La sangrienta escalada etarra
Ocho personas han muerto a manos de la banda criminal en su reguero de 18 atentados desde el pasado 21 de enero, despu¨¦s de un a?o y medio de alto el fuego
Pocos se acuerdan ya del alivio que supuso la declaraci¨®n de tregua por parte de ETA el 16 de septiembre de 1998, cuatro d¨ªas despu¨¦s de que partidos, sindicatos y organizaciones nacionalistas firmaran en Estella (Navarra) el Pacto de Lizarra. La banda terrorista, tras a?o y medio sin haber causado v¨ªctimas mortales -aunque parece evidente que no ces¨® en el resto de sus labores para rehacer, engrasar sus comandos o para aprovisionarse-, ha emprendido una salvaje campa?a de atentados que deja el a?o 1999, el ¨²nico sin asesinatos desde 1973, como un periodo pleno de confusi¨®n en el que se pas¨® de la confianza casi sin l¨ªmite a la decepci¨®n m¨¢s absoluta en unos pocos meses. La ¨²nica reuni¨®n que se produjo entre dirigentes de ETA y los delegados del Gobierno para el di¨¢logo con la banda, el 19 de mayo en Z¨¹rich (Suiza), se sald¨® con una constataci¨®n de que las posturas estaban en las ant¨ªpodas.Militares, polic¨ªas, pol¨ªticos, empresarios, periodistas... Como antes del alto el fuego, casi nadie se libra de la actual ofensiva terrorista. Desde el 21 de enero, fecha en la que muri¨® un militar en Madrid, ocho personas han muerto a manos de ETA en los 18 atentados que ha ejecutado. Y m¨¢s de 25 personas han resultado heridas.
Ya a finales de 1999, ETA hab¨ªa intentado perpetrar un atentado de consecuencias imprevisibles. La Guardia Civil intercept¨® el 20 de diciembre -s¨®lo 17 d¨ªas despu¨¦s de concluir la tregua- en las cercan¨ªas de Calatayud (Zaragoza) una furgoneta, rumbo a Madrid, con 900 kilogramos de cloratita y 50 de dinamita. Dos d¨ªas despu¨¦s, otra vez la Guardia Civil detect¨® una furgoneta en Alhama de Arag¨®n (Zaragoza) con una cantidad similar de explosivos. El material proced¨ªa del robo de unas ocho toneladas de explosivos que la organizaci¨®n terrorista perpetr¨® en Plev¨ªn (Breta?a, Francia) meses antes, en pleno alto el fuego. Una tregua que, a juicio del ministro del Interior, Jaime Mayor, era una trampa, como despu¨¦s admitir¨ªa en p¨²blico ETA en un comunicado. Un plazo de tiempo en el que, seg¨²n varios dirigentes nacionalistas, deber¨ªa de "haberse suspendido la justicia penal" y no perseguir a los activistas.
Pero aunque los terroristas no pudieron hacer llegar los dos coches hasta su destino final, s¨®lo tardar¨ªan un mes en alcanzar uno de sus objetivos. El 21 de enero de este a?o, un coche bomba cargado con 20 kilos de explosivos estall¨® en un barrio de Madrid en el que residen numerosos militares. El teniente coronel Pedro Antonio Blanco Garc¨ªa muri¨® destrozado cuando esperaba su veh¨ªculo oficial. Primeras condolencias y condenas tras 17 meses sin muertos, desde que el 25 de junio de 1998 la banda asesinara al concejal del PP de Renter¨ªa Manuel Zamarre?o. Pero tambi¨¦n sugiri¨® Xabier Arzalluz que el Ministerio del Interior, dirigido por la bestia negra del PNV, Jaime Mayor, no pon¨ªa todo el empe?o necesario para atajar los atentados.
