Guerra de padres en la grada
El mandamiento deportivo de que lo importante es participar hace tiempo que fue arrojado a la basura en Estados Unidos. Lo importante es ganar. En el ara de esa cultura de la victoria a toda costa un padre, Thomas Junta, de 42 a?os, acaba de matar a otro, Michael Costin, de 40, porque el hijo de Costin dio un codazo a un Junta junior en una pista de hockey. Es la primera vez que la muerte culmina en una pista deportiva una carrera de tensi¨®n en las gradas producida por una sociedad competitiva hasta el paroxismo en la que muchos padres ven en la actividad deportiva de sus hijos una plataforma de promoci¨®n social y econ¨®mica, si no una sublimaci¨®n de sus propias frustraciones.Los Junta y los Costin, padres e hijos, hab¨ªan acudido a pasar la tarde en la pista de hockey de una peque?a localidad cercana a Boston. Costin estaba en la pista con su hijo cuando Thomas Justa le dijo que vigilara al ni?o, que hab¨ªa dado un codazo en la cara al suyo. "Eso es el hockey", le replic¨® Michael Costin. Junta se calent¨®, y cuando Costin padre sali¨® de la pista, le empuj¨®, insult¨®, rompi¨® la camisa y arranc¨® una cadena del cuello. Terminada la faena, se march¨®. Un incidente m¨¢s de los cientos que cada d¨ªa se producen en todo el pa¨ªs entre padres, hijos y ¨¢rbitros.
Pero a los pocos minutos, Junta volvi¨® como un poseso y la emprendi¨® a pu?etazos con Costin, cuyos 79 kilos apenas pudieron sostener el ataque de los 125 del camionero. En presencia de los cuatro ni?os Costin, Junta derrib¨® a Michael, le machac¨® la cara hasta el extremo de dejarla irreconocible y, con la rodilla aplastando el pecho del ca¨ªdo, le golpe¨® repetidamente la cabeza contra el suelo entre los gritos desesperados de los ni?os. Costin muri¨® a los dos d¨ªas en el hospital sin haber recuperado el conocimiento. Junta est¨¢ en libertad bajo fianza de 5.000 d¨®lares y se enfrenta a 20 a?os de c¨¢rcel por homicidio.
El funeral produjo una escena tremenda, con la hija peque?a, Tara, de nueve a?os, queri¨¦ndose subir al f¨¦retro para estar con su padre, un hombre de pasado complicado que estaba rehaciendo su vida tras su divorcio y haber obtenido la custodia de sus cuatro hijos. "El orgullo y la indignaci¨®n pueden ser un pecado o una virtud", dijo el sacerdote en el funeral. "El deporte puede dar o quitar".
Un estudio de hace unos a?os revel¨® que de los 20 millones de ni?os nortamericanos que participan en actividades deportivas organizadas, 14 millones lo dejan antes de haber cumplido 13 a?os. La deserci¨®n masiva se debe a que el juego, concebido inicialmente como un entretenimiento compartido con otros amigos, se va convirtiendo con el paso de los a?os en una experiencia amarga por la presi¨®n de los padres. Otro trabajo reciente indica que de 1995 a aqu¨ª ha pasado del 5% al 15% el n¨²mero de padres que protagoniza incidentes en los campos de deportes: insultos a jugadores, peleas en las gradas, agresiones a los ¨¢rbitros, ataques a los entrenadores.... Personas de conducta irreprochable en la vida cotidiana pierden la compostura en los partidos. En un intento de atajar la epidemia, en Florida se dio hace unos meses un curso de comportamiento deportivo a 2.000 padres y en otras partes del pa¨ªs se ha puesto en pr¨¢ctica el "S¨¢bado en Silencio", ocasi¨®n en que los equipos disputan un partido con una grada muda.
Los padres norteamericanos consideran cada vez m¨¢s el deporte como una inversi¨®n. Si hay gran ¨¦xito, el v¨¢stago ser¨¢ multimillonario, y si el ¨¦xito es mediano, el hijo, al menos, podr¨¢ estudiar becado en la Universidad, que ser¨¢ tanto mejor cuanto mejor sea el jugador. El triunfo es para esos padres la m¨¢xima prioridad, mientras que para los jugadores est¨¢ mucho m¨¢s abajo, seg¨²n estudios de psic¨®logos deportivos. Algunos entrenadores aceptan gustosos el juego del ganar a toda costa, como el que advirti¨® a sus pupilas que quienes creyeran que estaban en el equipo para jugar y no para ganar pod¨ªan marcharse a casa.
En las gradas de los campos del deporte juvenil es cada vez m¨¢s visible un tipo que la revista Sports Illustrated ha identificado como parentis vociferus. "El deporte juvenil ha dejado de ser un juego", dice el psic¨®logo infantil Darrell Burnett a ese semanario. "Es un gran negocio. Las probabilidades estad¨ªsticas de que un cr¨ªo consiga una beca son muy peque?as, pero los padres tienen grandes expectativas". Estados Unidos se ha mirado en el espejo del drama Costin-Junta y no se ha gustado. Pero ser¨¢ muy dif¨ªcil que el culto al n¨²mero uno deje de estar por encima de todo.
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