Un hogar al final del t¨²nel
Quince familias acogen a ni?os tutelados de dif¨ªcil adopci¨®n por su edad, enfermedades o discapacidades
Gabriela y Mari Cruz sintieron "un flechazo". Pero su encuentro no fue obra de Cupido, sino de otra deidad, a¨²n por inventar, que busca padres de acogida a ni?os desamparados y tutelados por la Comunidad que, por su edad (son adolescentes y las familias quieren cr¨ªos peque?os), sus discapacidades o enfermedades resultan de dif¨ªcil adopci¨®n.En Madrid, es la Fundaci¨®n Meni?os la encargada de encontrar padres de acogida a chavales protegidos con situaciones especiales a trav¨¦s del programa Se necesitan abrazos (91 519 11 69), iniciado hace un a?o y promovido por el Instituto Madrile?o del Menor y la Familia (IMMF), del Gobierno regional. Por ahora son 15 las personas solas o parejas que han abierto su hogar a estos chicos y otras 27 han dado ya los pasos para hacerlo.
Cuando en Meni?os conocieron a Gabriela S¨¢nchez, una funcionaria de 51 a?os, enseguida enlazaron su car¨¢cter con el de Mari Cruz, una adolescente de 13 a?os que, al no poder ser atendida por sus padres, viv¨ªa con dos de sus hermanas en un hogar de religiosas. Desde el pasado viernes, Mari Cruz vive en casa de Gabriela."Yo llevaba ocho a?os dando vuelta a la idea de adoptar un ni?o, pero me hablaron de estos acogimientos permanentes y me pareci¨® bien. Al principio pensaba acoger a una chiquilla de menos de 10 a?os, pero, una vez que conoc¨ª a Mari Cruz, no me pareci¨® un problema que tuviera m¨¢s edad", explica Gabriela.
"El d¨ªa que conoc¨ª a la ni?a sent¨ª alegr¨ªa, aunque tambi¨¦n miedo; me preguntaba si le fallar¨ªa. Los padres y madres acogedores puede que ayudemos a estos chicos, pero no es nada comparable a lo que ellos nos dan", asegura esta vecina de Parla.
Nadie le hubiera dicho hace un a?o que se iba a tragar todo un concierto de OBK, un grupo que ella detesta, s¨®lo porque la cr¨ªa quer¨ªa ir a ¨¦l. "Antes me cre¨ªa dura y fuerte, pero he descubierto que con estas cosas te vuelves muy tierno", a?ade.
Mari Cruz mantiene un r¨¦gimen de visitas con su madre biol¨®gica. Tambi¨¦n tiene mucho trato con sus dos hermanas, que viven con otras familias de acogida. "Lo importante son los ni?os, y si a ellos les beneficia tener contacto con su familia natural, pues as¨ª debe ser", a?ade Gabriela.
Mari Cruz hab¨ªa pedido a los educadores del hogar que le buscaran una familia de acogida porque ya hab¨ªa perdido la esperanza de poder vivir con sus padres. "Ellos no pod¨ªan venir a buscarnos a m¨ª a mis hermanas para vivir juntos y los fines de semana nos ten¨ªamos que quedar en el hogar [de acogida]", explica esta chavala de aspecto apacible.
Una y otra se fueron conociendo. Un d¨ªa la ni?a le ense?¨® a su futura madre acogedora su ¨¢lbum de fotos. Otro merendaron juntas. Gabriela se est¨¢ planteando acoger a otro ni?o dentro de unos a?os. "Algunos amigos me comentan que estoy loca, que c¨®mo me he metido en esto, pero soy feliz como no lo he sido nunca. Pertenezco a una familia de seis hermanos y no entend¨ªa ya vivir sin un hijo".
David Fontecha y Pilar Banegas ya eran padres biol¨®gicos de una cr¨ªa de 9 a?os cuando decidieron abrir su hogar a Ana, una ni?a de 12 con una discapacidad del 50% provocada por una falta de ox¨ªgeno al nacer. "Sent¨ªamos que cuando habl¨¢bamos de solidaridad nos qued¨¢bamos s¨®lo en las palabras y decidimos pasar a los hechos", explican este inform¨¢tico de 43 a?os y su esposa, una auxiliar de cl¨ªnica de 37.
"Lo primero fue consult¨¢rselo a nuestra hija, porque si hubi¨¦ramos notado que ella reaccionaba mal hubi¨¦ramos frenado. Pero es una ni?a madura y est¨¢ ilusionada, aunque a veces siente ciertos celillos", explica David. La propia hija explica que est¨¢ a gusto con su nueva hermana, aunque reconoce que, como Ana tiene dificultades para comunicarse, a veces le entiende "regul¨ªn".
Ambos conyuges est¨¢n convencidos de que la convivencia va bien, pero admiten que han pasado momentos malos porque en ocasiones ve¨ªan reacciones hostiles en la ni?a acogida. "A veces se pone negativa, pero son rachas. Lo que ocurre es que, como no verbaliza bien, es complicado saber qu¨¦ siente", explican.
La chiquilla, hija, como casi todos estos ni?os, de una familia desestructurada, est¨¢ cada cierto tiempo con su madre natural, algo que sus padres acogedores ven normal. "No nos hemos metido a esto para satisfacer nuestro ego", aclaran David y Pilar.
Pilar todav¨ªa recuerda la cara de alucinada que puso Ana cuando le dieron el primer beso de buenas noches. "En esos momentos te das cuenta de las carencias afectivas de los chavales de los centros de acogida porque, por muy bueno que sea un educador, nunca es lo mismo que un padre o una madre".
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