"Salir a la calle es como tirarse a la piscina" RAM?N DE ESPA?A
Pregunta. Echo algo en falta en esta casa, amigo Bold¨²... ?Tu perro!... ?C¨®mo se llamaba?Respuesta. Higgins. Muri¨®, el pobre. Hace un par de meses. Un ataque al coraz¨®n, pero se me meti¨® en la cabeza que se hab¨ªa atragantado con algo y se hab¨ªa ahogado, as¨ª que lo llevamos a un veterinario para que reconociera el cad¨¢ver. Deber¨ªas haber visto la cara que pon¨ªamos mi mujer, nuestros dos hijos y yo mientras el veterinario le met¨ªa el brazo entero por la boca al pobre bicho a ver si encontraba alg¨²n hueso...
P. ?Ya has dibujado la correspondiente historieta al respecto?
R. A¨²n no. Ya sabes que yo procedo por orden cronol¨®gico, as¨ª que mis historietas van ligeramente por detr¨¢s de mi vida.
P. Tu vida es tu obra, me consta. Primero publicaste Bohemio, pero abstemio. Luego, Memorias de un hombre de segunda mano. ?En qu¨¦ est¨¢s ahora?
R. El pr¨®ximo libro se llama Amor y pistachos. ?Te cont¨¦ que estuve haciendo de ayudante de direcci¨®n en una pel¨ªcula porno?
P. Algo me hab¨ªas explicado: que te llevaste a tu hijo de int¨¦rprete porque t¨² no sab¨ªas ingl¨¦s...
R. Hay que rentabilizar al muchacho, que para algo le he pagado cursos en Estados Unidos. La pel¨ªcula se llama Uranus exploration y la han rodado los de Private entre Sant Cugat y Vilassar. ?Sabes qu¨¦ hac¨ªa el equipo en los ratos muertos? Comer pistachos. All¨ª se follaba y se com¨ªan pistachos, eso era todo. De ah¨ª el t¨ªtulo.
P. ?Qu¨¦ tal te lo pasaste?
R. Muy bien. Y mi hijo tambi¨¦n. A sus 19 a?os, lleg¨® al rodaje en un estado de gran timidez, pero enseguida se hizo el amo del cotarro. Lo m¨¢s curioso era la diferencia de actitud entre los actores espa?oles y los extranjeros. Los de fuera eran n¨®rdicos, eslavos... Mientras esperaban para entrar en acci¨®n, ellas hablaban de trapitos y ellos le¨ªan revistas de motos. Una frialdad tremenda, la verdad. Los espa?oles, por el contrario, ten¨ªan muy buen rollo. Si un t¨ªo ten¨ªa que rodar y no se empalmaba, le ped¨ªa a una de las chicas que le practicara una felaci¨®n. Ella se la hac¨ªa y tan contentos.
P. Tus historias dan para ser adaptadas al cine.
R. Estoy en ello. Intent¨¦ montar una serie de televisi¨®n sobre un dibujante de c¨®mics al que le pasan cosas ins¨®litas, pero la cosa est¨¢ en el limbo.
P. Lo tuyo es muy crudo para la tele, Bold¨², ah¨ª el que triunfa es ese pedazo de humanista que es Emilio Arag¨®n.
R. Ya. Pero a la gente le gustan mis historias, y al ver que yo no tengo el menor pudor para explicar lo que me pasa, ellos me explican cada cosa... Gracias a los tebeos he conocido a personajes con unas fantas¨ªas asombrosas....
P. ?Por ejemplo?
R. Un d¨ªa, una mujer me propuso hacer un tr¨ªo con su marido...
P. Eso no es muy original.
R. ?Pero es que el marido estaba muerto! Ella conservaba las cenizas en casa, dentro de una urna, y quer¨ªa que hici¨¦ramos el amor delante de los restos del pobre hombre. Intu¨ª que sus problemas mentales me superaban y declin¨¦ amablemente la oferta.
P. Cu¨¦ntame alguna que hayas aceptado.
R. Hay una historia que estoy dibujando en estos momentos. Conoc¨ª a una chica y me la llev¨¦ a casa de mis padres para echar un polvo. Mis padres no estaban, claro. Cuando sal¨ªamos, nos cruzamos en la escalera con un perro con muy mala pinta. La chica empez¨® a acariciarlo mientras a m¨ª se me pon¨ªan por corbata, pero enseguida se desinteres¨® de ella y se acerc¨® a m¨ª. Yo sal¨ª corriendo escaleras arriba y no par¨¦ hasta que sal¨ª a la azotea y cerr¨¦ la puerta... Mira c¨®mo son las cosas... All¨ª, en el tejado de mi infancia, ya no pensaba en la chica. Me lanc¨¦ a todo tipo de reminiscencias infantiles. Record¨¦, por ejemplo, que de peque?o pensaba que las mujeres ten¨ªan pito, y que me preguntaba c¨®mo se lo hac¨ªa la gente para venir a este mundo a trav¨¦s de un agujero tan peque?o...
P. Tu mujer debe de ser muy comprensiva, ?no?
R. Me quiere tanto como yo a ella. Me respeta y sabe que todo lo que hago es para tener material para mi obra. Es que a m¨ª, ya lo sabes, me basta con la realidad para construir mis historietas. Para m¨ª, salir a la calle es como echarme a una piscina. El mundo est¨¢ lleno de historias incre¨ªbles.
P. ?Nunca se te ha cabreado nadie al verse en tus dibujos?
R. Hubo un tipo que quiso llevarme a juicio, a pesar de que le hab¨ªa cambiado el nombre, pero al final lo dej¨® correr. A algunos les encanta. Una vez dibuj¨¦ una historia que pasaba en mis tiempos de hippy, cuando el amor libre y todas aquellas chorradas. En una secuencia, est¨¢bamos un mont¨®n de gente en plena org¨ªa y un ni?o peque?o, hijo de uno de los participantes, deambulaba por all¨ª intentando que alguien le hiciera un bocadillo. Veinte a?os despu¨¦s, ese cr¨ªo me llam¨® para agradecerme que le hubiera convertido en el personaje de una historieta.
P. ?No se indign¨® tu primera mujer con todas aquellas historietas sobre vuestro divorcio?
R. No las le¨ªa. La que me retir¨® la palabra fue nuestra hija. Acabamos haciendo las paces, pero me hizo prometer que no dibujar¨ªa nada m¨¢s sobre su madre. Fue una promesa f¨¢cil de cumplir, pues el tema ya no daba m¨¢s de s¨ª.
P. A tus hijos ?qu¨¦ les parece lo que haces?
R. Bueno, estos chicos de ahora son muy conservadores. Si su madre se pasea en pelotas, le ruegan que se vista. Y el peque?o, en concreto, considera que lo hago todo mal. Quiz¨¢ es que nos comunicamos demasiado.
P. Es lo que dec¨ªa Homer Simpson: el problema de la familia es un exceso de comunicaci¨®n.
R. Cuando cada miembro de la familia tenga un televisor port¨¢til individual, todo se arreglar¨¢. Ser¨¢ fant¨¢stico. ?Varias personas juntas, sumidas en el programa que les interesa, sin dirigirse la palabra!
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