Un traje nuevo ENRIQUE VILA-MATAS
Un drama, les habla un hombre verdaderamente humillado. No hace mucho me compr¨¦ un traje negro, una camisa negra y una corbata lila, y he estado vistiendo as¨ª -al estilo de Sard¨¢ en Cr¨®nicas Marcianas- hasta que alguien me hizo ver que me vest¨ªa como los hombres realmente importantes -son una ¨¦lite de 500 personas en todo el mundo, prosperan gracias una red de citas a la hora del almuerzo o del c¨®ctel; los dem¨¢s se desploman trabajando en los despachos- de los medios de comunicaci¨®n de Nueva York. Estos tipos tan visibles y realmente importantes cultivan ¨²ltimamente m¨¢s el aspecto de artistas pr¨®speros que el de funcionarios acartonados: camisas de seda negra, trajes negros, mucho negro y todo muy caro.Qued¨¦ horrorizado al enterarme de que iba vestido de artista pr¨®spero. Tantos a?os adorando las pel¨ªculas y las novelas sobre perdedores, tantos a?os organizando una est¨¦tica literaria personal sobre el fracaso, tantos a?os vistiendo de bohemio fracasado, tantos a?os luciendo lamparones y ceniza dispersa sobre americanas de pana ra¨ªdas, tantos a?os bebiendo y fracasando en p¨²blico para acabar as¨ª, para acabar convertido en alguien que va disfrazado de persona realmente importante en el negocio de los medios de comunicaci¨®n de Nueva York.
"Eso s¨ª que es fracasar", me dijo el amigo que me hab¨ªa advertido de que iba vestido de triunfador. Con raz¨®n dec¨ªa Wilde que las paradojas en esta vida son muy peligrosas. Muchas veces acabamos siendo exactamente lo contrario de lo que quer¨ªamos ser. Mi caso, de pronto, me pareci¨® muy grave: el hecho banal de entrar en una sastrer¨ªa del Eixample y renovar mi vestuario me hab¨ªa transformado involuntariamente en uno de esos directores editoriales que est¨¢n empezando a brotar en Barcelona, gente analfabeta (que no saben leer, se les nota mucho cuando presentan a un autor y leen en p¨²blico un texto ajeno y tropiezan con las palabras porque en su vida han le¨ªdo algo) convertida de la noche a la ma?ana en gente realmente importante del negocio de los medios de comunicaci¨®n, gente por la que cualquier escritor con un m¨ªnimo de ¨¦tica deber¨ªa sentir aut¨¦ntica compasi¨®n no porque sea analfabeta esa gente, sino porque va a durar en su empleo menos que una pastilla de ¨¦xtasis a la salida de un colegio, pues, tal como explica Richard Sennet en La corrosi¨®n del car¨¢cter (Anagrama), el nuevo escenario de los negocios, con su mercado laboral flexible y sus imprevisibles reajustes de plantilla, ha creado en Estados Unidos una nueva clase de fracasados prematuros, todo tipo de ejecutivos fugaces, jubilados de la noche a la ma?ana en plena juventud y ¨¦xito, hoy llorando por los rincones de las tabernas de Harlem y del Bronx.
Sennet advierte en su libro que la moda podr¨ªa llegar pronto a Europa. Ya ha llegado a Barcelona, ciudad nerviosa que no va a tardar en convertirse en pozo de l¨¢grimas de fugaces triunfadores de traje negro, convertidos de golpe en j¨®venes sin trabajo, expulsados de la ¨¦lite y sin ni siquiera la posibilidad de desplomarse trabajando en los despachos de los que antes trabajaban para ellos.
Ante este panorama, me pregunto qu¨¦ puede hacer un escritor con cierto instinto literario. ?Escribir sobre los llorones del Bronx? Ya lo estoy haciendo. ?Deshacerse de su traje negro y de su camisa negra? Voy a hacerlo en cuanto acabe esta cr¨®nica. Dice Sennet: "El mercado del ganador-se-lo-lleva-todo es una estructura competitiva que arroja grandes cantidades de gente con estudios al vertedero del fracaso". Y as¨ª es porque las reconversiones de empresas y las reducciones de plantilla imponen a la clase media desastres repentinos que en el capitalismo anterior estaban mucho m¨¢s limitados a las clases trabajadoras.
Los escritores han estado siempre eternamente asustados ante la posibilidad de que llegue un d¨ªa en el que tengan que resumir su vida con una cruel sentencia interna: "No soy lo bastante bueno". Pero, ?qui¨¦n iba a decirles a los escritores que el fracaso acabar¨ªa siendo de una especie m¨¢s profunda, tan profunda que ya ni les afectar¨ªa a ellos? Saber esto, ?libera del miedo al fracaso a los escritores? No me lo parece. Desde hace unos meses ha llegado a Barcelona una moda de traje negro de Nueva York que est¨¢ barriendo cualquier idea, ya no s¨®lo de que haya escritores natos, sino de que un escritor nazca o se haga. Nadie va a nacer o a hacerse escritor. No porque no nazcan, que nacer¨¢n, pero lo har¨¢n todos fracasados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.