Ch¨¢vez recibe hoy el refrendo de las urnas
El caudillo militar lograr¨¢, seg¨²n los sondeos, un nuevo mandato presidencial de seis a?os
ENVIADO ESPECIAL. A 25 de julio del a?o 2000 en la Rep¨²blica Bolivariana de Venezuela, su presidente y fundador, Hugo Ch¨¢vez, imput¨® a una periodista dolosa animadversi¨®n contra la revoluci¨®n en curso. "Est¨¢s envenenada, Macky". ?Qu¨¦ le hab¨ªa dicho Macky Arenas, de Globovisi¨®n? Le hab¨ªa dicho que los inversionistas huyen aterrados, que nadie es feliz y todos despotrican contra un proceso que en sus 18 meses de vigencia s¨®lo ha causado recesi¨®n y ri?as entre compatriotas.
En las ant¨ªpodas, el historiador Freddy Dom¨ªnguez describe al izquierdista jefe de Gobierno, al favorito de las elecciones presidenciales de hoy, como el hombre providencial, humilde en la victoria, magn¨¢nimo con el vencido, ajeno a quien le busca para medrar, hechicero con los l¨ªderes nacionales o extranjeros que entraron en contacto con su verbo y magn¨¦tica personalidad. "Es indescriptible la expresi¨®n de empat¨ªa que unifica a todos sus seguidores al momento de tomar la palabra", celebra el autor de La revoluci¨®n pac¨ªfica y democr¨¢tica. Se le opone desde el pasado mes de marzo, tambi¨¦n como candidato, Francisco Arias, ex compa?ero de armas y de cuartelazo hace ocho a?os.
Pocas veces este pozo petrolero de 24 millones de habitantes, el 80% en la pobreza, ha conocido la idolatr¨ªa y odios sarracenos despertados por el comandante de paracaidistas que el 4 de febrero de 1992 entr¨® en la historia alz¨¢ndose en armas contra el socialdem¨®crata Carlos Andr¨¦s P¨¦rez. Hab¨ªa sido tan lacerante la corrupci¨®n, tantos los fracasos del r¨¦gimen bipardista establecido en 1958, que la mayor¨ªa aplaudi¨® al golpista, y lo condujo al triunfo en las presidenciales del 6 de diciembre de 1998. La Iglesia y la clase media, se sumaron al j¨²bilo, mientras los partidos Acci¨®n Democr¨¢tica (AD), socialdem¨®crata, y COPEI, democristiano, eran engullidos por la euforia del cambio.
"No ten¨ªa necesidad de acudir a la confrontaci¨®n para ganar elecciones", comenta el director de un vespertino de Caracas. Pero lo ha hecho de nuevo para mantener encendida la llama revolucionaria: prometi¨® que la oligarqu¨ªa habr¨ªa de temblar con sus medidas redentoras, equipar¨® al episcopado con lo peor de un r¨¦gimen de miserables, y Cuba fue mencionado como Norte. (Precisamente ayer Chavez habl¨® por tel¨¦fono sobre las elecciones con el l¨ªder cubano, Fidel Castro.) Gan¨® seis elecciones seguidas, y la inquina de los perdedores: la clase media, la mayor¨ªa de los empresarios, los profesionales de bachillerato y universidad. La concentraci¨®n de poderes, el presidencialismo, advierte el socialdem¨®crata Claudio Ferm¨ªn, el ¨²nico contendiente civil a la jefatura de Gobierno, tendr¨¢ funestas consecuencias. "No es ¨¦sta la Venezuela que yo sue?o".
Tampoco la quieren desgarrada otros. Ajeno a la condici¨®n de periodista del paciente, un m¨¦dico que atendi¨® a este corresponsal de madrugada, admiti¨® haber trocado la adhesi¨®n por apetencias asesinas, haber perdido la cordura harto de la demagogia y avasallamiento en la transici¨®n hacia el nuevo orden. "?Hay que matar a Ch¨¢vez!, ?hay que matarlo!", clamaba jeringuilla en mano.
Hay que levantarle un altar e ignorar el pataleo de una burgues¨ªa que protesta porque pierde privilegios y no es solidaria, reclaman los m¨¢s pobres o militantes, un sector convencido de que el pa¨ªs prosperar¨¢ a golpe de barril de crudo y justicia distributiva cuando el presidente gane hoy seis a?os m¨¢s de mandato, y la coalici¨®n Polo Patri¨®tico, el mayor n¨²mero de los 165 esca?os de la Asamblea Nacional, y 219 de los parlamentos locales y la mayor¨ªa de las 336 alcald¨ªas y 23 gobernaciones regionales."No le dejan gobernar esa banda de ladrones y oligarcas que nos ha robado el petr¨®leo", brama Anny, manicura de Sabana Grande. Hugo Ch¨¢vez Fr¨ªas cumpli¨® 46 a?os el viernes, y el primer tramo de unos cambios institucionales que causan crispaci¨®n y agotamiento, costes asumidos como inevitables por sus promotores.
El caudillo impera desde el 2 de febrero de 1999, fecha en que asume funciones y llama a refer¨¦ndum para una Asamblea Constituyente. A partir de entonces, conseguida la hegemon¨ªa pol¨ªtica en otras elecciones, arranca el asalto a las viejas instituciones, un embate que la debilitada oposici¨®n y la mayor¨ªa de los analistas denuncian intolerante, marcado por el manique¨ªsmo en los juicios de valor y la confrontaci¨®n est¨¦ril con todos los actores sociales, desde la Iglesia hasta los empresarios. Es la intolerancia a secas, se?ala Asdr¨²bal Aguiar, el ejercicio el poder sin contenci¨®n, con desplante, el aniquilamiento estrat¨¦gico de toda oposici¨®n pol¨ªtica.