Un mes y un d¨ªa despu¨¦s de su sangrienta reaparici¨®n ETA golpeaba de nuevo. El 22 de febrero de este a?o una brutal explosi¨®n hizo temblar la sede del Gobierno vasco en Vitoria, donde el portavoz del Ejecutivo, Josu Jon Imaz, ofrec¨ªa una conferencia de prensa. El rostro de Imaz reflejaba que ten¨ªa pocas dudas sobre el origen del estruendo. La organizaci¨®n terrorista hab¨ªa despedazado con un coche bomba al portavoz de los socialistas vascos en el Parlamento de Vitoria, Fernando Buesa, y a su escolta, el ertzaina Jorge D¨ªez Elorza. A muy pocos metros de donde el portavoz del Gabinete de Juan Jos¨¦ Ibarretxe ofrec¨ªa su rueda de prensa. Tras este doble asesinato comienzan a hacerse m¨¢s que palpables en p¨²blico las enormes discrepancias entre los partidos nacionalistas y los de ¨¢mbito estatal. En las manifestaciones que siguen al crimen no escasean los insultos al lehendakari, Juan Jos¨¦ Ibarretxe, y las peticiones de dimisi¨®n. Los nacionalistas acusan al Gobierno central y al PP de organizar una operaci¨®n de acoso y derribo contra el jefe del Ejecutivo vasco y de ser incapaces de encauzar un di¨¢logo para solucionar el conflicto vasco. Los desencuentros en posteriores manifestaciones tras los atentados ser¨¢n m¨¢s que frecuentes.
El siguiente objetivo alcanzado con ¨¦xito fue la Guardia Civil. Al paso de un veh¨ªculo blindado de este cuerpo de seguridad por el barrio de Intxaurrondo, en San Sebasti¨¢n, el estallido de un coche bomba deja siete heridos, dos de ellos civiles. Corr¨ªa el 6 de marzo.
Tambi¨¦n tuvo suerte el periodista radiof¨®nico Carlos Herrera el pasado 27 de marzo. El esc¨¢ner de la sede de Radio Nacional en Sevilla detecta el explosivo envuelto en una caja de puros que la banda le hab¨ªa enviado a mod de regalo. Y es que este m¨¦todo no es tan fiable como el que se reserv¨® ETA para el 7 de mayo.
Ese d¨ªa, domingo, Jos¨¦ Luis L¨®pez de Lacalle sali¨® de su casa de Andoain (Guip¨²zcoa) para comprar los peri¨®dicos. Era columnista habitual del diario El Mundo. No los ley¨® nunca. Un pistolero le dispar¨® cuatro tiros a bocajarro. L¨®pez de Lacalle, uno de los fundadores del Foro Ermua, hab¨ªa sido militante antifranquista del Partido Comunista de Espa?a. Como militaba en un partido pol¨ªtico -el PP- y en un sindicato nacionalista que forma parte de los organismos firmantes del Pacto de Lizarra -ELA- la siguiente v¨ªctima mortal de los terroristas: Jes¨²s Mar¨ªa Pedrosa.
Pedrosa, concejal del Partido popular en el Ayuntamiento de Durango (Vizcaya), recib¨ªa un tiro el 4 de junio cuando se dirig¨ªa a tomar unos potes. Sol¨ªa acudir al batzoki, sede social del PNV.
Pero la escalada brutal de atentados de todo tipo estaba a¨²n por llegar. ?Situaci¨®n de m¨¢xima debilidad de ETA y huida hacia adelante o demostraci¨®n de la fortaleza y capacidad de la banda? Ha sido julio el mes de los coches bomba y las bombas lapa. Aunque el primer aviso se produjo el 25 de junio. Una potente explosi¨®n sacudi¨® el barrio de Neguri (Getxo, Vizcaya), lugar de residencia de importantes empresarios vascos.
El d¨ªa 7 activistas de la banda colocan una bomba lapa en los bajos de la furgoneta que conduc¨ªa la hija del hostelero de Ordizia (Guip¨²zcoa) Juan Bautista Rubio Beloki. El kilo de explosivo proced¨ªa del robo de Plev¨ªn en Breta?a.
