Recuerdos de dos intentos
Santana y Orantes relatan sus experiencias en las finales espa?olas de 1965 y 1967
Saque-volea
La tercera final puede ser la mejor. Las condiciones en las que se va a jugar son sustancialmente distintas de las dos anteriores. Cuando en 1965 y 1967 Manuel Santana, Lis Arilla, Joan Gisbert y Manuel Orantes se enfrentaron a Australia, el equipo campe¨®n s¨®lo deb¨ªa preocuparse de la defensa del t¨ªtulo y ten¨ªa la potestad de jugar en casa y elegir la superficie. Espa?a debi¨® salvar siete obst¨¢culos para llegar al challenge round. Y luego, en las ant¨ªpodas, se encontr¨® a la mejor generaci¨®n de jugadores australianos de la historia, y con una pista de hierba en la que los rivales se mov¨ªan como pez en el agua.Nada que ver con la situaci¨®n actual. Ahora, el grupo de jugadores que lidera el G-4 ha debido salvar tres eliminatorias para acceder a la final, y en la disputa del t¨ªtulo va a poder elegir la pista y la sede. El rival ser¨¢ el mismo, Australia, pero esta vez ser¨¢n ellos quienes deber¨¢n desplazarse a Espa?a, y jugar en tierra batida, una superficie en la que los espa?oles han crecido y que sigue siendo la menos favorable para los intereses australianos. "El cambio es fundamental. Y ahora, con el paso de los a?os y vistos las variaciones que se han producido, me parece muy injusto que el campe¨®n entonces s¨®lo jugara un partido", afirma Manuel Santana, el ¨²nico espa?ol que gan¨® puntos en Australia. "Yo estoy seguro de que si hubi¨¦ramos podido jugar en Espa?a alguna de las dos finales, habr¨ªamos ganado la Copa Davis".
En 1965, el equipo espa?ol tom¨® todas las precauciones posibles para afrontar el ¨²ltimo partido. Se desplaz¨® a Australia con tres semanas de antelaci¨®n para entrenarse en pistas de hierba, y la iniciativa fue secundada por Juan Antonio Samaranch [delegado nacional de deportes] y la Federaci¨®n Espa?ola, que pusieron todos los medios. "Si exist¨ªa una posibilidad de hacer algo era preparando muy bien la eliminatoria. Contratamos a Ken Rosewall y a Lew Hoad para que se entrenaran con nosotros, y creo que fue gracias a eso que jugu¨¦ los mejores partidos de mi vida", agrega Santana. "Perd¨ª con Stolle 7-5 en el quinto set el primer d¨ªa, perdimos luego con Arilla el doble en cuatro sets disputad¨ªsimos contra Newcombe-Roche, y el domingo gan¨¦ a Emerson, en el ¨²nico partido que ¨¦l perdi¨® jugando Copa Davis en Australia".
El saldo final fue el mismo para las dos finales: 4-1 para Australia. Y las dos veces, la ¨²nica victoria la consigui¨® Santana. En la final de 1967 super¨® a John Newcombe en tres mangas. "Para m¨ª es mucho m¨¢s fuerte el recuerdo de la primera final", afirma Santana, campe¨®n cuatro veces en el Grand Slam. "Fue la primera vez, y todo el mundo se volc¨® con nosotros. Nos convertimos en h¨¦rores nacionales. Recuerdo que el se?or Oliveras, de la Cadena Ser, hizo un programa especial para recaudar fondos, y cuando llegamos a Sydney les dieron banderas y regalos a todos los emigrantes espa?oles que trabajaban all¨ª. Hubo reuniones con ellos para explicarles que el tenis era muy distinto al f¨²tbol. Viajaron Samaranch y Santiago Bernab¨¦u [presidente del Real Madrid] y otras personalidades del momento. Y cuando gan¨¦ a Roy Emerson, los espa?oles invadieron la pista para sacarme a hombros. Pisotearon una pista de hierba, y aquello constitu¨ªa un sacrilegio para los australianos, era algo peor que pegar a una vaca en la India".
