Alerta Parda
"Ha llegado la hora de la violencia, de la aplicaci¨®n implacable de la ley y la imposici¨®n del leg¨ªtimo monopolio de la violencia por parte del Estado". Las palabras de la locutora de la Segunda Cadena alemana (ZDF) suger¨ªan esta pasada semana el llamamiento a una lucha final. Sin embargo, apenas ha comenzado. Ser¨¢ dura, sangrienta y larga. La peste parda nunca fue una broma. Alemania parece ahora tomar conciencia de ello. Han sonado las alarmas. Algo tarde. Por supuesto para los diez muertos y muchos heridos que se ha cobrado all¨ª el nazismo desde mayo. ?Ni?er¨ªas? No. La culpa no es de las alarmas. Llevan a?os ululando. Nadie las escuchaba.Ahora muchos parecen despertar del letargo. Esperemos que no sea una mera acci¨®n medi¨¢tica de verano. Las razones para la alarma son muchas. No s¨®lo el atentado de la pasada semana en D¨¹sseldorf en el que una bomba hiri¨® a diez inmigrantes, en su mayor¨ªa jud¨ªos. Ni un mozambique?o muerto de una paliza en Dessau, ni los tres polic¨ªas asesinados ni otros que forman parte del goteo de v¨ªctimas del neonazismo en Alemania. La raz¨®n de m¨¢s peso est¨¢ en la falta de reacci¨®n de la sociedad, del individuo, ante la violencia.
La falta de coraje civil para enfrentarse a la vileza que es el ataque contra seres inermes e inocentes es la peor depravaci¨®n posible. Las fotos de vieneses ri¨¦ndose s¨¢dicamente mientras conciudadanos jud¨ªos limpiaban las aceras con sus cepillos de dientes son las im¨¢genes m¨¢s terribles al respecto. Pero la falta de compasi¨®n no tiene que manifestarse de forma tan truculenta. Las playas llenas de San Sebasti¨¢n mientras se enterraba a la en¨¦sima v¨ªctima, Juan Mari J¨¢uregui, o la indiferencia del transe¨²nte por las calles de Euskadi cuando los c¨®mplices de los asesinos insultan a los asesinados son reflejo de la misma par¨¢lisis del alma y amputaci¨®n de la conciencia del ciudadano. "No tengo problemas. Vivo feliz con mi perro", explicaba su postura ante su entorno neonazi un vecino de Uhsedom, un pueblo alem¨¢n en el que el terror pardo obliga a los inmigrantes a vivir en autorreclusi¨®n.
Durante a?os, los partidos han minimizado los peligros del neonazismo. Lo han intentado explicar pero, sobre todo, lo han querido comprender. En exceso. J¨®venes en paro y frustrados buscando v¨ªas de escape para su agresividad. ?Qu¨¦ f¨¢cil! La soluci¨®n estar¨ªa en escucharlos, entender sus cuitas adolescentes e integrarlos en la sociedad. Al fin y al cabo se puede ser xen¨®fobo sin violar el C¨®digo Penal. La excesiva comprensi¨®n hacia estos "chavales" ha generado el perfecto h¨¢bitat para unos grupos fortalecidos por la falta de reacci¨®n de las instituciones. Est¨¢n organizados y controlan asociaciones deportivas y culturales. Tienen medios t¨¦cnicos y financieros para expandir sus tent¨¢culos venenosos. Y hoy estamos ante una nueva situaci¨®n. Cunde la alarma ante la pasada permisividad. Los chavales confundidos, skinheads, nazis y jarraitxus son lo mismo. Queman, incendian y al final, matan. Han percibido impunidad. Hay que desmentirsela, neg¨¢rsela.
Las medidas del Gobierno federal, estados y administraci¨®n local en Alemania no est¨¢n aun tomadas. Muchos piden la ilegalizaci¨®n de grupos neonazis como el NPD, que, con su infraestructura, sus medios financieros y de comunicaci¨®n, ofrecen un paraguas a la camada nazi. Hay que cortarles los recursos que utilizan para minar a las instituciones. Pero el principal paso no est¨¢ en las prohibiciones. Est¨¢ en la voluntad pol¨ªtica de los gobernantes y en la capacidad de movilizaci¨®n de la ciudadan¨ªa. El coraje civil y el patriotismo constitucional, magn¨ªfico concepto cuajado por J¨¹rgen Habermas, dignifican. Quiz¨¢s no sean exigibles a todos. Pero s¨ª a quienes digan defender la convivencia democr¨¢tica. Aislar a quien viole sus principios no es fracturar la sociedad sino impedir que se corrompa.
Por eso es una gran acci¨®n sin precedentes que, desde los sindicatos y la patronal alemanas, los partidos, los estados federados, los ayuntamientos y las organizaciones antifascistas y antirracistas quieran coordinar una movilizaci¨®n social que margine a quienes viven de y para el odio social, racial o ideol¨®gico y no abdican de la violencia. Todo individuo que renuncie a la senda del nazismo es integrable. El nazismo en s¨ª nunca lo ser¨¢. La movilizaci¨®n alemana es buen ejemplo para alg¨²n german¨®filo vasco. Qui¨¦n tanto paralelismo -que no hay- busca en Irlanda, debieran mirar a Alemania. Ver¨¢ que no media entre partes iguales sino engorda al huevo de la serpiente. Cuando los nazis que ped¨ªan el jueves la muerte de Mar¨ªa San Gil en Donostia tengan garantizado el mismo trato que se les promete ahora a los nazis de Uhsedom, veremos luz al final del t¨²nel. Los nazis alemanes y sus alumnos aventajados junto al Urumea deben saber y sentir siempre que el Estado de Derecho se sabe defender. Con ¨¦xito y contundencia.
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