La biznaga: la belleza ef¨ªmera
Hace ya 18 a?os que Pepi Gonz¨¢lez Villena, malague?a, residente en el humilde barrio de La Palmilla, madre soltera de una ni?a de cinco a?os, generosa de carnes, de lengua agil¨ªsima, tan flamenca como dotada de dotes para el comercio, se dedica a vender flores. Siempre por el malague?o y marinero barrio de El Palo: "soy la biznaguera ofisi¨¢ de aqu¨ª, no lo puedo acredit¨¢, pero nadie lo discute".Rosas en invierno y biznagas en verano. Pepi es la mejor vendedora de una familia que durante generaciones se ha dedicado a un arte que, aunque tenga ramificaciones y ra¨ªces en otras ciudades andaluzas y del norte de ?frica, es t¨ªpicamente malague?o.
La biznaga es una flor real: umbel¨ªfera, de tallo largo y flores blancas. Pero la biznaga de M¨¢laga, siendo as¨ª, es ¨²nica: una flor inventada por los floristas, nacida a partes iguales del hedonismo mediterr¨¢neo, del artificio preciso y del trabajo duro. Todo lo que rodea a esta flor hecha a mano es sutil, intenso y ef¨ªmero como un hai-ku japon¨¦s.
Sus ingredientes son simples, nacidos de lo que no sirve de otras plantas: los tallos, que hay que dejar secar minuciosamente, proceden de cardos que suelen arrancarse en las cosechas. Las flores no son m¨¢s que jazmines recogidos a primera hora del d¨ªa. Y la bandeja donde se portan y ofrecen, la penca sin espinas de una chumbera.
Una buena biznaga, como las de Pepi, tiene entre 80 y 200 jazmines. En su caso, es su madre quien aprendi¨® el oficio del padrastro de Pepi, heredero de una larga saga de biznagueros, que hoy contin¨²a con su nieta.
La madre de Pepi se encarga de enhebrar uno a uno en los pinchos secos del cardo los jazmines a¨²n cerrados que han cogido bien temprano en fincas de Alhaur¨ªn de la Torre, en las cercan¨ªas de la capital malague?a.
Material reciclable y muchas horas de trabajo. La empresa familiar logra hacer unas 500 flores al d¨ªa. En cada penca entran de 40 a 65 biznagas que se vender¨¢n por la noche por entre 200 y 300 pesetas cada una. Apenas durar¨¢n un d¨ªa. Pero su belleza artesana e intenso olor har¨¢n que haya merecido la pena.
Suele ir de trapillo, pero "cuando la Pepa Flores me encarga varias pencas para su bar", la llaman de celebraciones de post¨ªn o llega el fin de semana, Pepi se viste de marenga y es capaz de renovar los antiguos pregones locales con un "biznagas de ol¨®, que pa la noche es lo mej¨®. Y los mosquitos se van t¨®s. Pa su prima, pa su hermana y pa ust¨¦, que tambi¨¦n la puede ol¨¦". Pepi ha modernizado el negocio: "un m¨®vil para cada hermano y ya tenemos Tele Rosa", dice. Y deja para la competencia un secreto comercial: "los biznagueros son dos: el primero deja el ol¨® y el segundo es el que vende".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.