Confesiones
La capacidad de la ministra de Sanidad, Celia Villalobos, para reinventarse a s¨ª misma no tiene l¨ªmites. La revista El Semanal publicaba el pasado s¨¢bado una entrevista, Confesiones de una ministra, en la que Villalobos proclamaba su condici¨®n de mujer-sencilla-hecha-a-s¨ª-misma y firme defensora de los tacos. Hasta ah¨ª, bien. Nada que no se sepa.Dec¨ªa Villalobos que su car¨¢cter algo salvaje y su llaneza natural se la deb¨ªa a su formaci¨®n autodidacta. En otro tiempo, su partido intent¨® disfrazar esta cualidad de la entonces eurodiputada haciendo figurar en la Agenda del Parlamento Europeo una licenciatura en Econ¨®micas. Pero ahora, en la cima de su carrera, Villalobos se desnuda. En la entrevista hablaba de su infancia. "Viv¨ªamos del campo, mirando todo el d¨ªa al cielo", dice. Y a?ade: "Yo no fui a la escuela de peque?a, porque por aquella ¨¦poca la gente no iba a la escuela", Hombre, algunas de sus hermanas s¨ª que fueron. Tampoco era el siglo XV.
Finalmente, la entrevistadora consigue llevarla a la pregunta: ?Qu¨¦ pasar¨¢ con la Sanidad? Villalobos considera que no es necesario ser especialista en la materia para ser ministra: a cualquiera con dos dedos de frente se le pueden ocurrir ideas para la Sanidad. Ella ya ha soltado unas pocas, con distinta acogida de cr¨ªtica y p¨²blico, pero la entrevistadora se centra en la ¨²ltima; la de dar pagas extra a los m¨¦dicos por recetar menos.
Villalobos dice que su idea se ha entendido mal, y la explica: "Se trata de concienciar a los ciudadanos de que no todo se resuelve con medicamentos. Se trata de que un m¨¦dico le diga al paciente que viene con la pierna hinchada que ande, que no le hace falta que tome medicinas", dice. ?No les convence? Pues ya soltar¨¢ otras. Parece que lo de la Sanidad en los pr¨®ximos cuatro a?os va a ser como el chiste del porquero: Un porquero recibe la visita de un inspector de consumo que le pregunta qu¨¦ le echa de comer a los cerdos. ?l dice que basura y el inspector le pone una multa. Al d¨ªa siguiente lo visita un cura y le hace la misma pregunta. El porquero, escamado, le responde: pues mire, por la ma?ana, un colacao y un bollo, a mediod¨ªa, macarrones, y de noche... el cura se escandaliza y le dice que arder¨¢ en el fuego eterno por tratar a las bestias a cuerpo de rey. Al tercer d¨ªa, lo visita un vecino y le pregunta lo mismo. Temeroso, ¨¦l contesta: "Mira, yo les doy 20 duros y que se compren lo que quieran".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.