El f¨®sil viviente del Jard¨ªn Bot¨¢nico de Granada
"Un ¨¢rbol. Bien. Amarillo / de oto?o. Y esplendoroso / se abre al cielo, codicioso / de m¨¢s luz. Grita su brillo / hacia el jard¨ªn. Y sencillo, / libre, su color derrama / frente al azul."No es extra?o que la poetisa Elena Mart¨ªn Vivaldi, asombrada, dedicara un poema al ginkgo biloba del Jard¨ªn Bot¨¢nico de Granada. Este ejemplar es la envidia del resto de ¨¢rboles del rodal, que ya desnudos y enclenques al final del oto?o deben soportar la visi¨®n del exuberante follaje dorado que a¨²n luce.
Hasta los a?os sesenta, este ginkgo plantado en 1889 fue el ¨²nico existente en Granada. La base de su tronco ronda hoy el metro de di¨¢metro y su altura supera, con mucho, el contiguo edificio de la Facultad de Derecho. Lo que atrajo a Mart¨ªn Vivaldi de este ¨¢rbol, adem¨¢s de su belleza, fue el halo de misterio oriental que envuelve a la especie.
Los bot¨¢nicos Jos¨¦ Tito y Manuel Casares, que han restaurado recientemente el Jard¨ªn Bot¨¢nico de Granada, lo consideran "un f¨®sil viviente". Sus parientes m¨¢s lejanos proliferaron en el Paleozoico, cien millones de a?os antes de la extinci¨®n de los dinosaurios. Con el paso del tiempo, fueron desapareciendo y posiblemente, a diferencia de otros seres vivos, han conseguido sobrevivir hasta hoy gracias al cuidado del hombre, que en Oriente los considera ¨¢rboles sagrados desde el siglo IX.
Los ginkgos son originarios de China. Para Occidente fueron descubiertos en 1690 en Jap¨®n, donde abundan en los templos. Por eso en Europa se les conoci¨® como "¨¢rboles de las pagodas". Fueron importados como ¨¢rboles ornamentales. Son caducifolios y la forma de sus hojas divididas en l¨®bulos recuerda a la de un abanico. El fruto, blaquecino y del tama?o de una cereza, es ligeramente t¨®xico y se descompone r¨¢pidamente produciendo un olor nauseabundo similar al de la mantequilla rancia. Algo que no impidi¨® a los poetas orientales calificarlos como "albaricoques de plata". Cada fruto encierra una semilla parecida a un pistacho, muy apreciada en Oriente donde se la conoce como "nuez de ginkgo".
A Espa?a no llegaron hasta finales del siglo XIX. Fueron plantados como rarezas vegetales en los jardines bot¨¢nicos. Hoy se conservan ejemplares notables en los de Madrid, Monforte (Valencia) y en lo que fue el jard¨ªn bot¨¢nico de M¨¢laga. El ginkgo de Granada es uno de los m¨¢s antiguos de Espa?a y, hasta que fue plantado otro en la Facultad de Farmacia y una hilera en el Parque Garc¨ªa Lorca, el ¨²nico de la provincia.
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