El abrazo de Argel
Argelia es un pa¨ªs importante para Espa?a y de crucial influencia en el norte de ?frica. Con sumas dificultades est¨¢ intentando salir de una d¨¦cada negra de guerra civil. Estos factores, junto al hecho de que Espa?a sea su cuarto cliente, bastar¨ªan para justificar que, en un r¨¢pido viaje, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar se haya convertido en el primer jefe de un Gobierno de la UE que llega a Argelia desde el golpe de 1992, que interrumpi¨® un proceso electoral que iba a dar la victoria al Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n.Sin embargo, parece excesivo el c¨²mulo de elogios del presidente del Gobierno espa?ol hacia Abdelaziz Buteflika, un superviviente del antiguo r¨¦gimen que gan¨® en abril de 1999 unas elecciones de las que se retir¨® toda la oposici¨®n por falta de garant¨ªas. Una mayor dosis de matices no habr¨ªa estado de sobra. El presidente Buteflika intenta sacar a su pa¨ªs del marasmo, pero no lo consigue. Su pol¨ªtica de concordia ha permitido la reinserci¨®n de 6.000 integrantes de movimientos islamistas violentos, pero en lo que va de a?o los atentados han acabado con la vida de otras 1.300 personas. La guerra civil no est¨¢ concluida, y los poderes f¨¢cticos, como el Ej¨¦rcito, se resisten a renunciar a sus cuotas de dominio no s¨®lo pol¨ªtico, sino tambi¨¦n econ¨®mico.
Pese a ello, los intentos de pacificaci¨®n de Argelia merecen ser apoyados. Aznar no hace sino marcar la l¨ªnea fijada por la UE, que ve en Buteflika un mal menor, cuando no la ¨²nica posibilidad de cambiar Argelia. El reciente recibimiento de Buteflika en Par¨ªs, la antigua metr¨®poli, debe inscribirse en esta pol¨ªtica general europea. Los distintos Gobiernos espa?oles desde 1992 han seguido practicando con Argelia una pol¨ªtica de cooperaci¨®n y codesarrollo econ¨®mico cuyo ejemplo m¨¢s importrante es el gasoducto euromagreb¨ª, programa que ha sobrevivido a todo tipo de avatares y resulta vital para el consumo energ¨¦tico espa?ol. En estos a?os dif¨ªciles, Espa?a tambi¨¦n ha mantenido abierto su consulado en Or¨¢n, zona conflictiva, y el Instituto Cervantes. Ahora se propone dar un salto en estas relaciones con nuevas l¨ªneas de cr¨¦dito, transformaci¨®n de una parte de la deuda en inversiones, impulso a la ense?anza del espa?ol y encuentros anuales, aunque sin llegar a la profundidad de los v¨ªnculos con Marruecos. Sin duda, Argelia necesita toda la ayuda que pueda recabar para normalizarse en un camino que es de largo recorrido. Pero ello no puede equivaler a darle un cheque pol¨ªtico en blanco a Buteflika. La pol¨ªtica exterior no se puede alimentar s¨®lo de consideraciones econ¨®micas.
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