Un etarra sigui¨® a Casanova hasta su garaje y le dispar¨® cuatro veces a la cabeza
Los terroristas conoc¨ªan a la perfecci¨®n las costumbres de Francisco Casanova, un militar que nunca vest¨ªa el uniforme. El subteniente, de 46 a?os casado y con dos hijos, lleg¨® a su domicilio de Berriozar, cerca de Pamplona, alrededor de las 15.15. El etarra, con la cara cubierta, esper¨® a que entrara en el garaje del chal¨¦ adosado. Le dispar¨® cuatro veces por la espalda y a la cabeza y sali¨® corriendo en direcci¨®n a una avenida, donde varios testigos vieron un coche rojo salir a toda prisa. La esposa de la v¨ªctima y sus dos hijos menores se abrazaban al cad¨¢ver instantes despu¨¦s.
Casanova, que nunca vest¨ªa atuendo militar, llega conduciendo su veh¨ªculo Ford Mondeo desde el cuartel a su domicilio, un chal¨¦ adosado ubicado en el n¨²mero 109 de la calle Askatasuna (Libertad, en euskera), en la urbanizaci¨®n Zortziko de Berriozar, una poblaci¨®n obrera de 5.400 habitantes cuyo alcalde, de Euskal Herritarrok (EH), gobierna en minor¨ªa. En la calle no hay nadie. Son las 15.15 horas y hace un fuerte calor. Algunos de los inmuebles se encuentran cerrados porque sus propietarios est¨¢n de vacaciones. El garaje de la planta baja, que tiene una se?al de vado permanente en la puerta, hay que abrirlo manualmente. Casanova desciende y abre. Vuelve a montarse en el coche y aparca. En ese momento, un terrorista con la cara cubierta penetra en el garaje, de poco m¨¢s de tres metros, y se acerca a la puerta del conductor antes de que el subteniente pueda abrirla. Le dispara por detr¨¢s y a la cabeza en cuatro ocasiones -al menos dos balas impactan en su nuca- y acto seguido huye corriendo por donde hab¨ªa venido, en direcci¨®n a la cercana avenida de Guip¨²zcoa, en cuyas inmediaciones algunos testigos vieron un veh¨ªculo rojo que sali¨® aceleradamente poco despu¨¦s, y en el que pod¨ªa estar esperando un segundo miembro del comando terrorista de ETA.Un equipo de la Asociaci¨®n de Ayuda en Carretera (DYA) acudi¨® al domicilio del militar y s¨®lo pudo certificar la muerte del subteniente. En el lugar del atentado la Guardia Civil localiz¨® varios casquillos de bala marca SF, del calibre 9 mil¨ªmetros parabellum.
Inmediatamente despu¨¦s su esposa, Rosal¨ªa, y sus hijos, un ni?o de 11 a?os y una ni?a de 7, bajan a la planta baja al escuchar las detonaciones y encuentran muerto a Francisco.
Varios vecinos de Francisco Casanova estaban comiendo en el chal¨¦ adosado situado enfrente de la vivienda del militar. "Escuchamos primero un disparo. Despu¨¦s, tras un ligero silencio, otros tres tiros m¨¢s", relataba con serenidad el joven vecino que acudi¨® inmediatamente al garaje donde se produjo el atentado. "Cuando yo llegu¨¦, la esposa del subteniente estaba abrazada al cad¨¢ver y los ni?os, al lado. La mujer ten¨ªa las manos y la cara ensangrentada y lloraba. Uno de los ni?os dec¨ªa que a su padre le faltaba un ojo. Era horrible, de verdad", a?adi¨® el vecino.
Francisco Casanova, nacido en Igea (La Rioja) pero criado en la localidad navarra de Castej¨®n, era un hombre muy conocido y apreciado en la localidad, donde muchos vecinos conoc¨ªan su pertenencia al Ej¨¦rcito y contaban con su colaboraci¨®n en agrupaciones culturales folkl¨®ricas del municipio, de cuyo grupo de jotas formaba parte. Francisco, el jotero, como le denomin¨® la vecina que compr¨® su antiguo piso al militar asesinado, "era una bell¨ªsima persona", seg¨²n todos los testimonios recogidos en la zona.
Minutos despu¨¦s de producirse el atentado, cerca de un centenar de vecinos acudi¨® al lugar y los m¨¢s allegados a la familia no pudieron contener las l¨¢grimas ni las expresiones de indignaci¨®n.
Casanova, que hab¨ªa alcanzado la categor¨ªa de subteniente el pasado a?o y resid¨ªa en su domicilio desde hac¨ªa nueve a?os, desempe?aba tareas administrativas en las oficinas del cuartel de Aizo¨¢in y normalmente sal¨ªa de su trabajo a las 15.00. Estaba destinado desde 1979 en el Regimiento de Cazadores de Monta?a Am¨¦rica 66, con sede en el acuartelamiento militar de Aizo¨¢in, que apenas dista un kil¨®metro de la vivienda del subteniente.
Los padres del militar, totalmente destrozados, acudieron al lugar una hora despu¨¦s. El delegado del Gobierno en Navarra, Luis Carlos Iribas, junto al presidente del Gobierno foral, Miguel Sanz, se encontraban acompa?ando a la familia. El f¨¦retro que conten¨ªa los restos mortales del subteniente fue conducido al Instituto Anat¨®mico Forense del Hospital de Navarra alrededor de las seis de la tarde.
Cuando el furg¨®n mortuorio que conten¨ªa los restos del cad¨¢ver de Casanova abandonaba Berriozar, los vecinos irrumpieron en un largo aplauso. Cerca de un millar de personas se manifest¨® a ¨²ltima hora de la tarde por las calles del pueblo finalizando la marcha ante el chal¨¦ del militar, donde a un largo aplauso le siguieron gritos de "se nota, se siente, Francisco est¨¢ presente", con el que fue saludada la presencia en la puerta del inmueble de la viuda del militar, que agradeci¨® as¨ª el gesto de sus vecinos.
A esas horas, la capilla ardiente del subteniente se instalaba en la iglesia del cuartel de Aizo¨¢in, donde Francisco Casanova prestaba sus servicios, y a la que acudi¨® el ministro de Defensa, Federico Trillo, tras visitar a la familia del asesinado en compa?¨ªa del ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja. El f¨¦retro lleg¨® acompa?ado por los dos ministros, el presidente de la comunidad foral, Miguel Sanz, y sus familiares. "No hay opci¨®n pol¨ªtica ni futuro para un pueblo que se pueda construir sobre una pir¨¢mide de cad¨¢veres", asegur¨® a la cadena Cope el arzobispo de Pamplona, Fernando Sebasti¨¢n.
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