El l¨ªder de Orinoco arrasa en la consulta a la Constituyente del 25 de abril, aunque con una abstenci¨®n de m¨¢s del 60%. La coalici¨®n gubernamental copa 123 de los 128 esca?os de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), que se declara plenipotenciaria y originaria. Ninguna otra instancia pudo enmendarle la plana. Los diputados redactan una Constituci¨®n a la medida de la revoluci¨®n, que es aprobada el 15 de diciembre del pasado a?o con m¨¢s del 70% de los sufragios emitidos. Ignorado, el cuarteto de oposici¨®n clama en el desierto, y en la calle, cuando la disputa pol¨ªtica arrecia, hay palos entre facciones.
La Carta Magna refrendada en consulta sum¨® dos poderes, el Electoral y el Ciudadano, a los tres tradicionales del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y para ocupar los tribunales y organismos derivados fueron designados hombres afectos a los ideales revolucionarios. No tardar¨ªan, sin embargo, en producirse colisiones en la alianza oficialista y entre los nuevos cargos, y el Congresillo, que sustituy¨® a la Asamblea Nacional Constituyente y se atribuy¨® todo tipo de competencias. Fueron disputas m¨¢s personales y o causadas por ambiciones o celos que pugnas propias del Estado de derecho. La transici¨®n es todav¨ªa confusa pese a que la Constituci¨®n vigente es la m¨¢s justiciera del mundo, seg¨²n destacan sus redactores, al velar por las minor¨ªas, y consagrar los derechos fundamentales de la persona. Calamitosa, ilusoria, afirman sus detractores, un documento que no subordina el poder militar al civil y promete beneficios que no ha producido, bienes que ni el Estado, ni la sociedad pueden costear.
El electorado que votar¨¢ de nuevo por al comandante de la boina roja habita en la pobreza, son venezolanos que hab¨ªan perdido toda esperanza, fundamentalmente la fe en los pol¨ªticos y en las virtudes de la democracia. Buena parte, sostiene Aguiar, ministro en el segundo Gobierno de Rafael Caldera (1993-98), "s¨®lo espera como s¨¢dico consuelo la soluci¨®n improductiva y revanchista de la venganza". Efectivamente, el chavismo admite su derecho al desquite, y a equivocarse en la erradicaci¨®n de vicios antiguos, y reconoce la corrupci¨®n existente detr¨¢s de Ch¨¢vez y entre los jefes militares. "Tampoco Felipe Gonz¨¢lez ni Aznar han podido solucionar el problema del terrorismo en Espa?a. ?Son por eso unos in¨²tiles?", comenta un periodista. "?Hay o no libertad en Venezuela? Si no les gusta Ch¨¢vez que no le voten, pero es injusto que le ataquen con esta sa?a y en a?o y medio le exijan resultados imposibles".
El aspirante Francisco Arias C¨¢rdenas, y las candidaturas de oposici¨®n independientes agrupadas con los rescoldos de AD y COPEI, proclaman que nunca habr¨¢ resultados positivos; llaman a la movilizaci¨®n de los indecisos contra un gobernante que citan enajenado, perturbado por la ¨¦pica de los libertadores americanos, incapaz de integrar al 20% de compatriotas que temen un regreso a esquemas econ¨®micos obsoletos, y la consolidaci¨®n de un autoritarismo de corte militar y mesi¨¢nico.
Votar en zona catastr¨®fica
El 60% de los 185.000 habitantes del litoral con derecho a voto deber¨¢ hacerlo en un tercio del territorio, porque el resto fue destruido por las inundaciones que en diciembre pasado causaron uno de los principales desastres de la historia del pa¨ªs. Los 40 kil¨®metros de costa caribe?a que fueron cubiertos por aludes de rocas, troncos, cad¨¢veres y saqueadores son hoy campo de batalla de las diferentes candidaturas por la presidencia, el gobierno del Estado y las alcald¨ªas.
Pancartas, banderolas y esl¨®ganes electorales conviven con los mensajes escritos hace casi ocho meses en las paredes de las viviendas y comercios sobrevivientes de unas precipitaciones que se transformaron la noche del 15 de diciembre en avalanchas, y que arrasaron todo a su paso desde las lomas dominantes. "Saqueada. No queda nada. Familia Fern¨¢ndez de Freitas. Todos vivos". "Un muerto", se?ala hacia el suelo una flecha en la poblaci¨®n Carmen de Uria.
Hugo Ch¨¢vez ganar¨¢ probablemente la presidencia pero no lo har¨¢ en el Estado de Vargas. All¨ª murieron aproximadamente 30.000 personas. Situado a menos de 40 kil¨®metros al norte de Caracas, las estad¨ªsticas del peque?o Estado no son halag¨¹e?as: 100.000 personas sin hogar, 8.000 refugiados, miles de millones de d¨®lares en da?os, elevados ¨ªndices de delincuencia, y un paro cercano al 60%. Cada superviviente recibe 50 d¨®lares (unas 9.000 pesetas) semanales a cargo del programa social Bol¨ªvar 2000, controlado por militares. "Vargas es la perla del presidente. Es una obsesi¨®n", declar¨® su gobernador desde 1998, Alfredo Laya, que aspira a la reelecci¨®n por Patria Para Todos, un partido de izquierdas que form¨® parte de la alianza Polo Patri¨®tico hasta entrar en colisi¨®n con el equipo del presidente y separarse finalmente. Laya fue elegido cuando pertenec¨ªa al frente oficial, pero durante las operaciones de rescate sostuvo agrios enfrentamientos con los jefes castrenses.
Hoy es un activo opositor de Ch¨¢vez, que se emple¨® a fondo en la campa?a por Vargas, a cuya reconstrucci¨®n se han destinado 1.000 millones de d¨®lares.
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