Israel se desgarra ante el precio de la paz con Yasir Arafat
Los ultranacionalistas cubren Jerusal¨¦n y las principales ciudades de carteles con ataques al primer ministro
La sociedad israel¨ª -dividida casi hasta el infinito entre distintos matices de izquierda y derecha, pacifistas y ultranacionalistas, religiosos y laicos, sefard¨ªes y ashkenaz¨ªes- se crispa y desgarra a medida que el primer ministro laborista, Ehud Barak, trata de acercarse a la paz con el l¨ªder palestino, Yasir Arafat. En especial despu¨¦s de la reciente cumbre de Camp David (EE UU), en la que los dos dirigentes negociaron durante 15 d¨ªas un acuerdo definitivo que supondr¨ªa el traspaso a los palestinos de la mayor parte de Cisjordania -Judea y Samaria- y Gaza, as¨ª como zonas de Jerusal¨¦n oriental, donde se encuentran el Muro de las Lamentaciones, la explanada de las mezquitas de Omar y Al Aqsa, y la iglesia del Santo Sepulcro. Estos territorios fueron conquistados por Israel en 1967, en la llamada Guerra de los Seis D¨ªas.El grado de resistencia de los israel¨ªes a la entrega de esos territorios depende de si se trata de pacifistas o nacionalistas. Las calles de Jerusal¨¦n y de otras ciudades israel¨ªes est¨¢n plagadas estos d¨ªas de carteles a favor y en contra de la pol¨ªtica pacifista de Barak, mientras se multiplican las manifestaciones de uno y otro signo, pero muy en particular las de la oposici¨®n. "Barak destruye Israel" o "Barak lleva a Israel al suicidio y a la perdici¨®n", dicen algunos de los carteles apocal¨ªpticos de los ultranacionalistas, quienes afirman que el traspaso de los territorios llevar¨¢ a "la aniquilaci¨®n del pa¨ªs", a "las fronteras de Auschwitz", a "la destrucci¨®n del tercer templo".
Este sector est¨¢ convencido de que los pacifistas destruyen Israel y ellos son "los salvadores". Esto seguramente es lo que pens¨® el ultranacionalista Igal Amir, quien en 1995 asesin¨® al entonces primer ministro, el laborista Isaac Rabin, poco despu¨¦s de firmar un acuerdo de paz con Arafat para entregarle parte de Cisjordania. Para los ultranacionalistas y los religiosos, una combinaci¨®n explosiva, "Judea y Samaria pertenecen a Israel por derecho hist¨®rico", es decir, porque as¨ª est¨¢ escrito en la Biblia, y avisan en sus proclamas: "Barak, a los hermanos no se les abandona a su suerte", en alusi¨®n a los planes del primer ministro de evacuar a una peque?a parte de los 200.000 colonos que viven en los m¨¢s de 150 asentamientos jud¨ªos de Cisjordania y Gaza, donde los palestinos aspiran a establecer su futuro Estado independiente con Jerusal¨¦n oriental como capital.
Por el contrario, los carteles de los pacifistas dicen: "Busca la paz y pers¨ªguela" o "La mayor¨ªa ha optado por la paz", esto ¨²ltimo en alusi¨®n a los 12 puntos de ventaja que sac¨® Barak en las elecciones generales de mayo del a?o pasado al candidato del partido de derecha Likud, Benjam¨ªn Netanyahu.
Sim¨®n Ungerfeld, residente en Tel Aviv, explica a su manera por qu¨¦ se opone a Barak: "Siento un gran vac¨ªo y lloro por la situaci¨®n de mi pa¨ªs, y cuando veo lo que est¨¢n a punto de hacerle a la tierra de Israel me pregunto para qu¨¦ hemos luchado y sacrificado tanto".
Ungerfeld naci¨® hace 80 a?os en Polonia, y desde joven se sinti¨® fascinado por el comunismo, pero lo abandon¨® tras descubrir la "pasi¨®n revolucionaria" del Betar (el movimiento pol¨ªtico que a?os m¨¢s tarde se convirti¨® en el Likud) en su pa¨ªs natal. Desde que lleg¨® a Israel, hace m¨¢s de cincuenta a?os, Ungerfeld ha so?ado con "el gran Israel". Pero viene Barak y refuerza lo que ya pensaba hace tiempo: "Los laboristas son falsos patriotas, jam¨¢s han amado al pa¨ªs y nunca han tenido reservas a la hora romperlo en pedazos y entregarlo al enemigo".
El escritor Amos Oz opina en cambio que "ahora est¨¢ claro incluso para los extremistas de ambos bandos que la cuesti¨®n no es qui¨¦n desaparece primero de aqu¨ª, sino cu¨¢nto recibir¨¢ cada uno. Y ese cu¨¢nto ya se ha reducido a unos pocos kil¨®metros e incluso varios cientos de metros de Jerusal¨¦n". Oz se?ala que "como es natural, esos ¨²ltimos kil¨®metros y metros son los m¨¢s dif¨ªciles y amargos, porque todos los campos de minas de cien a?os de guerras, campos de minas f¨ªsicos y psicol¨®gicos, se concentran ahora en la ¨²ltima porci¨®n de tierra en litigio". El escritor a?ade que "entre el Mediterr¨¢neo y el r¨ªo Jord¨¢n viven ahora m¨¢s de ocho millones de seres humanos, y casi todos saben que esta tierra se va a repartir entre sus dos pueblos. E incluso se va a convertir en una casa bifamiliar. No hay otro camino ni vuelta atr¨¢s".
Pero Sara Vitber, que emigr¨® de Odesa a Israel en 1987 y vive en Jerusal¨¦n, sabe que Barak es como Stalin, y alega: "Hace lo que quiere, aun cuando no tiene mayor¨ªa e insiste en firmar la paz. ?En nombre de qui¨¦n? ?Sabe por qu¨¦ me duele? Barak devolver¨¢ todo porque es una persona peligrosa y porque no ha recibido una educaci¨®n jud¨ªa", es decir, religiosa.
Isaac Borovski, de Jerusal¨¦n, considera: "Barak tampoco val¨ªa nada cuando era jefe de Estado Mayor del Ej¨¦rcito. El hombre tiene cinco m¨¢ximas condecoraciones. ?A usted le parece normal? Eso demuestra que es una persona peligrosa a la que le gustan los premios".
El odio de la derecha ultranacionalista hacia Barak llega a cimas sin fin cuando se trata de los palestinos y Arafat, al que califican de "architerrorista y nazi".
De todo esto, el tambi¨¦n escritor israel¨ª David Grossman opina que "estos d¨ªas, Israel se dirige desde la par¨¢lisis y la desesperaci¨®n a lo que tal vez sea su gran oportunidad de salvarse a s¨ª mismo". "Si los dos l¨ªderes reunieran valor y dieran el ¨²ltimo paso, el m¨¢s dif¨ªcil de todos, para superar las divergencias quiz¨¢ podr¨ªamos empezar a vivir una nueva vida aqu¨ª", a?ade.
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