Reflexiones sobre el uso de la fuerza militar
La reciente lectura de dos magn¨ªficas muestras de periodismo de investigaci¨®n me ha hecho reconsiderar mi actitud ante la Guerra del Golfo de 1991 y la campa?a de bombardeos en Kosovo durante la primavera de 1999. El primer art¨ªculo, de Seymour Hersh en The New Yorker del 22 de mayo de 2000, se centra en una acci¨®n militar emprendida por la Divisi¨®n n¨²mero 24 de Infanter¨ªa Mecanizada dos d¨ªas despu¨¦s del alto el fuego oficial proclamado el 28 de febrero por el presidente Bush. El segundo, publicado en The New York Times el 17 de abril de 2000, analiza la elecci¨®n de los blancos de los bombardeos durante la campa?a de Kosovo.La po¨¦ticamente denominada Operaci¨®n Tormenta del Desierto, que se desarroll¨® entre el 24 y el 28 de febrero de 1991, destruy¨® por completo la capacidad de resistencia del Ej¨¦rcito iraqu¨ª frente a las fuerzas a¨¦reas, terrestres y navales de Estados Unidos desplegadas para expulsar a Irak del reino de Kuwait que hab¨ªa invadido poco antes. El presidente Bush anunci¨® un alto el fuego unilateral el 28 de febrero porque su objetivo pol¨ªtico no consist¨ªa en derrocar a Sadam Husein (al que durante muchos a?os, al igual que a otros generales dictadores como Somoza y Pinochet durante a?os, se consider¨® "un hijo de p", pero tambi¨¦n "nuestro hijo de p"). Muchos estadounidenses y europeos, tanto civiles como militares, se sintieron decepcionados al saber que la Tormenta del Desierto no iba a ocupar Bagdad y, de paso, destruir lo que quedara de los regimientos de ¨¦lite de la Guardia Republicana. Entre los decepcionados se encontraba el general Barry McCaffrey, que decidi¨® acercar su divisi¨®n de infanter¨ªa mecanizada a la autopista que necesariamente se utilizar¨ªa en la retirada por los camiones y tanques de los derrotados iraqu¨ªes. Una de las condiciones del alto el fuego era que todos los veh¨ªculos acorazados deb¨ªan colocar sus ca?ones en posici¨®n inversa (para no disparar). Hay pruebas abrumadoras que demuestran que los iraqu¨ªes cumplieron esa condici¨®n al pie de la letra y que tambi¨¦n intentaban rendirse personalmente cuando se encontraban a tiro de un estadounidense.
Ning¨²n periodista tuvo libertad para observar por s¨ª mismo la campa?a, condici¨®n que el Ej¨¦rcito hab¨ªa impuesto debido a su convicci¨®n de que la cobertura period¨ªstica de Vietnam hab¨ªa supuesto un factor muy importante en la derrota final de Estados Unidos. Seg¨²n el general McCaffrey, sus tropas fueron atacadas por los iraqu¨ªes que se retiraban. Seg¨²n afirmaron numerosos testigos durante la investigaci¨®n posterior de los acontecimientos del 2 de marzo, no hubo provocaci¨®n alguna por parte de los iraqu¨ªes. Dada la ausencia de una prensa libre, no conocemos toda la verdad, pero lo que ocurri¨® es que, en una acci¨®n calificada por el propio McCaffrey como "una de las escenas m¨¢s sorprendentes de destrucci¨®n en la que haya participado jam¨¢s", sus tropas destruyeron aproximadamente 700 camiones y veh¨ªculos acorazados, junto con un n¨²mero desconocido de soldados que ya se hab¨ªan rendido, un autob¨²s de un hospital con varias decenas de pacientes y personal sanitario y otros civiles que se encontraban en la zona por casualidad.
La campa?a de Kosovo, calificada como la primera operaci¨®n militar "humanitaria", tambi¨¦n pretend¨ªa utilizar una "fuerza abrumadora" para castigar a un dictador, Slobodan Milosevic, por maltratar a la mayor¨ªa ¨¦tnica albanesa en el Estado yugoslavo de Kosovo. En este caso, la fuerza abrumadora se deb¨ªa limitar a ataques a¨¦reos desde una altura m¨ªnima de 4.500 metros para no poner en peligro los aviones de la OTAN ni las vidas de los pilotos. El 24 de marzo, cuando se inici¨® la campa?a, la OTAN hab¨ªa identificado 219 objetivos, la mayor¨ªa de los cuales eran defensas a¨¦reas, comunicaciones militares y dep¨®sitos. En la tercera noche ya hab¨ªa resultado da?ada considerablemente casi la mitad de los objetivos, y el Ej¨¦rcito yugoslavo hab¨ªa iniciado la expulsi¨®n masiva de la poblaci¨®n de etnia albanesa del territorio de Kosovo.
Se pens¨® que Milosevic se rendir¨ªa en unos d¨ªas, pero, como no lo hizo, se apresuraron a buscar nuevos objetivos. El general Wesley Clark, un hombre por lo general razonable, reclam¨® 4.000, cifra que acab¨® reduci¨¦ndose a la mitad, y, para cuando termin¨® la guerra, se hab¨ªan atacado aproximadamente 650 objetivos terrestres. Los nuevos objetivos inclu¨ªan redes el¨¦ctricas, centrales t¨¦rmicas, tanques de almacenaje de combustible, l¨ªneas ferroviarias, los puentes sobre el Danubio y una serie de f¨¢bricas y almacenes. En el fragor de la batalla, la distinci¨®n entre objetivos civiles y militares se reduce r¨¢pidamente. Cosas como el combustible, la electricidad, la calefacci¨®n y los puentes, necesarios para la vida civil, se convirtieron en objetivos militares porque el autoproclamado l¨ªder de esos civiles no se rindi¨® como se esperaba.
