Divertido, ingenioso, bullicioso
Desde hace a?os la Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico ha estado falta de personalidad. Ha sido, por un lado, incapaz de crear escuela y, por el otro, de dejar que directores importantes impusieran, dejando de lado el concepto de compa?¨ªa, una est¨¦tica fuerte, propia, contundente. Por esto resulta especialmente apreciable el trabajo que ha realizado Joan Font con las Maravillas de Cervantes, donde ha reunido, creando una dramaturgia unificadora, los entremeses Los habladores, El viejo celoso, La elecci¨®n de los alcaldes de Daganzo, La cueva de Salamanca y El retablo de las maravillas. La est¨¦tica de Comediants, con una mirada contempor¨¢nea hacia la Commedia dell'arte, y los textos de Cervantes, dan como resultado un espect¨¢culo divertido, simp¨¢tico, inteligente e incluso familiar, en el mejor sentido de la palabra.Lo que no se tiene en ning¨²n momento es la sensaci¨®n de estar ante un monumento literario, que es el peor f¨¢rrago que suelen conllevar los cl¨¢sicos. Joan Font se ha puesto a jugar con los textos y, de su propia diversi¨®n y la de los actores que hacen de sus personajes aut¨¦nticas caricaturas de tebeo, nace esta puesta en escena que es ¨¢gil, ingeniosa, bulliciosa y, s¨®lo a ratos, demasiado ingenua. Una idea excelente utilizar Los habladores como hilo conductor, porque, al cortar la historia para hacerla aparecer a cada interescena, la pesadez verborreica del hablador (imagen rediviva de Groucho Marx) se eleva a la en¨¦sima potencia, al tiempo que, mientras el hablador persigue por las calles a su pobre v¨ªctima, se va creando una unidad espacial, como si todas las historias ocurriesen en un ¨²nico pueblo. Surge as¨ª un universo de an¨¦cdotas, como si Cervantes hubiese ido tomando sus ideas de una casa o de otra.
Maravillas de Cervantes
De Miguel de Cervantes. Versi¨®n: Andr¨¦s Amor¨®s. Dramaturgia: Joan Font y Luisa Hurtado. Direcci¨®n: Joan Font. Int¨¦rpretes: Esteve Ferrer, Anna Brians¨®, Jes¨²s Hier¨®nides, Nacho de Diego, Juan A. Codina, Fernando Sansegundo, Rafael Ramos de Castro, Pilar Massa, Goizalde N¨²?ez, Gregor Acu?a, Jos¨¦ Luis Torrijo, Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez, Nacho Silva, Cristina Samaniego, Gilberto Moci?o, Antonio Orihuelam, Eduardo Aguirre, Lorenzo Solano, Juan Le¨®n, Manuel Medina. Escenograf¨ªa, vestuario y m¨¢scaras: Joan J. Guill¨¦n. Iluminaci¨®n: Juan G¨®mez Cornejo, Fernando Ayuste. Coreograf¨ªa: Montse Colom¨¦. M¨²sica: Josep Gol. Teatre Grec, Barcelona, 26 de julio.
Es as¨ª como emerge cada entrem¨¦s. El de El estudiante de Salamanca, por ejemplo, donde un estudiante trapacero se las ingenia con malas artes para que un marido enga?ado no sospeche de la ligereza de su mujer y su criada, que esconden a sus amantes en la carbonera. O el de El viejo celoso, donde, con la ayuda de la vecina, una mujer prisionera de los celos de su esposo se las arregla para introducir a su amante y gozar de ¨¦l ante las mismas barbas del viejo marido. O el de El retablo de las maravillas, donde, con la advertencia de que quien no vea los prodigios esc¨¦nicos del retablo ha de ser o bastardo o jud¨ªo converso, unos actores van de pueblo en pueblo estafando a quien los contrata. O, por fin, el de La elecci¨®n de los alcaldes, donde se hace burla de la simpleza de cada cual, alcaldes todos con las trazas de Sancho Panza.
La puesta en escena se articula en torno a un contenedor rojo, una gran caja que puede desplegarse para ir creando los diferentes espacios que la obra precisa. El vestuario parece creado para la colecci¨®n de disfraces de Mortadelo. La pl¨¢stica es, pues, tan simple como eficaz. Y todo se asienta, al fin, en la palabra y el gesto. Actores enmascarados, grandes narices de Commedia dell'arte, y un gesto que define a todos los personajes, afortunados estereotipos, con una gracia que s¨®lo verlos obliga ya a esbozar la sonrisa. No es poco importante que en este caso Joan Font haya podido contar con un equipo de espl¨¦ndidos actores que, bajo la m¨¢scara, se intercambian los papeles. A ellos se les a?aden acr¨®batas, m¨²sicos y un instrumento viviente, a la vez sintetizador y lagarto prehist¨®rico, que sirven de relleno.
Con las Maravillas de Cervantes, la Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico establece un camino a seguir. Pero tambi¨¦n Joan Font, que habitualmente falla por el gui¨®n, ha tenido la oportunidad de demostrar que su talento festivo se crece ante unos textos s¨®lidos. Ha sido, pues, un maridaje beneficioso para ambas partes. Y beneficioso para un p¨²blico que se divierte ante las palabras de Cervantes y ante los juegos esc¨¦nicos de Joan Font. Un montaje, sin duda, para todos los p¨²blicos
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