Los pinos
Las vacaciones no detienen el tiempo, pero lo convierten en una silueta. El descanso tampoco es el vac¨ªo, la suspensi¨®n absoluta en la nada, sino un espacio en blanco que nos llama a voces, como una madre llama a sus hijos en la multitud de las playas. Cada veraneante imagina sus d¨ªas de vacaciones con una disciplina de p¨¢jaro cautivo, la da vueltas en la cabeza hasta convertirlo en material flexible, en bruma espiritual, en uno de esos dibujos infantiles que pueden colorearse siguiendo las leyes del capricho. Aunque el sol deba ir en amarillo, los ¨¢rboles en verde y los zapatos de la mujer en un tono elegante que haga juego con su bolso, las siluetas de los cuadernos y de las vacaciones est¨¢n hechas para que el coraz¨®n las imagine y los l¨¢pices del azar las emborronen, confundiendo el color de la piel y rompiendo el pulso de las l¨ªneas.Desembarco en algunos veranos con voluntad de exceso, con ganas de gastar la vida en una sola noche, decidido a apurar de golpe las ofertas de la existencia y a hundirme definitivamente en el mar sobre las seis de la ma?ana, para dejarle al sol, verde oscuro, un buen sitio en la tierra. Pero otros veranos se me presentan con el uniforme de la Cruz Roja y la esforzada ilusi¨®n de una tabla de gimnasia. As¨ª llegu¨¦ a mi casa de Rota este a?o, dispuesto a vivir bajo un cielo m¨¢s joven que yo, a respirar un aire m¨¢s saludable que el s¨®tano espeso de mis pulmones y a aprovechar el tiempo con una pulcritud minuciosa y tranquilizadora. Se trata de conseguir la fe necesaria para dialogar con el espejo del dormitorio y notarse mejorado d¨ªa a d¨ªa, por dentro y por fuera, dejando que la luz pac¨ªfica y recogida de los amaneceres ba?e las calderas del alma, hasta llegar al convencimiento de que no, no, no nos mover¨¢n, igual que un pino junto a la ribera, ni la edad ni la Historia nos mover¨¢n.
Rota es un pueblo muy oportuno para los descansos de voluntad civilizada. Quiz¨¢ porque la Base Militar identific¨® su imagen con una zona de operaciones b¨¦licas, quiz¨¢ porque las guerrillas de la especulaci¨®n inmobiliaria estaban bombardeando masivamente la Costa del Sol, Rota ha crecido con tranquilidad, sin agobios de cemento en el cielo, rodeada de dunas y de caminos propicios para las meditaciones de los paseantes solitarios. Despu¨¦s de recorrer la almadraba, de llegar hasta la venta de Punta Candor y de volver por los caminos traseros del pueblo, mis meditaciones y mis pasos suelen descansar en un pinarcillo entre civilizado y silvestre, 26 pinos centenarios, saludables, frondosos, que desprenden vida y levantan sus ramas con la dignidad de una met¨¢fora. Me miro en el espejo, observo las bondadosas repercusiones del estudio y la paz en mis arrugas, pienso en el testimonio silencioso de los pinos y me digo que no, que no nos mover¨¢n.
Ayer me enter¨¦ de que los 26 pinos est¨¢n sentenciados a muerte. La especulaci¨®n, que suele tener alma de incendio forestal, va a moverlos, porque su vocaci¨®n es moverlo todo mientras le dejen las manos libres, y el pueblo se quedar¨¢ sin pinar, como se ha quedado este a?o sin el cine Royal, un cine de verano tan fiel a s¨ª mismo que era capaz de resumir la historia de todos los cines de verano. No merece la pena hacer gimnasia.
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