Las empresas buscan su tama?o ideal
Las compa?¨ªas europeas duplican sus inversiones para crecer y hacer frente a la 'nueva econom¨ªa'
Empezando por casa
Muchas fusiones empresariales acaban peor que los matrimonios de los famosos. A¨²n as¨ª, compa?¨ªas de todo el mundo se han casado durante los dos ¨²ltimos a?os a un ritmo sin precedentes. S¨®lo en la primera mitad de este a?o, se han anunciado 3.310 operaciones por un valor r¨¦cord de 643.000 millones de d¨®lares (117 billones de pesetas), seg¨²n la consultora KPMG. Europa, que duplic¨® sus inversiones en fusiones y adquisiciones, se ha convertido en la zona m¨¢s caliente. "EE UU ya ha tenido cinco a?os consecutivos con vol¨²menes r¨¦cord", advierte Juan L¨®pez Carretero, de Lehman Brothers. Mientras digieren sus muchas transacciones, Europa coge aire.El torrente de compras en Europa est¨¢ aqu¨ª para quedarse. "Era un boom previsible y seguir¨¢ bastante fuerte", afirma un analista de un banco de inversi¨®n que prefiere no identificarse. Hay razones contundentes. "Europa ya es el ¨¢rea de fusiones m¨¢s activa, por dos razones l¨®gicas: es una zona rica y, sobre todo, muy fragmentada". El euro tiene mucho que ver. "Ha sido el principal catalizador". Cuando compa?¨ªas de dos pa¨ªses se funden, es m¨¢s f¨¢cil centralizar la actividad de la nueva empresa si sus antecesoras comparten moneda ¨²nica.
Pocas excusas m¨¢s se necesitan para que el negocio sea lo bastante grande y productivo, y est¨¦ en los pa¨ªses suficientes, como para competir con todo el mundo. "Crear valor para el accionista", puntualiza L¨®pez Carretero. Europa invirti¨® en fusiones 481.406 millones de d¨®lares el semestre pasado (88 billones de pesetas), casi el doble frente a los 276.535 millones (50 billones de pesetas) de la primera mitad de 1999. "Los compradores act¨²an m¨¢s r¨¢pido y con m¨¢s audacia que nunca", explica David Beever, de KPMG, responsable de estos datos. Muchas de las operaciones "m¨¢s l¨®gicas" ya han tenido lugar en EE UU, seg¨²n los analistas. Todo indica a que es el turno de Europa.
Para estar seguros han empezado a comprar en casa. Las operaciones entre empresas del Viejo Continente alcanzaron los 352.000 millones de d¨®lares (64 billones de pesetas), el triple que la primera mitad de 1999. Incluida la m¨¢s cara de la historia: la adquisici¨®n del grupo alem¨¢n Mannesmann por parte de la telef¨®nica brit¨¢nica Vodafone AirTouch por 183.000 millones de d¨®lares (34 billones de pesetas).Europa mira a EE UU con la misma avidez con la que pisa su propia calle. "Participar en una econom¨ªa grande y de alto crecimiento" es, a juicio de Lehman Brothers, el objetivo. En telefon¨ªa m¨®vil: la reciente compra de VoiceStream por la alemana Deutsche Telekom. En comunicaci¨®n: la adquisici¨®n de Seagram por la francesa Vivendi. En Internet: el sonoro desembarco de la espa?ola Terra en Lycos. "Es una forma r¨¢pida, para ciertos sectores, de conseguir tecnolog¨ªa", afirma un analista que tampoco quiere identificarse. "Si el euro est¨¢ d¨¦bil", a?ade, "es en parte porque el flujo de adquisiciones de empresas americanas por parte de empresas europeas ha sido siete veces superior a la compra de europeas por parte de americanas".
Las operaciones mundiales que tienen como objetivo una empresa estadounidense se han disparado en lo que va de a?o. ?ste fue, por ejemplo, el primer destino del dinero de las empresas espa?olas, tradicionalmente m¨¢s cercanas a Latinoam¨¦rica (v¨¦ase gr¨¢fico).