El d¨ªa 12 dos terroristas abandonan un coche cargado con 20 kilos de explosivos en la plaza de Callao, en el centro de Madrid. Tras una llamada de los terroristas, el veh¨ªculo explota a las 6.30 y provoca heridas a nueve personas y cuantiosos da?os materiales. El reguero de coches bomba y de bombas lapas casi no ces¨® en las jornadas siguientes. El 16 de julio, un coche bomba hiere a una mujer en ?greda (Soria). El veh¨ªculo estall¨® frente a un cuartel de la Guardia Civil. Tres d¨ªas despu¨¦s, una bomba lapa es adherida por los terroristas a los bajos del coche de Jos¨¦ Asenjo, vicesecretario general del PSOE de Andaluc¨ªa y actual miembro de la Ejecutiva Federal socialista. No estall¨®.
S¨ª explot¨® el siguiente coche bomba, colocado de nuevo en Neguri, frente a la casa de Pilar Aresti, senadora del PP. Las ventanas destrozadas, marcos desvencijados, persianas retorcidas y tejados maltrechos volv¨ªan a verse en la pr¨®spera zona residencial. Era el 24 de julio. El 26, el atentado se dirig¨ªa contra una persona concreta: Agust¨ªn Ramos, concejal del PP de Abadi?o (Vizcaya). Su escolta se da cuenta de que el veh¨ªculo de su protegido tiene una bomba lapa. Ramos s¨®lo se queda sin coche. Pero antes de esta macabra sucesi¨®n de bombazos, los etarras lograron su objetivo con el sistema que casi nunca falla. El concejal del PP en M¨¢laga Jos¨¦ Mar¨ªa Mart¨ªn Carpena es abatido a tiros. Su esposa y su hija presencian el asesinato.
Y tampoco err¨® el activista que se enter¨® de que Juan Mar¨ªa J¨¢uregui -ex gobernador civil de Guip¨²zcoa durante los ¨²ltimos Gobiernos socialistas y una de las personas que comprometi¨® con sus declaraciones al general de la Guardia Civil Enrique Rodr¨ªguez Galindo y que se mostr¨® siempre abierto a tender puentes con los partidos nacionalistas- hab¨ªa regresado de Chile, donde trabajaba, para pasar unos d¨ªas en su pueblo. Era de Legorreta (Guip¨²zcoa). Cuando, muy cerca, en Tolosa, el pasado 29 de julio, J¨¢uregui acudi¨® a un c¨¦ntrico bar a una cita con un periodista de la televisi¨®n p¨²blica vasca (ETB) dos terroristas le estaban esperando, desde hac¨ªa media hora, en la barra del bar. Le pegaron dos tiros y tranquilos se marcharon.
La ¨²ltima v¨ªctima mortal de ETA ha sido Jos¨¦ Mar¨ªa Korta, presidente de Adegi, la patronal guipuzcoana, asesinado ayer con un coche bomba. Un m¨¦todo que hace pocos d¨ªas, el pasado jueves, era reclamado por los simpatizantes etarras en una contramanifestaci¨®n que organizaron en los jardines Eder de San Sebasti¨¢n frente a la plataforma ?Basta Ya!: "Contra represi¨®n, coches bomba soluci¨®n", gritaban. Y es m¨¢s que probable que hubiera que a?adir alguna v¨ªctima m¨¢s a la lista de ocho asesinados en lo que va de a?o si el comando al que le estall¨® la noche del lunes en Bilbao el explosivo que transportaba no hubiera sufrido la bestial explosi¨®n que despedaz¨® a los cuatro etarras que viajaban en el coche. O si la onda expansiva del coche bomba que ayer por la tarde explot¨® en el madrile?o barrio de Chamart¨ªn hubiera alcanzado de lleno al guardia jurado que trabajaba en una empresa situada en la calle Plater¨ªas.
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