Los mosquitos 'cierran' Central Park
Toque de queda en el 'pulm¨®n' de Nueva York para evitar que el insecto propague un virus africano
El programa de la Filarm¨®nica de Nueva York inclu¨ªa la Sinfon¨ªa n¨²mero 5 de Shostak¨®vich y los Episodios para danza de Coppland. Corr¨ªa una suave brisa y los primeros espectadores empezaban a sacar manteles y manjares para disfrutar de una de las atracciones m¨¢s placenteras de las noches de verano en la Gran Manzana: los conciertos al aire libre de Central Park. Pero vol¨® el mosquito y con ¨¦l lleg¨® el p¨¢nico. El pasado lunes, la alcald¨ªa de la ciudad se vio obligada a cancelar la velada musical y cerrar el parque tras detectar, por primera vez en el centro de Manhattan, el rastro de un mosquito portador del virus del Nilo occidental, que el a?o pasado caus¨® la muerte de siete personas."El peligro era muy peque?o, pero no pod¨ªamos arriesgarnos con 30.000 personas en el parque, sentadas durante dos o tres horas", explic¨® el alcalde de la ciudad, Rudolph Giuliani, al justificar una decisi¨®n que, m¨¢s que tranquilizar los ¨¢nimos, ha sembrado la alarma, y los pesticidas, en las calles de Nueva York. "La gente debe seguir llevando una vida normal, salvo por una sola noche, cuando fumiguemos, y luego todo volver¨¢ a la normalidad". Aun as¨ª, desde hace unos d¨ªas los neoyorquinos se miran mucho m¨¢s el ombligo por miedo a descubrir un picadura sospechosa.
El virus del Nilo occidental, que toma el nombre de la regi¨®n de Uganda donde fue descubierto por primera vez en 1937, apareci¨® en la ciudad el a?o pasado ante la gran sopresa de los especialistas, que hasta entonces nunca lo hab¨ªan detectado en esta parte del hemisferio. La enfermedad s¨®lo se transmite a trav¨¦s de los mosquitos, que, a su vez, se infectan tras picar a los p¨¢jaros, que son los portadores del virus. ?ste puede provocar encefalitis (inflamaci¨®n del cerebro) y meningitis (inflamaci¨®n de parte del cerebro y la espina dorsal). El a?o pasado, 62 personas resultaron infectadas y siete de ellas, la mayor¨ªa ancianas, murieron.
Las autoridades de Nueva York todav¨ªa no han podido averiguar c¨®mo lleg¨® el virus a la ciudad, pero suponen que fue a trav¨¦s de un p¨¢jaro o un humano infectado procedente de algunas de las regiones donde se propaga con m¨¢s frecuencia: Egipto, Asia, Israel, Sur¨¢frica, partes de Europa y Australia. El verano pasado, la infecci¨®n afect¨® sobre todo a los barrios perif¨¦ricos de Manhattan: Queens, Brooklyn, Staten Island y el Bronx, que, bordeados por el East River y el mar, ofrecen las perfectas condiciones para que el mosquito se reproduzca, incluso entre tanto rascacielos.
A lo largo de todo el invierno se multiplicaron las campa?as de fumigaci¨®n a la espera de los calores del verano. Hace diez d¨ªas la enfermedad fue descubierta en m¨¢s de 40 p¨¢jaros en los mismos distritos, prueba de que el virus hab¨ªa sobrevivido al fr¨ªo. Por ahora no se ha detectado ninguna v¨ªctima humana. Una muestra tomada el 12 de julio en algunos de los 90 observatorios repartidos por toda la ciudad confirm¨® lo que las autoridades sanitarias m¨¢s tem¨ªan: el mosquito hab¨ªa volado hasta Manhattan. La alcald¨ªa decidi¨® suspender el concierto del lunes por la noche como medida de prevenci¨®n y a partir de ahora cerrar¨¢ Central Park todas las noches a las nueve y media: el insecto, como buen neoyorquino, s¨®lo ataca en la oscuridad.
Tras rociar de insecticida las 340 hect¨¢reas del parque, las autoridades de Nueva York empiezan esta noche a fumigar las calles de la ciudad, con su flotilla de camionetas, de Este a Oeste y desde la 23 hasta la 11, una medida que ya ha desatado la pol¨¦mica. Varias organizaciones medioambientales aseguran que el remedio puede ser peor que la enfermedad y que los productos utilizados no s¨®lo pueden matar otros animales, sino perjudicar la salud de personas con problemas respiratorios. La ciudad afirma que los insecticidas que utiliza, Anvil y Scourge, son inofensivos, act¨²an como las sustancias naturales que producen los crisantemos y se evaporan al sol. Pero, por si acaso, aconseja a los vecinos de los barrios fumigados que cierren sus ventanas, se pongan manga larga y se roc¨ªen concienzudamente de repelente antimosquito.
Los neoyorquinos, que han sobrevivido a la ola de cr¨ªmenes de los ochenta y la especulaci¨®n inmobiliaria de los noventa, se lo toman con cierta filosof¨ªa; al fin y al cabo, los insectidas son s¨®lo la ¨²ltima sustancia qu¨ªmica que invade la vida nocturna. La prensa amarilla ha puesto en portada mosquitos del tama?o de una rata, otra de las plagas de la ciudad, para despertar las conciencias y vender m¨¢s ejemplares. Pero lo ¨²nico que han conseguido despertar es el temor a que los ataques de fiebre no sean los del s¨¢bado noche.
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