El ambiente interno del equipo fue mejor en la primera final que en la segunda. El carisma y la figura de Santana lo eclipsaba todo. ?l era siempre la estrella, fuera y dentro de la pista. Exist¨ªa admiraci¨®n hacia ¨¦l por parte de los dem¨¢s. En 1965 el equipo lo formaron Santana, Joan Gisbert, Juan Manuel Couder y Lis Arilla. Y Santana abandon¨® la concentraci¨®n un d¨ªa antes de comenzar, para celebrar la fiesta de Navidad en casa de Roy Emerson. "?ramos muy amigos, y ¨¦l quiso que lo celebrara con su familia. Fui all¨ª y estuvimos juntos y nos sentimos muy unidos. Ahora, a¨²n tengo en casa una foto del abrazo que nos dimos despu¨¦s de que le ganara. Fue muy emotivo".
La segunda final la jugaron por completo Santana y Manuel Orantes. Joan Gisbert, que en principio deb¨ªa disputar los individuales, aleg¨® que no se hab¨ªa adaptado bien a la hierba para ceder su plaza a Orantes. Pero la mayor sorpresa fue no ver a Arilla en el doble. Un problema personal entre ¨¦l y Santana, que luego se resolvi¨®, llev¨® a Jaume Bartrol¨ª, el gran capit¨¢n de las dos finales, a ceder el puesto a Orantes. "Para m¨ª fue una experiencia irrepetible", confiesa el granadino, que, con 18 a?os, se convirti¨® en el jugador m¨¢s joven hasta aquel momento que disputaba una final de la Copa Davis. "De tener pocas posibilidades de jugar, me encontr¨¦ disputando tres puntos. Sab¨ªa que mis opciones de ganar alguno eran nulas. Pero poder estar ah¨ª, jugar contra los mejores del momento, y vivir una final de Copa Davis influy¨® de forma decisiva en mi futuro profesional".
Hasta tal punto, que cuando concluy¨® la eliminatoria, el legendario Harry Hopman pidi¨® a la Federaci¨®n Espa?ola que dejara que Orantes se quedara tres meses a entrenarse con ellos porque le ve¨ªan un gran futuro. "Era el entrenador m¨¢s puntero del mundo, y estaba trabajando con los mejores jugadores, Newcombe, Roche, Emerson. Fue una oportunidad ¨²nica. De ser un buen junior (acababa de ganar en Wimbledon), me encontr¨¦ en el gimnasio con ellos y entrenando el saque-volea. Fue un espaldarazo a mi formaci¨®n".A Orantes siempre le quedar¨¢ el regusto de no haber podido disputar otra final en la etapa de su plenitud ten¨ªstica. "Tuve ocasi¨®n, en 1972, cuando Andr¨¦s Gimeno se hab¨ªa ya incorporado al equipo y acababa de ganar en Roland Garros. Aquel fue un gran a?o tambi¨¦n para m¨ª. Pero justo el d¨ªa antes de enfrentarnos a Estados Unidos en Barcelona, me lesion¨¦ en la espalda y no pude jugar", explica el campe¨®n del Open de EEUU de 1975. "Creo que Gimeno y yo, contando con Gisbert para el doble, les habr¨ªamos superado. Y luego nos quedaba Rumania para acceder a la final. Era una gran ocasi¨®n".
Similar a la actual. O tal vez un poco peor. Porque ahora, Espa?a lo tendr¨¢ todo de cara. Contar¨¢ con una generaci¨®n de jugadores incre¨ªble que forma una aut¨¦ntica pi?a, y podr¨¢ jugar en su elemento, en tierra. Y, adem¨¢s, John Newcombe, el capit¨¢n australiano, ya ha anunciado que Philipusis no jugar¨¢ en Espa?a porque renunci¨® a disputar las semifinales. Sin embargo, ah¨ª estar¨¢n Patrick Rafter y Lleyton Hewitt. Nada f¨¢cil. Pero sigue siendo una oportunidad ¨²nica para que Espa?a inscriba, por fin, su nombre en la Ensaladera.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.