Goles a 40 grados
Aquellos que pensaban en la Eurocopa 2000 como el punto final a una temporada de saturaci¨®n futbol¨ªstica se equivocaban. El balompi¨¦, amo del almanaque, renuncia a tomarse vacaciones e invade durante estos d¨ªas el lugar de ocio veraniego por excelencia: el blanco tostadero de la playa. En la de La Victoria, en C¨¢diz, una gigantesca estructura instalada sobre la arena persuade a los ba?istas sobre la celebraci¨®n de un campeonato tan duro como espectacular: el Torneo DYC.El evento tiene todos los ingredientes de los acontecimientos deportivos californianos y la vistosidad de las pachanguitas brasile?as de Ipanema. Bellas azafatas, multitudes rugientes, c¨¢maras de televisi¨®n y camisetas sudadas forman parte de ese gran circo que llaman f¨²tbol playa. En lo estrictamente deportivo, el juego difiere de su hermano mayor, el f¨²tbol convencional, en la necesidad de los participantes de extremar la habilidad y el control del bal¨®n, as¨ª como en la rapidez de su desarrollo, que favorece el ataque y multiplica las posibilidades de gol. Por lo dem¨¢s, es la historia de siempre: 11 hombres corriendo detr¨¢s de una esfera de cuero, o c¨®mo elevar la patada a la categor¨ªa de arte a base de regates, voleas, chilenas y paradones.
Lo cierto es que el f¨²tbol playa ha venido experimentando en los ¨²ltimos a?os una profesionalizaci¨®n y una expansi¨®n mundial sorprendente. Desde el pasado 25 de mayo el Torneo DYC, reservado a equipos amateurs, ha recorrido 10 ciudades espa?olas con un ¨¦xito arrollador. Desde A Coru?a a Almer¨ªa, de Gij¨®n a Benalm¨¢dena, m¨¢s de 15.000 jugadores se han batido ya el cobre bajo el sol estival en lo que muchos consideran la consagraci¨®n definitiva de este deporte.
El respaldo recibido por futbolistas de verdad de la talla J¨²nior, Careca, Zico, Rummeniggue, Pap¨ªn, Canton¨¢, Altobelli, Gentile o Massaro, as¨ª lo acreditan. S¨®lo en la selecci¨®n espa?ola, que juega paralelamente la tercera ronda de la Liga Europea durante estos d¨ªas, milita una plantilla de veteranos que har¨ªa suspirar a m¨¢s de un entrenador de Primera: M¨ªchel, Butrague?o, Seti¨¦n, Joaqu¨ªn, Jim¨¦nez, Juan Carlos, Salinas, Sarabia...
Pero no todo es de color de rosa en la ceremonia del f¨²tbol playa. La resistencia del terreno convierte el juego en un verdadero suplicio para los participantes con menos fondo. Las altas temperaturas transforman las canchas port¨¢tiles en sartenes o barbacoas calcinantes. Asimismo, los jugadores, que saltan al combate descalzos o en calcetines, se someten a horas intespestivas a una genuina disciplina de faquir por mucho que se rieguen y refresquen previamente las arenas, buscando el gol a temperaturas que a menudo sobrepasan los 40 grados cent¨ªgrados.
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