Adem¨¢s -y ¨¦ste fue el motivo de la investigaci¨®n llevada a cabo por el diario The New York Times-, un edificio que se supon¨ªa que era un cuartel general militar yugoslavo, result¨® ser la Embajada de China. El objetivo militar real se encontraba aproximadamente a unos mil metros de la embajada, pero los que planificaron el ataque se hab¨ªan basado en una comparaci¨®n te¨®rica entre los n¨²meros de una calle muy conocida y los n¨²meros supuestamente "paralelos" de la calle en que se encontraba la embajada. El bombardeo accidental de la Embajada China provoc¨®, l¨®gicamente, un esc¨¢ndalo internacional, y -otra vez en ausencia de algo que pudiera parecerse a una prensa libre- hubo numerosos casos en los que por un deplorable accidente fueron atacados veh¨ªculos, trenes y hogares civiles desde una altura m¨ªnima de 4.500 metros.
En ambos casos, la Operaci¨®n Tormenta del Desierto y la campa?a a¨¦rea de Kosovo, el secreto militar y la ausencia de la prensa han hecho imposible saber m¨¢s que una verdad muy aproximada. En ambos casos, unos l¨ªderes militares frustrados utilizaron una "fuerza abrumadora" de tal modo que el remedio pudo ser peor que la enfermedad. En Irak, los jefes quisieron asegurarse de que "los chicos tendr¨ªan ocasi¨®n de disparar sus armas". Y si, por desgracia, alg¨²n soldado que se ha rendido, personal sanitario, ni?os o ancianos se encuentran casualmente en la l¨ªnea de fuego, pasan a ser "da?os colaterales". En Yugoslavia, el inicuo Milosevic se neg¨® a rendirse en unos d¨ªas y, como es natural, la obligaci¨®n de los l¨ªderes militares es proteger a sus tropas y su equipo de modo que no pueden cuestionarse la improvisaci¨®n de objetivos y los da?os a civiles. Y el efecto real inmediato de la campa?a a¨¦rea sin tropas terrestres fue multiplicar la limpieza ¨¦tnica en Kosovo. En lugar de cientos de personas chantajeadas o asesinadas en el transcurso de unos meses, decenas de miles de personas se vieron obligadas a abandonar s¨²bitamente sus casas y sus tierras.
En su momento aprob¨¦ la campa?a para expulsar de Kuwait a Sadam Husein. Hab¨ªa que hacer algo para detener a un dictador que hab¨ªa utilizado gas venenoso (en la guerra entre Irak e Ir¨¢n), que hab¨ªa invadido un Estado soberano vecino y que mataba de hambre a su pueblo para construir armas nucleares y qu¨ªmicas con la clara intenci¨®n de dominar todo Oriente Pr¨®ximo. Tambi¨¦n aprob¨¦ el bombardeo de Kosovo porque pensaba que se deb¨ªa hacer algo para impedir f¨ªsicamente que un dictador racista y megal¨®mano destruyera su propio pa¨ªs multi¨¦tnico. En el art¨ªculo en el que aceptaba la pol¨ªtica de la OTAN (EL PA?S, 24 de abril de 1999), tambi¨¦n dije que la acci¨®n militar deb¨ªa ir seguida ni m¨¢s ni menos que de un Plan Marshall para los Balcanes, algo que ni Estados Unidos ni Europa tienen la m¨¢s m¨ªnima intenci¨®n de financiar, ni ahora ni en un futuro cercano.
En lo que respecta a c¨®mo los dos art¨ªculos anteriormente mencionados han alterado mi opini¨®n, creo que ambos casos demuestran que, independientemente de las intenciones iniciales y de los objetivos declarados, el Ej¨¦rcito siempre debe estar sometido a una prensa libre y a un estrecho control civil. Los oficiales quieren que sus chicos tengan la oportunidad de disparar, no resultar heridos, y "alcanzar sus objetivos". Am¨¦n. Pero me pregunto cu¨¢ndo empezar¨¢ a sentirse verg¨¹enza de las "guerras" que carecen de riesgos para los que poseen unas "fuerzas abrumadoras" que dejan al pueblo iraqu¨ª en una situaci¨®n de pobreza y opresi¨®n cada vez peor y al Danubio pr¨¢cticamente in¨²til para la navegaci¨®n en todos los pa¨ªses ba?ados por sus m¨¢rgenes.
Se supon¨ªa que el objetivo de ambas intervenciones era defender los derechos humanos de las poblaciones kuwait¨ª, iraqu¨ª y kosovar. Probablemente evitaron que se produjera una opresi¨®n a¨²n mayor, teniendo en cuenta el largo y claro historial tanto de Husein como de Milosevic antes y despu¨¦s de las breves guerras. Pero la acci¨®n militar no resuelve nada por s¨ª sola y puede crear resentimientos nacionalistas duraderos contra la "comunidad internacional", incluso entre aquellos que no sienten amor alguno por sus dictadores nativos. Hay al menos dos cosas que me parecen absolutamente necesarias antes de emprender m¨¢s intervenciones "humanitarias". Tiene que haber un compromiso similar al Plan Marshall, igual de vinculante y financiado con la misma generosidad que las guerras. Y hay que estar dispuestos a arriesgar vidas en tierra para no destruir con bombas y misiles -de forma indiscriminada, impersonal, ignorante y est¨²pida- el tejido civil y la moral de los pa¨ªses o pueblos a los que supuestamente ayudamos.
Gabriel Jackson es historiador.
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