La provocadora Bienal de Ly¨®n anima a revisar el concepto occidental del arte
'Compartir exotismos' reivindica los cruces de culturas como azote de los colonialismos
Hasta el pr¨®ximo 27 de septiembre, la Bienal de Ly¨®n propone una extraordinaria y provocativa selecci¨®n de obras de arte contempor¨¢neas procedentes de los cinco continentes y agrupadas bajo el t¨ªtulo Partager d'exotismes (Compartir exotismos). "La mundializaci¨®n nos obliga a adaptarnos a una visi¨®n m¨¢s espacial que temporal y a plantearnos las artes pl¨¢sticas en su dimensi¨®n sincr¨®nica y geogr¨¢fica", dice Jean-Hubert Martin, comisario de la exposici¨®n y director del Museum Kunst Palast de D¨¹sseldorf. Para Martin es inaceptable que a¨²n hoy "los museos s¨®lo acepten los objetos provenientes de otras culturas si son precoloniales, anteriores al contacto con Occidente".
"Mientras el hombre blanco no est¨¢ all¨ª, lo que hace el ind¨ªgena es genial, puro, aut¨¦ntico. Luego, todo es catastr¨®fico". ?sa es la idea central de la bienal, que trata de ayudarnos a pensar que todos somos ex¨®ticos desde el momento mismo en que no existe una mirada dominante. "Estoy en deuda con las culturas no occidentales", dice el artista Jean-Sylvain Bieth, "y eso se hace evidente cuando pienso que Occidente s¨®lo ha aportado a los artistas de otros lugares tres taras: el cristianismo, la s¨ªfilis y el dogma del trabajo".
J.-H. Martin, el comisario, evita la ocurrencia radical y trata de privilegiar un discurso te¨®rico que contempla otros factores como "el hundimiento de la idea de autonom¨ªa del arte, situaci¨®n que facilita los contactos entre culturas".
Si para el japon¨¦s Miran Fukuda la Blancanieves de Walt Disney duerme ahora ante un paisaje presidido por el Fuji-Yama, o para el chino Jian Guo Sui es imposible imaginarse el Disc¨®bolo de Mir¨®n sin uniforme mao¨ªsta, para el neozeland¨¦s Andreas Dettloff no hay duda de que sus ancestros maor¨ªes tienen el logotipo de Coca-Cola tatuado en el cr¨¢neo.
Orlan se ve a s¨ª mismo como un japon¨¦s retratado desde una l¨®gica cubista por Francis Bacon, h¨ªbrido de civilizaciones, ¨¦pocas y personas; mientras, Marcel Biefer y Beat Zgraggen optan por fotografiar el destino de unos porteadores de presas que comienzan por perder sus armas y ropas tradicionales -futuros objetos de museo- para acabar siendo expulsados de sus tierras despu¨¦s de ganarse zapatillas de tenis y camisetas con mensajes publicitarios.
100.000 visitantes
El recorrido por el Grand Halle Tony Garnier -se esperan m¨¢s de 100.000 visitantes y la muestra dispone de un presupuesto que ronda los 700 millones de pesetas- aparece organizado a partir de 18 categor¨ªas o conceptos, de Cosmos a Clonar, de Habitar a Exotizar, cada uno de ellos anunciados por un emblema o icono. El trayecto ha sido ideado por el comisario de la bienal pero tambi¨¦n por un comit¨¦ cient¨ªfico integrado por antrop¨®logos. "La oposici¨®n entre artistas que merecen un estudio est¨¦tico y otros que requieren un an¨¢lisis antropol¨®gico es completamente falsa", dice el antrop¨®logo Carlo Severi, muy cr¨ªtico contra "la tradici¨®n etnoc¨¦ntrica que reserva el t¨¦rmino arte a la pr¨¢ctica occidental", y "con la est¨¦tica primitivista que postula la universalidad total del lenguaje art¨ªstico".
La Bienal quiere poner en contacto objetos que surgen de distintos sistemas de interpretaci¨®n, propios de cada cultura, que pueden tener una enorme complejidad que nada tiene que ver con el desarrollo tecnol¨®gico de una sociedad. Se trata de reivindicar la frontera cultural y de ver como una riqueza su existencia.
Simult¨¢neamente a la bienal, el Museo de Arte Moderno presenta una exposici¨®n complementaria bautizada L'Exotisme sans partage y que pone de relieve c¨®mo EEUU ha fabricado su "imperialismo art¨ªstico", su dogma de la modernidad que exige pasar por una serie de v¨ªas bien balizadas, ya sean las de la abstracci¨®n, las de la action painting o las variaciones ir¨®nicas sobre la iconograf¨ªa popular.
Babelia
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