?Qu¨¦ fastidio, otra vez a empezar!
Un a?o m¨¢s, y van cinco, el Banesto sufre la primera semana
El portazo que dio Alex Z¨¹lle llegando al hotel el martes, el mal humor con que el ciclista suizo celebr¨® ayer su 32? cumplea?os, gestos inesperados, inhabituales en el nervioso corredor. S¨ªntomas preocupantes. Constataciones. Algo no funciona en el Banesto. Alguien, con memoria, hablar¨ªa de una cierta maldici¨®n: desde 1996, el ¨²ltimo a?o de Indur¨¢in, el Tour m¨¢s triste del equipo de Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri, hasta 2000, ni un solo Tour con una primera semana pl¨¢cida. En el 97, Olano y sus problemas en la contrarreloj de Saint Etienne; en el 98, de nuevo Olano, de nuevo por debajo de su nivel en la crono; en el 99, primer a?o de Z¨¹lle, el desastre del Gois; el martes, el desastre de la contrarreloj por equipos. Un reci¨¦n llegado ver¨ªa errores de funcionamiento. Nadie cit¨® ayer a la mala suerte."Estamos como entonces, otra vez nos toca perseguir", dice Ech¨¢varri. "Pero lo malo este a?o es que no podemos achacar la desgracia a un accidente. Hemos perdido en la contrarreloj el doble de lo que esper¨¢bamos. Simplemente eso. Ahora, hasta los Pirineos, el equipo, Z¨¹lle, todos, seremos un mar de dudas. Hasta tener una referencia que nos reasegure".
"No, Z¨¹lle no estaba evidentemente de buen humor", confirma Eusebio Unzue. El director del Banesto, apoyado en su coche en la salida de Vannes, recibe uno a uno a los representantes de la prensa. Todos le llegan a Unzue con el mismo mensaje: el malestar de Z¨¹lle.
El suizo es un personaje curioso, por otra parte. Madurado deportivamente en la escuela ONCE, bajo el estilo y el control directo de Manolo Saiz, Z¨¹lle se siente ahora ambiguo: agradece la menor presi¨®n, la falta de urgencia, el di¨¢logo que le rodea en el Banesto, y, al mismo tiempo, llegado el momento de rendir, lamenta que detr¨¢s no haya un l¨¢tigo, un orden perfecto y milimetrado. Sufre por el exceso de confianza en su poder de decisi¨®n. Se pierde cuando puede elegir. Sus cr¨ªticas tras el desastre de Saint Nazaire fueron directas, concisas y claras: no entend¨ªa por qu¨¦ los escaladores, Jim¨¦nez y Piepoli, no hab¨ªan entrado a relevar y por qu¨¦ el equipo no hab¨ªa preparado antes la contrarreloj, por qu¨¦ no hab¨ªan ensayado los relevos y otros detalles importantes. Z¨¹lle, modesto, no dice que sus relevos eran el triple que los de sus compa?eros y que acab¨® tan reventado que un poco m¨¢s y se queda en el puente de Saint Nazaire. Y que, en secreto, se disculp¨®, sin necesidad, ante sus compa?eros por ello.
Ambas, la elecci¨®n de la alineaci¨®n y la relativizaci¨®n de la contrarreloj por equipos, fueron decisiones muy meditadas. Decisiones estrat¨¦gicas. "No quisimos que la elecci¨®n de un equipo bueno para la contrarreloj nos condicionara todo el Tour", dice Ech¨¢varri, consciente de que ahora lo que les condiciona de verdad todo el Tour es el resultado de la contrarreloj por equipos. "Y tampoco quisimos que los corredores se obsesionaran preparando el ejercicio".
Unzue, autocr¨ªtico, a?adi¨® un tercer error a la n¨®mina. "No pens¨¦is m¨¢s", les dijo a sus corredores, "la culpa ha sido m¨ªa. Cuando vi que dabais relevos demasiado largos no tuve suficiente rapidez de reflejos para cambiar sobre la marcha lo preestablecido".
El equipo es consciente de sus errores, sabe que han sido capaces de lograr un imposible: el peso del conjunto ha sido inferior al de la suma de individualidades. Han hecho prop¨®sito de enmienda, pero ah¨ª est¨¢n de nuevo: antes de llegar a la monta?a, con su l¨ªder, un contrarrelojista, lejos de sus pares y cerca de los escaladores. Y, un a?o m¨¢s, obligados a volver a empezar, a recuperar el tiempo perdido.
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