Y el esp¨ªritu de Ant¨ªgona se agit¨® sobre Europa
De arte, festivales y pol¨ªticaPolinices y Eteocles no mantienen su acuerdo sobre el necesario cambio de poder. Estalla una guerra civil, los dos hermanos se matan mutuamente en una lucha. Cre¨®n se hace con el poder y emite un edicto por el que se proh¨ªbe enterrar al hermano rebelde: una cruel advertencia para otros malhechores. Ant¨ªgona, su hermana, no obedece el edicto, respeta la "ley no escrita" y entierra a su hermano. Cre¨®n la detiene, no acepta sus razones y la condena a muerte. Cre¨®n y Ant¨ªgona: una obra po¨¦tica sobre raz¨®n de Estado y ¨¦tica.
La tragedia de S¨®focles fascina desde hace 2.500 a?os a la civilizaci¨®n occidental. Cientos de poetas han cantado una y otra vez el personaje de Ant¨ªgona: una muchacha fr¨¢gil e inerme; no lucha: ni por el rey como Juana de Arco, ni por su marido como Fidelio, ni por su pueblo como Judit. Su ¨²nica fuerza es la creencia en que no se deben violar las "leyes no escritas". No crea ideolog¨ªa alguna, ¨²nicamente explica por qu¨¦ ha actuado as¨ª y por qu¨¦ no pod¨ªa actuar de otra forma, aunque tenga que sacrificarlo todo por ello. Es una hero¨ªna por excelencia: es fuerte por ser vulnerable.
Hace poco, los pa¨ªses europeos reaccionaron impulsivamente como Ant¨ªgona ante la participaci¨®n en un Gobierno de la derecha populista. La raz¨®n de Estado dice que no tienen raz¨®n. En la ¨¦poca de los "acuerdos" se ve a Ant¨ªgona como una hist¨¦rica, y a sus "leyes no escritas", como el c¨®digo de una secta. Sin embargo, las "leyes no escritas" -este territorio fronterizo entre los derechos humanos y su articulaci¨®n en las constituciones- son el componente m¨¢s importante en la evoluci¨®n de una sociedad humanitaria. Es el terreno de juego ut¨®pico de poetas y fil¨®sofos. ?C¨®mo hubi¨¦ramos llegado a la Declaraci¨®n de los Derechos humanos sin el Serm¨®n de la Monta?a del Nuevo Testamento, el ensayo de Montaigne sobre los can¨ªbales, las Metamorfosis de Ovidio, Los viajes de Gulliver de Swift o La flauta m¨¢gica de Mozart? La mont¨¦e de l'insignifiance de Castoriadis, Identit¨¦s meurtri¨¨res de Maalouf, Culture and imperialism de Said, Regeln f¨¹r den Menschenpark de Sloterdijk, Harmonie und Gewalt de Cacciari, Moralbewusstsein und kommunikatives Handeln de Habermas, Vita activa de Hannah Arendt, no son sino una peque?a selecci¨®n de los intentos actuales de explorar, de definir, este territorio lim¨ªtrofe entre utop¨ªa y realidad, y de hacerlo con un ritmo cada vez m¨¢s apremiante, marcado por las tremendas mutaciones de nuestra sociedad. Debido precisamente a que las leyes establecidas por escrito no son capaces de seguir las turbulentas modificaciones de la sociedad, se vuelve m¨¢s importante todav¨ªa la ¨¦tica de las "leyes no escritas" tal como son formuladas por los pensadores y artistas de nuestra ¨¦poca. Frente a esto se halla una sociedad de los medios de comunicaci¨®n que habla y habla hasta el hast¨ªo del esp¨ªritu de Ant¨ªgona con historias fantasmag¨®ricas sobre las as¨ª denominadas "sanciones", con consultas populares que suenan a enigmas de la Esfinge de Tebas, con acciones que son puro teatro en lugar de con teatro que induzca a acciones, con love parades en lugar de con un amor de lejos.
El humanismo vive de la "memoria" y el arte es un creador privilegiado de este mosaico de la memoria. Por eso, el arte es siempre pol¨ªtico, pero los asuntos de Gobierno -la pol¨ªtica- no pueden constituir su misi¨®n. El arte tiene que fomentar la conciencia pol¨ªtica de los ciudadanos para que ¨¦stos elijan la mejor pol¨ªtica posible. Mediante su efecto estimulante sobre la "memoria", el arte fomenta la acci¨®n, impulsa la evoluci¨®n humanitaria, mientras que toda ideolog¨ªa pol¨ªtica -aunque planifica el futuro- frena el progreso de esta historia. En consecuencia, el arte se convierte en una lengua muerta cuando se transforma la tradici¨®n en ideolog¨ªa.
Los festivales, y el de Salzburgo el primero, son, por ello, intr¨ªnsecamente pol¨ªticos; porque los festivales surgen de la meditaci¨®n sobre la tradici¨®n y de la melancol¨ªa por el hecho de que parece que el arte no es capaz de convertir las utop¨ªas en historia de la humanidad; porque aqu¨ª el encuentro de distintas formas art¨ªsticas ilumina claramente los mismos pensamientos b¨¢sicos y sentimientos, y por ello da a conocer preguntas existenciales; porque los asistentes a un festival le dedican su ocio al arte, que, por ello, no deber¨ªa mostrarse como un admirable objeto de consumo, sino como un sujeto sugerente desde el punto de vista de la comunicaci¨®n.
Para lograr esto hay que romper la tradici¨®n, igual que se parte el pan para que el futuro pueda alimentarse de ¨¦l. S¨®lo as¨ª pemanece viva Ant¨ªgona -sepultada en vida- y puede denunciar como violaci¨®n de la sociedad humana toda acci¨®n que sacrifica la ¨¦tica en el altar de la raz¨®n de Estado.
G¨¦rard Mortier es director art¨ªstico del Festival de Salzburgo
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