Cautivados por el paisaje
Sin luz ni agua
Cuando Kurt Kohler y Lisetta Petterlini pisaron por vez primera la tierra del municipio almeriense de N¨ªjar, poca gente daba un duro por ella. La imagen de un paisaje ¨¢rido y las huellas de moradores de anta?o evidenciaban una subsistencia ardua, llena de incomodidades y con un tiempo medido en el presente, en el d¨ªa a d¨ªa, nunca en el futuro. Los ecos de Juan Goytisolo con su Campos de N?jar todav¨ªa estaban presentes en aquel paraje y a¨²n vivir¨ªa la novela reediciones en 1983 y 1985 a cuenta del viaje del autor a las m¨¢s "desheredadas tierras" del sur de Espa?a.Aquella visita del matrimonio suizo, en 1981, vincul¨® no obstante para siempre a la pareja con la provincia almeriense. Ese mismo a?o compraron un cortijo en el paraje de Las Presillas Bajas para visitar cuantas veces desearan, ellos y sus amigos, aquel lugar. Unos a?os m¨¢s tarde, en 1988 -declarado ya Parque Natural, en diciembre de 1987- la pareja dio el salto definitivo y decidi¨® vivir para siempre en N¨ªjar, tras comprar un segundo cortijo derruido que transformaron en hotel rural y al que llamaron Cortijo del Aire, que vive su und¨¦cima temporada este verano. "Esto es muy diferente a Suiza. El mar, el clima, la gente, la calidad de vida, las costumbres. Todo eso ten¨ªa una fascinaci¨®n para nosotros y por eso nos quedamos", explica Kurt.
Sin embargo, los inconvenientes no fueron pocos. Tras renunciar a una vida acomodada en su pa¨ªs de origen, donde dejaron una cooperativa montada con unos amigos que integraba un restaurante y una sala de cultura, se afanaron en habilitar aquel cortijo al que ni siquiera llegaba la luz el¨¦ctrica ni el agua corriente. Los motivos de esa decisi¨®n tan firme sobrepasan el t¨®pico del extranjero atra¨ªdo por los toros, las tapas, las sevillanas o las romer¨ªas andaluzas. "No se puede explicar lo que compensa el vivir con el viento, con el calor, con problemas con el agua. Quiz¨¢ sea que las cosas bonitas se viven con m¨¢s fuerza e intensidad en este lugar y las cosas malas, pues tambi¨¦n", apunta Lisetta. El paisaje, volc¨¢nico y ag¨®nico a un tiempo en un marco costero casi virgen, es para ellos causa principal para vivir en Almer¨ªa. "Volver a Suiza es impensable para nosotros. Trabajar cinco d¨ªas durante nueve horas tampoco me lo puedo imaginar despu¨¦s de 11 a?os. Decirle adi¨®s a la luz, las playas, el sol, ser¨ªa un contraste muy fuerte con Suiza, donde todo es m¨¢s peque?o y est¨¢ m¨¢s constre?ido. Aqu¨ª hay amplitud", reconoce Lisetta.
El Cortijo del Aire, con capacidad para 18 personas repartidas en ocho habitaciones, es punto de encuentro para talleres de fotograf¨ªa, pintura, cursos espec¨ªficos o cualquier actividad para grupos reducidos que no renuncien a un entorno atractivo dentro de una din¨¢mica de trabajo. Sin embargo, desde el pasado mes de diciembre la pareja suiza aborda una nueva empresa junto a los madrile?os Carmen Fern¨¢ndez y Santiago Dom¨¦nech, inspirada en el llamado Cibercortijo.
"Se trata de ofrecer lo mismo que hasta ahora pero con la posibilidad de que quien venga a descansar pueda transmitir una cr¨®nica o un trabajo sin tener que recorrer 30 kil¨®metros", explican. El mismo proyecto abarca la creaci¨®n de un portal en la Red que tambi¨¦n defiende los valores del Parque Natural.
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