En el fondo del r¨ªo
Cuando el r¨ªo J¨²car llega a Cullera alcanza una serenidad casi femenina. Se dir¨ªa que trata de alejarse de s¨ª mismo. Marca distancias con el macho devastador que de forma c¨ªclica se sale de su cauce y se traga todo cuanto encuentra a su paso. Sin embargo, ninguno de los fil¨®sofos anfibios que dilucidan el sentido de la vida en las oscilaciones del corcho de su ca?a de pescar sobre la superficie del r¨ªo lo olvida. Por debajo de esa serenidad fluye una furia criminal.Antes de que se construyeran las presas de Alarc¨®n y Tous los desbordamientos se produc¨ªan con una frecuencia extraordinaria. En 1473 el J¨²car engull¨® Alzira y la ciudad hubo de ser repoblada de nuevo. Unos a?os despu¨¦s, en 1590 se produjeron una veintena de desbordamientos consecutivos que sembraron el terror por los pueblos ribere?os. Y en 1864 el r¨ªo volvi¨® a dejar un reguero de muerte, que s¨®lo fue olvidado por el derrumbamiento de la presa de Tous, en 1982, que convirti¨® la comarca en un inmenso lago. Como consecuencia del desastre hubo que reconstruir pueblos enteros, y los damnificados, que sobrepasan los 30.000, han tenido que sufrir adem¨¢s uno de los casos judiciales m¨¢s largos de la historia.
Estos son algunos de los sacrificios que han tenido que tributar los vecinos al r¨ªo. A cambio, el r¨ªo se deja sangrar para darle una fertilidad colosal a la tierra que habitaban. Esto propici¨® el cultivo de la naranja en 1781, cuando un p¨¢rroco de Carcaixent, Vicente Monz¨®, realiz¨® un experimento bot¨¢nico con una variedad c¨ªtrica que hasta entonces s¨®lo se destinaba a la decoraci¨®n y le confiri¨® textura comercial. Desde entonces el cultivo de la naranja se propag¨® por las zonas m¨¢s propicias hasta configurar uno de los signos de identificaci¨®n m¨¢s flagrantes, a la vez que distorsinadores, de los valencianos.
Pero el r¨ªo J¨²car, tras propiciar el prodigio citr¨ªcola, y antes de amansarse y convertirse en un puerto asi¨¢tico en Cullera -con una composici¨®n ideal para llevar de paseo a la suegra-, destina sus ¨²ltimos esfuerzos al cultivo del arroz, que supone, junto al que se produce en marjal de Pego, el 15% de la producci¨®n espa?ola. Que es tanto como decir 120.500 toneladas. Nada ha coloreado tanto las circunstancias de los valencianos como el arroz consagrado en la cocina. Por regla general, el valenciano o viene de comerse un plato de arroz o se encamina a hacerlo. De lo contrario, est¨¢ pensando en ello. Aqu¨ª, casi todo se culmina con una paella, y a menudo el debate sobre sus ingredientes despierta m¨¢s entusiasmos que el mapa del genoma.
En medio de esta extensi¨®n, que recuerda al delta del Mekong, est¨¢n los santos de la piedra, Abd¨®n y Sen¨¦n, para proteger las cosechas y alimentar sus entusiasmos que destraumatizan al r¨ªo. Aunque ahora las plagas reciben nombres como OCM y vienen dictadas desde la Comisi¨®n Europea.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
