Elogio del ox¨ªmoron ANTONI PUIGVERD
Nada es m¨¢s agradable, en verano, que un paseo vespertino y solitario por el campo. No hace falta alejarse mucho del pueblo o de las ¨²ltimas urbanizaciones. Cualquier camino conduce a unos campos ya segados. Admiremos los humildes rastrojos, el rastro rubio del trigo: campos como inacabables cabezas rapadas. Al caer la tarde, herido por su propia ferocidad, el sol se retira ensangrentado y el cielo recupera su azul m¨¢s puro. Un azul de pantal¨®n tejano cada vez menos lavado, m¨¢s oscuro. La brisa vespertina deja en el rostro del paseante una doble impresi¨®n: anuncia el amable frescor nocturno y, sin embargo, recuerda todav¨ªa la calidez diurna. El ox¨ªmoron es una figura ret¨®rica que intenta explicar esta contradictoria y amena sensaci¨®n, a la vez refrescante y caliente: expresi¨®n del bochornoso d¨ªa pasado y preludio de la enfriada noche. En esta hora, tambi¨¦n luz celeste es un ox¨ªmoron: es posible todav¨ªa captar la claridad, reflejo de un sol ya jubilado, pero no es menos visible el avance de las sombras precursoras. La noche caer¨¢ sobre el campo como una bota militar. Pero incluso bajo esta opresi¨®n oscura, la luz resistir¨¢: los rastrojos, los caminos y las plantas ser¨¢n visibles. Corneille describi¨® as¨ª la luz nocturna: "Cette obscure clart¨¦ qui tombe des ¨¦toiles". La oscura claridad que cae de las estrellas.Oscura claridad. El ox¨ªmoron es una combinaci¨®n de palabras supuestamente antag¨®nicas. Mediante su contradictoria combinaci¨®n es posible describir las sensaciones contrapuestas que la vida nos ofrece. A pesar de su utilidad, el ox¨ªmoron no es una figura ret¨®rica muy conocida. Su popularidad no puede compararse a la de la met¨¢fora, reina de los juegos literarios. Los reinos necesitan ley y orden. Una met¨¢fora puede ser muy extremada, pero las dos im¨¢genes que asocia deber¨¢n estar unidas por la analog¨ªa, por la l¨®gica. Cuando G¨®ngora describe la grandeza de la cueva del gigante Polifemo dice que es "de la tierra bostezo". El lector imagina, entonces, el globo terr¨¢queo boquiabierto, bostezando por una ¨²nica y colosal abertura. Se trata de una met¨¢fora tan fantasiosa como expresiva, pues describe indirectamente, y con gran eficacia, la monumentalidad de Polifemo. Fantasiosa, s¨ª, pero dentro de un orden: es producto de la l¨®gica. No es de extra?ar que el ox¨ªmoron tenga bastante menos prestigio. Es menos imaginativo que la met¨¢fora y, con frecuencia, cae en el t¨®pico. Pero est¨¢ liberado de la obligaci¨®n l¨®gica. No tiene por qu¨¦ responder a una visi¨®n coherente de las cosas. Contrariamente, intenta explicar la confusi¨®n, el desorden, las amplias regiones fronterizas de la condici¨®n humana.
Fronterizos son, por ejemplo, los sentimientos que alberga el ermita?o protagonista de un poema de Ausi¨¤s Marc. Solo en la vejez, despu¨¦s de sufrir durante a?os la soledad, ha conseguido domesticar la a?oranza, olvidar el bullicio del mundo y disfrutar de una limpia serenidad. Casualmente, un caminante se extrav¨ªa cerca de su ermita. Se reconocen: son amigos de infancia. En amena tertulia pasan toda la noche recordando el vino y las rosas de la juventud perdida. Sin darse cuenta, el ermita?o recupera rostros familiares y excitantes sensaciones enterradas. Recupera el perfil de los amigos, los ojos y los senos de una chica, el jolgorio de las fiestas, la m¨²sica de los bailes, el alegre piafar de los caballos, los sabores de un fest¨ªn. A la ma?ana siguiente, mientras el amigo desaparece en una curva del camino, el ermita?o recupera un viejo peso interior. La bulliciosa alegr¨ªa del encuentro se ha convertido en a?oranza. Es ya un anciano, pero los recuerdos han regresado con una vitalidad juvenil. Va a tener que aprender de nuevo el doloroso camino de la soledad. El amigo ha sido a la vez amable y cruel. Amable crueldad. La vida est¨¢ llena de ox¨ªmoros.
Los jerarcas de las iglesias, los guardadores de las esencias pol¨ªticas, los patriotas, los fan¨¢ticos del f¨²tbol, los extremistas de la raz¨®n y, en general, todos aquellos que defienden geograf¨ªas mentales monol¨ªticas, desear¨ªan separar el blanco del negro, la carne del esp¨ªritu, la raz¨®n del sentimiento. Pero la naturaleza, muy especialmente la humana, tiende a la mezcla de gustos, a la suma de verdades, a los c¨®cteles sentimentales. Tiende al ox¨ªmoron. El otro d¨ªa, en estas mismas p¨¢ginas, Josep Ramoneda se preguntaba por qu¨¦ raz¨®n los cambios claros que en Madrid son posibles (victoria absoluta de Aznar, nuevo presidente del Real Madrid, relevo generacional en el PSOE) parecen imposibles en Catalu?a (permanencia de Pujol, nu?ismo en el Bar?a, equilibrios en el PSC). No quisiera pecar de complaciente, pero no me parece tan mal que en Catalu?a la vida social y pol¨ªtica sea m¨¢s confusa que en otras partes. Es cierto que el pujolismo ha llegado a ser asfixiante, pero siempre ha tenido el contrapeso de unos poderosos ayuntamientos socialistas y de un Estado que sigue ejerciendo aqu¨ª mucho poder. Hace a?os se hablaba de la finezza pol¨ªtica de los electores catalanes, que en cada votaci¨®n escogen un color distinto como si quisieran evitar monopolios de poder. Maragall demostr¨® casi con ¨¦xito que, a diferencia de lo que le piden muchos partidarios del vuelco radical, en Catalu?a el cambio de la Generalitat tendr¨¢ muchos ingredientes nuevos, pero otros se mantendran en forma de herencia. Lo mismo pasa en el interior PSC: que ha evitado el predominio de una mayor¨ªa ensayando el dif¨ªcil y deseable vals del equilibrio. Puede chocar, igualmente, la pervivencia del nu?ismo, pero, en sus primeras declaraciones, Gaspart parece consciente de que su primer objetivo, m¨¢s que ganar la pr¨®xima liga, es suturar la herida que separa el barcelonismo en dos mitades fratricidas. Mil veces se ha dicho que el pecado mayor del nacionalismo catal¨¢n contempor¨¢neo es pretender una Catalu?a ideal, homog¨¦nea y uniforme, muy alejada de la variopinta Catalu?a real. Con frecuencia, el antinacionalismo ha pretendido la visi¨®n sim¨¦trica: contraria, pero igualmente uniforme. Un verso muy conocido de J. V. Foix podr¨ªa servir para describir la variedad catalana actual no como un problema, no como un pleito para resolver a la vasca, sino como una riqueza que cultivar, como un c¨®ctel ambiguo, excitante y sabroso: "M'exalta el nou i m'enamora el vell". Lo nuevo me exalta y lo viejo me enamora.
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