'Nadie'
Recog¨ª a Jos¨¦ ?ngel en el hotel Suecia para dirigirnos a la calle de Jos¨¦ Bergam¨ªn, donde nos dispon¨ªamos a grabar la lectura de algunos de sus ¨²ltimos poemas. Su voz y el fr¨¢gil sonido de su respirar durante la lectura sonar¨ªan, seg¨²n hab¨ªamos acordado, junto al vibrar potente de la voz del cantaor Enrique Morente en el trabajo que a¨²n preparo sobre sus ¨²ltimos poemas, un disco compacto titulado Nadie. Durante el trayecto hablamos un poco sobre Bergam¨ªn y tambi¨¦n sobre m¨²sica, y Valente me quiso recordar, con lucidez extrema, las palabras con las que termina el acto segundo de la ¨®pera Mois¨¦s y Ar¨®n, de Arnold Sch?nberg: "So war alles Wahnsinn, was ich gedacht habe, / und kann und darf nicht gesagt werden! O Wort, Du Wort, das mir fehlt!" ("As¨ª era una locura, todo lo que he pensado, y no puede ni debe ser dicho. ?Oh, Palabra; t¨², Palabra, que me has abandonado!"). El tema del desierto y la palabra en esta ¨®pera fascinaron al m¨¢s musical de nuestros poetas y le hac¨ªan reflexionar sobre el sentido de su propia creaci¨®n y afrontar con absoluta entereza el hecho de que quiz¨¢s alg¨²n d¨ªa, dec¨ªa Valente, tambi¨¦n a ¨¦l le abandonase ese sonido inicial -anterior a la fulgurante aparici¨®n de la palabra po¨¦tica, alma voc¨¢lica, entonaci¨®n y ritmo que el poeta debe percibir por atenci¨®n extrema de todos los sentidos, por escucha- que para Valente era, indudablemente, la esencia de la escritura. S¨®lo deseaba el poeta reconocer con claridad y entereza aquel momento o aquel abismo para retirarse en el silencio. Con la sobrecogedora noticia de su muerte, nos llega el consuelo de saber que no tuvo que ser as¨ª, que aquel diario de un caminante que es Nadie sigue resonando hacia el abierto, ins freie, que dijera Rilke. Oigo ahora en el espacio de mi memoria vibrar su voz pausada, intensa y sin afectaci¨®n, leyendo unos versos que el poeta se empe?¨® en grabar repetidas veces y que, parece, le eran muy queridos y cercanos: "Si despu¨¦s de morir nos levantamos, / si despu¨¦s de morir / vengo hacia ti como ven¨ªa antes / y hay algo en m¨ª que t¨² no reconoces / porque no soy el mismo, / qu¨¦ dolor el morir, saber que nunca / alcanzar¨¦ los bordes / del ser que fuiste para m¨ª tan adentro / de m¨ª mismo (...)".Pero, sobre todo, oigo a¨²n el sonido de su respirar -"atmende Klarsein"-, el aleteo de su pensamiento profundo y su risa generosa o sus gui?os de complicidad ante un sabroso y jugoso plato de callos que, ahora lo s¨¦, fue mi despedida del m¨¢s grande de nuestros poetas, del tal vez ¨²nico verdaderamente musical. Oigo ahora otra vez su voz leyendo poemas de Federico a mi hija Claudia, y oigo de nuevo el relato sobre Edmong Jabes, que al morir estaba leyendo el ¨²ltimo poema de un cuaderno de Michel Leiris titulado Fissures: "Pautado, / fijado, / cercado, / nada es ya nada / cuando ya nada est¨¢ en suspenso".
Babelia
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