?lvaro Pombo reivindica la novela hist¨®rica
El escritor debe interpretar la realidad a trav¨¦s de la irrealidad, afirma el autor de 'La cuadratura del c¨ªrculo'.
Tan pronto como la ficci¨®n entra en la historia, la historia acaba desapareciendo en su validez, as¨ª que toda novela hist¨®rica deber¨ªa llamarse una novela, sin m¨¢s", explic¨® el escritor ?lvaro Pombo en el curso de verano que la Universidad Complutense ha dedicado a este g¨¦nero literario. "S¨®lo deber¨ªan escribirse novelas hist¨®ricas en caso de necesidad, porque tenemos demasiadas ficciones y necesitamos m¨¢s historias verdaderas", a?ad¨ªa. Pero cuando ya ten¨ªa a los alumnos convencidos del divorcio irreconciliable entre historia y novela, solt¨® la contradicci¨®n: resulta que la narraci¨®n ficticia, si es buena, no s¨®lo no emborrona las verdades hist¨®ricas, sino que las precisa y concretiza.Lo explic¨® con un ejemplo: "Por mucho que leamos lo hist¨®ricamente avalado acerca de la segunda cruzada, quiz¨¢ necesitemos una novela m¨ªa como La cuadratura del c¨ªrculo para hacernos percibir la estupidez que presidi¨® todo aquello". La tesis de Pombo es que a la novela hist¨®rica, para ser buena, no le basta una confirmaci¨®n historiogr¨¢fica de su rigor, ni el reconocimiento de su calidad literaria. Para ser algo m¨¢s que un adorno de la historia que s¨®lo deleite "a los lectores semicultos", la novela hist¨®rica requiere un autor que sepa interpretar la realidad a trav¨¦s de la irrealidad, que ilumine "lo dado, lo presente y lo pasado mediante lo no dado, lo ausente y lo futuro". Cuando todo esto concurre, el g¨¦nero no es un caj¨®n de sastre que se vende bien, sino "una bomba de efecto retardado" que ayuda a comprender el significado del mundo.
Antes de llegar a estas conclusiones, Pombo sembr¨® con su discurso apasionado todas las dudas posibles sobre la convivencia en un mismo g¨¦nero del rigor que reclaman los hechos hist¨®ricos y la ficci¨®n. Cit¨® el arranque del Quijote como prueba del "hiato desmesurado" entre historia y novela. El periodismo y los textos b¨ªblicos son para el autor dos buenos ejemplos de que la mezcla entre ficci¨®n y realidad defrauda a los lectores interesados por conocer la segunda. "Un peri¨®dico puede llamarse La verdad de Murcia, mientras que una novela que llevase el mismo t¨ªtulo nos parecer¨ªa una gran boutade".
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