Reflexiones sobre el problema vasco
No tengo m¨¢s autoridad personal para hablar en los t¨¦rminos de este art¨ªculo, como voy a hacerlo, que el haber atravesado vivo casi todos los grandes acontecimientos pol¨ªticos espa?oles de este siglo, el haber vivido la historia reciente; y aunque s¨¦ que ¨¦ste no es tiempo en que se otorgue valor a consejos de ancianos, me decido a escribir convencido de que, cuando menos, se reconocer¨¢ que no me mueve ning¨²n inter¨¦s personal al trazar estas l¨ªneas.Por m¨¢s que me esfuerzo, no consigo entender el sentido de la pol¨¦mica que mantienen hoy el Gobierno de la naci¨®n y representantes del PNV. Parece ser que el nudo de la pol¨¦mica consiste en que este ¨²ltimo partido rompa el pacto de Lizarra. Pero ?acaso ese pacto no lo ha roto ya de hecho ETA, con sus cr¨ªmenes, tras dar fin a la tregua? No conozco que Lizarra haya vuelto a reunirse tras estos sucesos. Y el lehendakari Ibarretxe ha roto el acuerdo de mayor¨ªa con EH en el Parlamento vasco, cosa que ha repetido tambi¨¦n en alg¨²n municipio vasco el alcalde peneuvista. Mi impresi¨®n es que si Lizarra es hoy m¨¢s que una ficci¨®n pol¨ªtica se debe al empe?o de obligar a los dirigentes del PNV a hacer un acto de contrici¨®n reconociendo que erraron al sellar ese pacto.
Desgraciadamente, los partidos pol¨ªticos suelen reconocer dif¨ªcilmente en p¨²blico y en caliente sus errores. No tardan tanto tiempo en reconocerlos como la Iglesia en el caso de la condena de Galileo, pero a veces incluso desaparecen antes de hacerlo. El PNV incurri¨® en algunos, como, por ejemplo, el pacto de rendici¨®n de Santo?a, durante la guerra civil del 36-39, con un partener que no iba a cumplirlos y los aprovechar¨ªa para fusilar y reducir a prisi¨®n a muchos combatientes vascos. En aquel momento, la Rep¨²blica, en vez de reprocharle el error -y hab¨ªa motivos para hacerlo-, opt¨® por mantener la unidad de las fuerzas antifranquistas y el representante del PNV, Irujo, sigui¨® siendo ministro de su Gobierno, y el lehendakari, Jos¨¦ Antonio Aguirre, continu¨® siendo reconocido como lehendakari. Y yo pienso que al hacer esto la Rep¨²blica tom¨® una sabia decisi¨®n.
En pol¨ªtica, a veces vale m¨¢s la flexibilidad que la obstinaci¨®n, el resultado concreto que la satisfacci¨®n del prurito del partido. Por eso es dif¨ªcil entender la posici¨®n del presidente del Gobierno, repetida hasta en el viaje a China, y se expande la duda de si el se?or Aznar persigue la finalizaci¨®n del terrorismo o si antepone a ello el desplazamiento de la hegemon¨ªa del PNV, sustituy¨¦ndola por la del PP: lo que no resolver¨ªa el problema vasco.
?ste no tendr¨¢ soluci¨®n mientras subsista ETA y el terrorismo, pero puede complicarse -y de hecho ya se ha complicado- todav¨ªa m¨¢s. La kale borroka y la amenaza de divisi¨®n del pueblo vasco en dos frentes, uno nacionalista y otro no nacionalista, son ¨¦xitos de ETA. El pueblo vasco es un pueblo plural, no ya por las inmigraciones originadas bajo el franquismo, sino tambi¨¦n por otras anteriores en las que llegaron de Castilla hacia las Encartaciones miles de obreros que hicieron producir a las minas de hierro. Pero, m¨¢s a¨²n, ese pluralismo ha sido originado por un desarrollo profundamente influido por la comunidad cultural y pol¨ªtica con el resto de los pueblos de Espa?a, creada en siglos de convivencia. Eso hace que el pluralismo no se determine ni por la consonancia vasca ni por la consonancia castellana de los apellidos.
?Qu¨¦ consecuencias podr¨ªan derivarse de una cristalizaci¨®n de dos frentes opuestos? Para empezar, una grave fractura social de lo que en realidad es el pueblo vasco, una amenaza a la paz civil en Euskadi. Es cierto que ¨¦sta se halla hoy ya muy amenazada; que hay hombres y mujeres que viven sabiendo que pueden ser agredidos y asesinados en cualquier momento; que est¨¢n perdiendo -o ya han perdido- la confianza en que las autoridades garanticen su seguridad; que una parte del pueblo siente que ha perdido la libertad. Pero en las circunstancias presentes esta situaci¨®n tiende a agravarse. Y hay que reflexionar seriamente en las consecuencias que podr¨ªan producirse si no hay un cambio de rumbo en Euskadi y en Madrid.
No creo ser un profeta de desgracias diciendo que si sobre el fondo del terrorismo se consolida la tendencia a un frente nacionalista, la hegemon¨ªa dentro de ¨¦ste la tendr¨¢ cada vez m¨¢s ETA y menos el PNV. Y que el nacionalismo democr¨¢tico perder¨¢ lentamente su importancia pol¨ªtica. Se trata de una dial¨¦ctica fatal en este g¨¦nero de situaciones.
Y a ese fen¨®meno en el resto de Espa?a podr¨ªa corresponderle un ascenso de las corrientes nacionalistas de extrema derecha. Nadie lo dice todav¨ªa p¨²blicamente, pero hay insensatos que est¨¢n pensando ya que cualquier agudizaci¨®n del problema ser¨ªa motivo para enviar el Ej¨¦rcito al norte. No nos enga?emos; lo que sucede s¨®lo puede reforzar las corrientes reaccionarias en Euskadi y en Espa?a, y agravar el conflicto.
Un cambio de rumbo es importante, pero ese cambio no se producir¨¢ si el Gobierno desde Madrid exige, como lo est¨¢ haciendo, la destituci¨®n de los actuales dirigentes del PNV. Bastan dos dedos de frente para comprender que si el Gobierno, desde Madrid, demanda la destituci¨®n de Arzalluz, eso es suficiente para que incluso los m¨¢s cr¨ªticos con su pol¨ªtica en el PNV cierren filas a su lado. Esto es tan elemental que cabe intuir que quienes lo hacen est¨¢n viviendo la ilusi¨®n de que as¨ª podr¨¢n derrotar a ese partido en unas elecciones vascas anticipadas.
Y por eso reclaman tambi¨¦n esa anticipaci¨®n. Pero ?ser¨ªan verdaderamente libres, hoy, unas elecciones en Euskadi en estas condiciones de terror? Yo estoy impresionado todav¨ªa por el recuerdo de la manifestaci¨®n que hicimos en Andoain el d¨ªa del entierro de L¨®pez de Lacalle. Recuerdo que desfilamos por una ciudad con balcones y ventanas cerrados hostilmente, y que en la calle no est¨¢bamos m¨¢s que los manifestantes, en su casi totalidad foras
Santiago Carrillo, ex secretario general del PCE, es comentarista pol¨ªtico.
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