La Jerusal¨¦n palestina crece a la sombra de Israel
Los habitantes de la parte oriental de la Ciudad Santa se sienten abandonados por el Ayuntamiento israel¨ª y optan por resolver ellos mismos sus problemas
El este de Jerusal¨¦n, Al Qods como la llaman los ¨¢rabes, es una ciudad inequ¨ªvocamente palestina. El Gobierno israel¨ª no ha conseguido, despu¨¦s de m¨¢s de treinta a?os de ocupaci¨®n, unificar la Ciudad Santa. Las huellas ¨¢rabes de esta parte de la metr¨®poli son tan patentes como los avances de la Administraci¨®n de Yasir Arafat, que en los ¨²ltimos tiempos ha conseguido filtrarse en el tejido urbano y social de la zona oriental de la ciudad, llenando el vac¨ªo provocado por el abandono y la desidia de la gesti¨®n municipal israel¨ª. Es como si esta parte de Jerusal¨¦n estuviera prepar¨¢ndose para convertirse en la capital del futuro Estado de Palestina."Pago los mismos impuestos y tengo las mismas obligaciones que vecinos jud¨ªos, los que viven en el oeste de Jerusal¨¦n, pero no recibo los mismos beneficios", asegura Omar, vecino musulm¨¢n y palestino de la parte este de la ciudad, mientras se?ala con desagrado el pavimento destrozado de su calle, en la que se acumulan las basuras y los desechos.
Las quejas de Omar est¨¢n compartidas por una buena parte de los 200.000 habitantes de Jerusal¨¦n oriental, que no se sienten representados ni defendidos por el Ayuntamiento jud¨ªo de la ciudad, a la cabeza del cual se encuentra Ehud Olmert, uno de los barones m¨¢s ambiciosos e intransigentes del partido derechista Likud. Este sentimiento de frustraci¨®n y abandono ha llevado a dos organizaciones no gubernamentales -el Jerusalem Center for Social and Economic Rights y la Fundaci¨®n Newman- a plantear conjuntamente una reclamaci¨®n en toda regla ante el Ayuntamiento unificado de Jerusal¨¦n, reivindicando los mismos cuidados y servicios que reciben los vecinos de la otra parte de la Ciudad Santa. La acci¨®n pretende llegar ante el Tribunal Supremo.
"Israel es, al menos sobre el papel, el responsable legal de la ciudad en su conjunto", manifestaba ayer uno de los responsables de la Fundaci¨®n Newman, que desde el Jerusal¨¦n Este impulsa una veintena de programas de desarrollo en los territorios palestinos, entre ellos la citada acci¨®n legal con la que intenta poner fin al vac¨ªo administrativo y la discriminaci¨®n ejercida por la pol¨ªtica del alcalde Olmert sobre la parte ¨¢rabe de la ciudad.
La iniciativa legal contra el Ayuntamiento de Jerusal¨¦n trata de defender los derechos individuales de los palestinos, pero tambi¨¦n de los industriales y comerciantes de la ciudad, cuyas empresas se ven lastradas por onerosos impuestos, que amenazan con provocar su bancarrota y ruina. Las tasas pagadas a las arcas del alcalde Olmert son especialmente exorbitantes y desproporcionadas para los industriales hoteleros, algunos de los cuales se han visto obligados a cerrar sus puertas o vender sus industrias a los magnates jud¨ªos sionistas, como el caso de Irving Moskowitch, un millonario de Miami, mecenas de los grandes asentamientos jud¨ªos y avezado comprador de las miserias palestinas.
La demanda contra el Consistorio de Jerusal¨¦n, encargada a un equipo de abogados a la cabeza del cual se encuentra el letrado israel¨ª Avigdor Feldman, abre en canal la realidad pol¨ªtica y social de la parte este de la Ciudad Santa, demostrando que all¨ª se acumulan d¨¦ficit estructurales de todo tipo: suministro de agua, electricidad, cloacas o incluso la falta de escuelas, lo que obliga a millares de escolares a buscar refugio y ense?anza en las aulas de las ciudades cercanas de Cisjordania, entre ellas Ramala, distante unos diez kil¨®metros.
Un bot¨®n de muestra: el barrio de Kfur Aqab, donde viven 4.000 j¨®venes y ni?os, y s¨®lo hay una escuela con capacidad para 500 alumnos. Pero tan lacerante como la falta de escuelas es la ausencia de transporte urbano, lo que deja en manos de los sevis, taxis colectivos privados, el monopolio de un servicio esencialmente y por definici¨®n municipal.
"Si tengo un problema de orden p¨²blico o alguien me roba en mi tienda, prefiero ir a Ramala a denunciarlo a la polic¨ªa palestina, al comandante Yibril Rayub, jefe de la Seguridad Preventiva. Ellos son mucho m¨¢s efectivos y contundentes que los israel¨ªes", declara con firmeza un comerciante de la calle Salahadin, una de las principales arter¨ªas comerciales del Jerusal¨¦n Este, donde las notas de la m¨²sica ¨¢rabe, de una tienda de casetes cercana, conviven permanentemente con los olores de los restaurantes populares.
La desconfianza con respecto a las fuerzas de seguridad israel¨ª, que, en opini¨®n de los vecinos, "suficiente trabajo tienen con protegerse a s¨ª mismos y a sus estaciones de polic¨ªa", ha permitido que los numerosos cuerpos policiales de Yasir Arafat invadan el Jerusal¨¦n Este de manera irregular, pero permanente. Act¨²an con discreci¨®n, tratando de solucionar los problemas cotidianos e intentando devolver a la zona una seguridad cuya ausencia hace que los vecinos se encierren en sus casas por la noche y sumerge sus calles en un singular y no declarado toque de queda.
Jerusal¨¦n Este, abandonada despu¨¦s de la Intifada por los visitantes y compradores jud¨ªos de la otra parte de la ciudad, se est¨¢ afirmando as¨ª en sus ra¨ªces y esencias palestinas. Lo reconocen incluso los observadores israel¨ªes, los m¨¢s apasionados, quienes como Roni Shaked, del diario Yedioth Ahronoth, aseguran sin dudarlo que "a pesar de que desde 1967 los Gobiernos israel¨ªes no han dejado de declarar la unidad de Jerusal¨¦n bajo soberan¨ªa israel¨ª, de hecho han descuidado la parte oriental de la ciudad", confirmando as¨ª su divisi¨®n.
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