Pero ir de compras al otro lado del oc¨¦ano no es tan f¨¢cil. "Las compa?¨ªas estadounidenses son dif¨ªciles de comprar; sus gestores suelen exigir precios muy altos para defender a los peque?os accionistas", advierte el mismo analista. Deutsche Telekom ha sido v¨ªctima de este fervor. Hacerse con VoiceStream le cost¨® 47.000 millones de d¨®lares, el doble por cliente de lo que pag¨® por otra empresa de las mismas carater¨ªsticas en el Reino Unido. Las acciones de la operadora alemana cayeron un 16% en una sola semana.
Con las empresas cada vez m¨¢s grandes, otro escollo atasca la avidez por comprar: las autoridades antimonopolio. "Los Gobiernos son ahora menos intervencionistas, pero quedan coletazos".
Muchas veces basta con vender parte del negocio, pero no s¨®lo se trata de competencia. A algunos gobernantes les disgusta que las grandes empresas de su pa¨ªs sean engullidas por grupos extranjeros, sobre todo si parte de su capital es todav¨ªa p¨²blico, algo com¨²n en Europa. ?ste fue el motivo que esgrimi¨® el Ejecutivo espa?ol para echar mano de su derecho de veto y paralizar la alianza de Telef¨®nica con la operadora holandesa KPN. El temor ha llegado hasta Washington, que prepara una ley que impida a las empresas con capital p¨²blico -como Deutsche Telekom- comprar grupos de telefon¨ªa en EE UU.
Todos estos inconvenientes no son m¨¢s que el principio. Que una empresa rastree, capte su objetivo, logre atraerlo y se lo permitan no garantiza la felicidad eterna. Las empresas rompen sus alianzas con la misma facilidad con la que se menten juntas en la cama. Alemania es un ejemplo. Los bancos Dresdner y Commerzbank rompieron su alianza s¨®lo unos meses despu¨¦s de que el primero rompiera de forma dram¨¢tica su acuerdo de fusi¨®n con el Deutsche Bank.
"La mayor¨ªa de los fracasos se debe a un problema de poder", indica el abogado Rodrigo Ur¨ªa, cuyo despacho ha trabajado en las fusiones del BSCH, el BBVA y Terra Lycos. En esto, la qu¨ªmica entre los dirigentes de ambas empresas es tan esencial como en el matrimonio. Pocas empresas mantienen a dos jefes mucho tiempo.
Y la lucha de poder refleja otro choque: "Cuando dos compa?¨ªas se unen deben de armonizar sus culturas empresariales", aconseja Ernesto Jim¨¦nez, del despacho de abogados Garrigues & Andersen. "Si no lo manejas bien, puedes carg¨¢rtelas". Cuando se trata de s¨²perempresas, los riesgos son mayores, porque la imposici¨®n de una u otra forma de hacer puede abrir heridas insalvables.
Lo cierto es que la mitad de las fusiones han destruido valor para el accionista, seg¨²n KPMG. En uno de cada tres casos, las operaciones no aportan, despu¨¦s de todas las molestias, una diferencia discernible. Adem¨¢s, cuando una empresa se une a otra para escapar de amenazas mayores, suele importar sus problemas al matrimonio. Una fusi¨®n no va a ser una soluci¨®n f¨¢cil para una compa?¨ªa en apuros.
No importa. Las empresas quieren crecer para contentar al accionista. Jim¨¦nez ofrece un s¨ªmil: "La de los ochenta fue la ¨¦poca del tibur¨®n -una empresa compraba a otras para quedarse con lo necesario y, despu¨¦s, destrozarlas-; los noventa son la era del at¨²n, cuyo ¨²nico objetivo es comer para engordar y seguir nadando. Y, a veces no est¨¢ muy claro para qu¨¦".
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