Soldados y marines de EE UU vuelven a Centroam¨¦rica para luchar contra la droga
Los sectores m¨¢s cr¨ªticos de la regi¨®n califican de "militarizaci¨®n" la presencia estadounidense
A lo largo de los a?os noventa, la presencia de EE UU en Centroam¨¦rica se fue desvaneciendo como las pintadas de Yankee Go Home que los manifestantes hicieron en los muros durante el decenio anterior. Termin¨® la guerra fr¨ªa; las guerrillas izquierdistas contra las que hab¨ªan ayudado a luchar los norteamericanos firmaron acuerdos de paz y se transformaron en partidos pol¨ªticos. El istmo ya no ten¨ªa gran inter¨¦s militar. Ahora, los yanquis han vuelto. En lo que los cr¨ªticos califican de militarizaci¨®n de la lucha contra la droga, soldados y marinos estadounidenses vuelven a aparecer en Centroam¨¦rica.
Se calcula que el 59% de la coca¨ªna destinada a EE UU -de 300 a 400 toneladas al a?o- se env¨ªa por tierra o por mar a trav¨¦s de los peque?os pa¨ªses de Centroam¨¦rica, mal equipados para detener el tr¨¢fico. De ah¨ª que Costa Rica cuente con guardacostas norteamericanos que patrullan sus aguas territoriales;que Guatemala emplee helic¨®pteros norteamericanos para abordar a las caravanas de coca¨ªna que descubren los servicios estadounidenses de informaci¨®n; que El Salvador haya autorizado, el pasado 6 de julio, que pilotos estadounidenses despeguen de la base de Comalapa con sus aviones esp¨ªas anti-droga o que, incluso Nicaragua, cuyas fuerzas armadas estuvieron estrechamente unidas al r¨¦gimen sandinista contra el que combati¨® EE UU en los a?os ochenta, se disponga a firmar un acuerdo de cooperaci¨®n militar para la lucha contra la droga, seg¨²n el embajador norteamericano, Oliver P. Garza.Hasta ahora, los resultados han sido tan discretos como la inversi¨®n: s¨®lo 791 millones de pesetas en 1999 en ayuda militar contra las drogas para toda Centroam¨¦rica. En comparaci¨®n con ello, el nuevo paquete estadounidense de medidas contra la droga en Colombia, que incluye fondos militares adem¨¢s de asignaciones para Ecuador, Bolivia, Per¨² y Venezuela, asciende a 1.300 millones de d¨®lares (239.000 millones de pesetas).
Pero "el dinero no es tan importante como el hecho de que se haya reanudado la misi¨®n militar", advierte William O. Walker III, del departamento de Historia de la Universidad Internacional de Florida. "La democracia no tiene una base s¨®lida en esos pa¨ªses. La pol¨ªtica estadounidense en materia de drogas puede tener consecuencias imprevistas", a?ade, como el menoscabo de unos gobiernos que no han arrebatado el poder a sus ej¨¦rcitos hasta fechas recientes.
En cambio, los defensores de esa pol¨ªtica -desde los jefes de las polic¨ªas nacionales y los presidentes de dichos pa¨ªses hasta las autoridades militares y los responsables de la lucha contra las drogas en EE UU- insisten en que se necesita un esfuerzo conjunto para resolver un problema com¨²n.
Las autoridades norteamericanas quieren interceptar la droga antes de que llegue a M¨¦xico, una ruta f¨¢cil de entrada en EE UU; Las centroamericanas conf¨ªan en detener la epidemia de crack que se ha extendido por sus pa¨ªses en la ruta Colombia-Estados Unidos.
Los responsables de la lucha contra la droga creen que el transporte se realiza, cada vez m¨¢s, en lanchas r¨¢pidas que suben por el Pac¨ªfico, a bastante distancia de la costa, donde hacen falta mecanismos muy complejos de seguimiento para detectar los barcos y s¨®lo pueden interceptarlos helic¨®pteros que tengan su base en nav¨ªos. El Ej¨¦rcito de los EE UU ofrece a estos pa¨ªses los equipos y gente preparada para manejarlos.
"Hay una divisi¨®n del trabajo claramente definida", explica el general Charles E. Wilhelm, jefe del Mando Sur estadounidense y responsable de sus intereses militares en Latinoam¨¦rica. "EE UU presta apoyo. Las autoridades locales hacen lo m¨¢s dif¨ªcil: enfrentarse, detener y confiscar". Wilhelm hizo estas declaraciones tras la puesta en marcha de Maya-Jaguar, un ejercicio conjunto de lucha contra la droga de Estados Unidos y Guatemala que comenz¨® en junio. EE UU "prest¨®" a Guatemala cuatro helic¨®pteros, un barco guardacostas y 85 soldados y marinos para manejarlos.
Durante una operaci¨®n similar el a?o pasado, la polic¨ªa guatemalteca recibi¨® de EE UU informaciones que le permitieron realizar la mayor captura terrestre de coca¨ªna en la historia de Centroam¨¦rica. Detuvieron tres camiones en la autopista Panamericana con 2,5 toneladas de coca¨ªna. Estas operaciones forman parte de un plan regional llamado Cielos centrales, piedra angular de la labor conjunta de lucha contra la droga.
El equipo que mantiene en pie Cielos centrales es el Grupo operativo conjunto Bravo (Joint Task Force Bravo, JTF Bravo), que comparte la base a¨¦rea Enrique Soto Cano, cercana a Tegucigalpa, la capital de Honduras, con la Academia Militar hondure?a. Creado en 1983 para apoyar a los gobiernos de derechas de la regi¨®n y a los contrarrevolucionarios que luchaban contra el gobierno sandinista en Nicaragua, el grupo lleg¨® a contar con 2.000 soldados. Desde 1996 han sido enviados a Honduras alrededor de 550 militares estadounidenses.
Seis pa¨ªses -excepto Nicara-gua- han aceptado participar en la edici¨®n 2000 de Cielos centrales, a pesar de las objeciones de los legisladores, muchos de ellos antiguos guerrilleros a cuyos adversarios ayud¨® EE UU hace una d¨¦cada.
Tanto Belice como Panam¨¢ han firmado acuerdos de "presencia en los barcos", que permiten a los buques estadounidenses patrullar sus aguas siempre que lleven a bordo a miembros de sus respectivas polic¨ªas. En noviembre entr¨® en vigor en Costa Rica el acuerdo mar¨ªtimo anti-droga m¨¢s amplio entre EE UU y una naci¨®n centroamericana. El pacto permite las patrullas por aire y por mar y en ciertas circunstancias incluso la retenci¨®n de barcos, con sus pasajeros, hasta que puedan llegar las autoridades costarricenses al lugar para realizar los arrestos pertinentes. Asimismo, se autoriza a los guardacostas de EE UU a atracar en Costa Rica.
Ya hay aviones esp¨ªas estadounidenses apostados en Ecuador y las islas de Aruba y Cura?ao para detectar la fabricaci¨®n y el contrabando de droga, pero no cubren toda la zona del Pac¨ªfico. Un hangar en El Salvador rellenar¨¢ ese hueco.
Habr¨¢ ocho personas destacadas en El Salvador y aumentar¨¢ a 50 o 60 a medida que lleguen las tripulaciones, dice la embajadora de EE UU, Anne W. Patterson, que se ha ofrecido a llevar a legisladores salvadore?os a Ecuador y el Caribe para que se aseguren de que no son bases militares disfrazadas.
? Los Angeles Times
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