Homenots
Esta muerte reciente de Paco, de Francesc Ferrer Pastor, me mueve a escribir unas l¨ªneas que no por paneg¨ªricas han de ser de estricta justicia para tantas biograf¨ªas que en este siglo XX que acaba habr¨ªan hecho posible algo impensable cuando empez¨® nuestra primera Renaixen?a. No es casual que hayamos avanzado tanto en el tema de la lengua, de su koin¨¦ ortogr¨¢fica, de su dignificaci¨®n, de la expansi¨®n de sus ¨¢mbitos de uso, del prestigio, en definitiva, de la lengua propia de los valencianos, pues los mejores valedores y los empe?os m¨¢s audaces se volcaron fundamentalmente en la lengua.Paco Ferrer, adem¨¢s, representa un cierto paradigma en el proceso: la mayor parte de los que contempor¨¢neamente llevaron la lengua de los valencianos a su normativizaci¨®n fueron o bien autodidactas, o especialistas en otras materias que se ocuparon de ella fascinados ante su postraci¨®n. Juristas historiadores, curas gram¨¢ticos, historiadores ling¨¹istas, o autodidactas lexic¨®grafos configuran un panorama de individualidades t¨ªpico de tiempos de reconstrucci¨®n o construcci¨®n ex novo de una identidad cultural dotada de sentido pol¨ªtico y de orientaci¨®n nacional. El siglo XX, y especialmente hasta los a?os setenta, est¨¢ repleto de biograf¨ªas heroicas que le dieron tal soplo a la morta viva de Llombart que, en su ¨²ltimo tercio, tres universidades p¨²blicas valencianas imparten licenciaturas de la morta viva, centenares de escuelas p¨²blicas y privadas ofrecen saber en la lengua propia del pa¨ªs, Administraci¨®n y medios de comunicaci¨®n la usan con normalidad, y muchos miles de ciudadanos acuden a obtener sus diplomas de conocimiento del idioma a los ex¨¢menes que organiza el Gobierno valenciano.
Un balance que es el mejor legado de quienes en tiempos de poca esperanza apostaron por desbrozar la senda del idioma. Cuando algunas voces se alzan para lamentar que con el tr¨¢nsito de estos homenots algo desaparece irremediablemente hay que decir que no, que todos ellos, y con ellos sus familias y amigos, pueden y podemos estar satisfechos porque dejan una herencia sustanciosa, unas realidades dif¨ªciles de pasar por alto.
Alguien escribi¨® en la muerte de Fuster que nos qued¨¢bamos "definitivamente hu¨¦rfanos". Reaccion¨¦ entonces diciendo que eso era casi un insulto para el mestre de Sueca. Todos ellos cumplieron su cometido. En su estela hay normalidad, legalizaci¨®n de nuestro derecho a la lengua y continuidad profesionalizada.
Sin embargo, y realizada la ¨ªmproba labor de rescatar el nombre de las cosas y a cada cosa su nombre (que en definitiva es la imponente obra de Paco Ferrer Pastor), queda por hacer esa otra tarea en la que andamos sobrados de h¨¦roes y ayunos de profesionales. Mientras la lengua encontr¨® maestros para su progreso, la causa de la pol¨ªtica adolece de lo que m¨¢s falta le hace, erigi¨¦ndose en asignatura pendiente de una manera sorprendente.
Con poca preparaci¨®n, y menos hero¨ªsmo, una legi¨®n de pol¨ªticos valencianos habr¨ªan logrado el favor del p¨²blico incluso esgrimiendo ostensiblemente banderas for¨¢neas y pr¨¢cticas de dudosa rentabilidad para los intereses del pueblo valenciano en su conjunto; mientras tanto, la pol¨ªtica nacionalista adolece de liderazgo, de apoyos s¨®lidos y de expectativas ciertas de triunfo... Quiz¨¢s el mejor homenaje que merece Paco Ferrer, es que por fin la pol¨ªtica salte del testimonio y el gueto a la profesionalizaci¨®n y al ¨¦xito. ?O no?
Vicent.Franch@uv.es
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