Los 'Picassos' trogloditas
A Pedro Cantalejo, uno de los cuatro cient¨ªficos que miman y estudian desde 1985 la Cueva de Do?a Trinidad, en Ardales (M¨¢laga), le da "coraje" que en el libro de texto de Conocimiento del Medio de su hijo peque?o, cuando se habla de la Prehistoria en Andaluc¨ªa, se ilustre el texto con una foto del archiconocido bisonte de Altamira. Entre otras cosas, porque el bisonte es posterior a muchas de las pinturas y grabados que exhibe la cueva que se ha convertido en la pasi¨®n de su vida y de la de sus compa?eros Mar¨ªa del Mar Espejo, Jos¨¦ Ramos y Juan Jos¨¦ Dur¨¢n.Espejo dice que el estudio de una sola pared de la cueva le ha llevado 11 a?os. No es extra?o. La parte visitable de la cueva, lo que se conoce como "Santuario Principal", de m¨¢s de 1,6 kil¨®metros de recorrido y 28 de profundidad, atesora 60 figuras pintadas o grabadas de animales y m¨¢s de un centenar de s¨ªmbolos, todos ellos pertenecientes al Paleol¨ªtico Superior (a?os 21.000 a 18.000 antes de Cristo).
Existen tambi¨¦n unas galer¨ªas no accesibles para el excursionista donde se conservan intactos elementos muy reveladores de la vida cotidiana de los cazadores trogloditas prehist¨®ricos: caba?as, enterramientos, almacenes de herramientas y ¨²tiles de trabajo fechados entre el quinto y el tercer milenio antes de Cristo. Y hay a¨²n zonas sin excavar. A Cantalejo se le hace la boca agua mientras desciende por la escalinata de entrada a la cueva. En los sedimentos que hay a lado y lado se pueden ver cr¨¢neos y huesos de ardale?os del paleol¨ªtico.
La escalera, c¨®moda para el visitante pero terrible para los cient¨ªficos, data del XIX, cuando la empresaria malague?a Trinidad Grund convirti¨® la cueva que hoy lleva su nombre en la primera cavidad tur¨ªstica de Espa?a.
En 1821, un terremoto dej¨® al descubierto la entrada de la cueva. Do?a Trinidad Grund era por esa ¨¦poca propietaria del famoso balneario de Carratraca, pueblo que dista un kil¨®metro de Ardales, y decidi¨® adquirir la cueva para ofrecer a sus distinguidos hu¨¦spedes una actividad complementaria para sus ba?os. Al construir la escalera se destrozaron dos esqueletos humanos del Paleol¨ªtico Superior en perfecto estado de conservaci¨®n.
La explotaci¨®n tur¨ªstica termin¨® a finales del XIX, a la muerte de Do?a Trinidad. En los a?os veinte, el insigne arque¨®logo Breuil le dedic¨® sus investigaciones. En 1931, la cueva fue nombrada Monumento Nacional y, bajo la tutela del Estado, qued¨® completamente olvidada. S¨®lo se acordaron de ella, durante la Guerra Civil, unos cuantos vecinos de Ardales, que se refugiaron all¨ª de las bombas.
En 1985, con la ayuda del Ayuntamiento y de la Junta, el equipo de Cantalejo se instal¨® en la cueva y retom¨® su estudio. Con el tiempo, la cavidad ha ido escupiendo innumerables fragmentos de huesos, herramientas de piedra y arcilla y otros tesoros arqueol¨®gicos, muchos de los cuales se muestran en el Museo Municipal antes de comenzar la visita, que lleva m¨¢s de tres horas.
Pero el verdadero tesoro son las figuras de animales y los s¨ªmbolos grabados o pintados en las paredes de la cueva: ciervas, caballos, cabras, serpientes, b¨²falos, flamencos, peces, incluso focas. ?Focas?. "S¨ª, las focas eran el cerdo para los hombres de la prehistoria. De ellas se aprovechaba todo", aclara Cantalejo. Y s¨ªmbolos, como la silueta de una mano, de gran valor cient¨ªfico.
Estas im¨¢genes han permitido a los cient¨ªficos establecer una teor¨ªa bastante fundamentada sobre la existencia en esa amplia etapa de varias comunidades de cazadores que iban fijando su residencia en distintas cuevas de la provincia seg¨²n la temporada y que ten¨ªan una s¨®lida organizaci¨®n jer¨¢rquica y una gran vida social. Las cuevas de Ardales, La Pileta (Benaoj¨¢n), o La Ara?a (M¨¢laga) ser¨ªan los distintos refugios utilizados. Hoy, la Cueva de Ardales goza de una fuerte protecci¨®n y se abre s¨®lo durante el verano. Es una joya de nuestro pasado y sus custodios no est¨¢n dispuestos a que se pierda.
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