am¨¦rica, un pa¨ªs al que culturalmente desprecian, para poder decir si las cosas sal¨ªan mal: 'Ha sido el americano".
Aterrizado en Barcelona en pleno revuelo por la dimisi¨®n de la junta directiva del gremio de editores a causa de la pol¨¦mica por los descuentos en los libros, Mayer no se arriesga a alinearse porque no conoce bien la realidad espa?ola, aunque aconseja no hacerse ilusiones: "La cultura nunca ha sido cosa de los gobiernos". "De todos modos", prosigue, "no hay que alarmarse con lo del cierre de las librer¨ªas. En Estados Unidos, por ejemplo, en 10 a?os se han quintuplicado. Es m¨¢s, las que est¨¢n cerrando son las de las grandes superficies, porque se dedicaban sobre todo al libro de bolsillo y ¨¦se es un sector en claro retroceso". ?Y en cuanto a los ¨ªndices de lectura? "Bueno, es innegable que en las sociedades occidentales se lee mucho m¨¢s ahora que hace 50 o 100 a?os. Es curioso porque ¨¦sa es una preocupaci¨®n muy de aqu¨ª. Cuando yo viv¨ª en Espa?a, en los a?os sesenta, me di cuenta de que la lectura a menudo es asociada a lo obligatorio. Muestra de ello es que en todo el mundo latino hay poca tradici¨®n de literatura infantil, que es la cantera de los lectores".
La que no se le escapa es la realidad de las nuevas tecnolog¨ªas, ya que una de sus principales batallas como editor ha sido la de los derechos de autor, cosa que la distribuci¨®n electr¨®nica pone en cuesti¨®n: "Lo importante es hacer entender al consumidor que no se pueden pretender determinados productos de manera gratuita, porque autores y editores tambi¨¦n tienen que comer. El libro electr¨®nico est¨¢ replanteando la cuesti¨®n del copyright, pero lo primero que debe establecer la empresa es de qu¨¦ material es propietaria. Hoy es muy barato imprimir un libro en siete minutos, lo que ya no es tan f¨¢cil es hacer negocio con eso". Y menos con los agentes literarios de por medio, que encarecen los costes. "Los agentes literarios son necesarios porque actualemente lo que quieren los autores es que les paguen lo m¨¢ximo posible, aunque no les gusta reconocerlo p¨²blicamente. Como Garc¨ªa M¨¢rquez, que ni siquiera se presenta a recoger el Premio Nobel si no va acompa?ado de un regalo de 20.000 d¨®lares".
Babelia
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