Parques metropolitanos JOSEP MARIA MONTANER
El ¨¦nfasis en el espacio p¨²blico se ha convertido en un fen¨®meno general de la cultura urban¨ªstica contempor¨¢nea, especialmente en pa¨ªses como Francia, Alemania, Argentina y Brasil, donde abundan las intervenciones basadas en la peatonalizaci¨®n, en la introducci¨®n de l¨ªneas de tranv¨ªas, en el dise?o de parques en las costas de mares y r¨ªos o en la reforma de ¨¢reas obsoletas. En el caso de Barcelona y su regi¨®n metropolitana, se ha ido generando en los ¨²ltimos a?os una manera caracter¨ªstica de resolver la concepci¨®n y el dise?o del espacio p¨²blico. Lo primero que destaca de todas estas operaciones es la gran variedad de escalas: peque?as plazas tradicionales, ramblas y calles comerciales peatonalizadas, escaleras mec¨¢nicas que salvan desniveles o la nueva tradici¨®n de convertir los frentes mar¨ªtimos en ejes c¨ªvicos, como se ha hecho en Barcelona, como se ha ido enlazando el Paseo Mar¨ªtimo de Gav¨¤-Viladecans-Castelldefels y como se ha realizado ahora al redise?ar el frente mar¨ªtimo de Caldes d'Estrac.Una parte muy representativa la constituyen los nuevos parques que articulan los vac¨ªos existentes entre barrios perif¨¦ricos, otorg¨¢ndoles una nueva centralidad y cualificando el espacio urbano, tal como se ha realizado en Viladecans con el Parque Torrente Ballester, en Mollet del Vall¨¨s con el Parc dels Colors o en Sant Boi del Llobregat con el Parc de la Muntanyeta.
Otra estrategia nueva, t¨ªpica de estos parques catalanes, es la de ir enlazando diversos espacios p¨²blicos marginales hasta crear un nuevo eje verde, tal como se ha hecho en Badalona con el parque lineal de la Riera Canyad¨®, preciosa y colorista concatenaci¨®n de fragmentos, y tal como se ha realizado en Barcelona con el Parc de l'Estaci¨® del Nord, que se ha ido prolongando debajo de calles y a lo largo de la Meridiana hasta la plaza de las Gl¨°ries.
Junto a toda esta diversidad de intervenciones, lo que completa este cambio cualitativo son los parques que podr¨ªamos llamar metropolitanos, por su medida, trascendencia y, a menudo, car¨¢cter intramunicipal. Se trata de un fen¨®meno que se gener¨® en los a?os noventa, despu¨¦s de los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona de 1992, y que se hizo patente hacia 1995. Estos parques metropolitanos tienen el objetivo de compensar a escala metropolitana los desequilibrios en la disponibilidad de espacios verdes, especialmente en Barcelona y en los municipios de su conurbaci¨®n, una estructura urbana que destaca por la alta densidad, la fuerte presencia de las infraestructuras y la dificultad para inscribir en ella nuevos espacios libres.
En este contexto, el gran parque de Collserola se ha convertido en la reserva de ¨¢rea verde central de la Regi¨®n Metropolitana y el peque?o parque del Nus de la Trinitat fue el primer aviso de la existencia de este nuevo tipo de parques a escala metropolitana; en este caso, siguiendo la forma circular del nudo creado por las autopistas y rondas en la entrada norte de Barcelona. Esto se?ala una nueva manera de relacionar los espacios verdes con los ejes infraestructurales; a partir de ahora cualquier operaci¨®n de trazado de nuevas v¨ªas y rondas -como la Avenida Europa en Matar¨®- es pensada ya en relaci¨®n con los nuevos espacios libres que se deben crear.
Algunas de las caracter¨ªsticas b¨¢sicas de estos parques metropolitanos son estrictamente nuevas. Por ejemplo, la capacidad de que el espacio libre se convierta en monumento, en emblema moderno de la ciudad, tal como sucede con el Parc Catalunya de Sabadell o el Parc Central de Viladecans. Otros, como el Parc de Torreblanca, entre Sant Feliu de Llobregat, Sant Just Desvern y Sant Joan Desp¨ª, se han remodelado para enfatizar el car¨¢cter monumental e hist¨®rico que ya pose¨ªan.
En cualquier caso, la mayor¨ªa de estos proyectos ha seguido una estrategia de dise?o com¨²n, basada en la creaci¨®n de unas nuevas topograf¨ªas que reconvierten el espacio existente en c¨®modas plataformas. La versatilidad de estas topograf¨ªas da la posibilidad de diferenciaci¨®n, diversi¨®n y sorpresa en los recorridos, alternando pavimentos, tierras de colores distintos, tapices verdes, agua y bancos.
Todos estos ejemplos demuestran que se ha hecho una apuesta para una determinada concepci¨®n del espacio p¨²blico: la calle, la plaza y el parque pensados como lugar para el estar y para el ocio urbano de la ciudadan¨ªa, en contacto con la vegetaci¨®n y las ¨¢reas para juegos, sin la presencia de lugares de consumo. Y estas nuevas zonas verdes se pueden aprovechar para instalar en ellas espacios para el deporte, esculturas y estanques, caracterizando la multiplicidad de los espacios. Unas ¨¢reas p¨²blicas totalmente abiertas, f¨¢cilmente accesibles, que permiten enriquecer la estructura de la ciudad mediterr¨¢nea, potenciando la consolidaci¨®n de un tipo de ciudad en la que, tal como defend¨ªa Colin Rowe en Ciudad Collage (1978), la figura, es decir, lo que destaca y articula, lo que sobresale del fondo, son precisamente los vac¨ªos y los recorridos del espacio p¨²blico, los grandes salones y pasillos al aire libre del espacio ambiental en el que habitamos. Y que la figura que emerge sobre el fondo metropolitano y que articula el territorio sea precisamente la de los vac¨ªos de los parques es un fen¨®meno transcendental.
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