Un vendaval de rock
La monta?a es tan impredecible como el mar. As¨ª lo demostr¨®, en la madrugada de ayer, con un g¨¦lido vendaval que baj¨® directamente de la sierra y dej¨® heladas a las cerca de 2.000 personas que se congregaron en la lonja del monasterio de San Lorenzo de El Escorial para asistir al concierto de rock alternativo del grupo madrile?o Dover. Todos esperaban que la noche serrana fuera m¨¢s fresca que la de la capital, pero nadie se figuraba que iba a pasar tanto fr¨ªo. ?ste fue tan dif¨ªcil de resistir que cerca de un tercio del p¨²blico abandon¨® el lugar antes de que concluyera el vendaval de rock que soplaba en el escenario.El potente guitarreo comenz¨® pasadas las once de la noche con la actuaci¨®n de la banda La Vaca Azul. A esa hora, la noche era fresca, pero a¨²n grata. El sonido fue bueno y las grandiosas paredes del monasterio de San Lorenzo de El Escorial parec¨ªan vibrar con el gran¨ªtico rock de La Vaca. Durante una hora lograron cautivar al p¨²blico, luego se retiraron.
Hacia la medianoche, el escenario se ilumin¨® con una luz roja. Cualquiera hubiera dicho que los t¨¦cnicos de iluminaci¨®n se hab¨ªan inspirado en la imagen figurada del mism¨ªsimo infierno. El humo artificial, combinado con el fuerte viento, a?adi¨® a¨²n mas misterio a la escenograf¨ªa.
Los dos componentes varones de Dover fueron los primeros en saltar al escenario. El bater¨ªa, Jes¨²s Ant¨²nez, fue el m¨¢s osado. Desafi¨® la fr¨ªa noche sin siquiera ponerse una camiseta. Luego se arrepinti¨® y se tuvo que abrigar, aunque lo hizo con una leve camiseta negra sin mangas. Su permanente hiperactividad con las baquetas le manten¨ªa calentito.
La canci¨®n m¨¢s coreada por el p¨²blico fue una del segundo disco de esta banda que canta en ingl¨¦s: Devil came to me (El diablo vino a m¨ª). Y en verdad que lleg¨®, en forma de vendaval infernal, fr¨ªo y cortante, que frenaba el sonido y hac¨ªa que los espectadores de las ¨²ltimas posiciones s¨®lo escucharan la m¨²sica por momentos, aquellos en los que las fuertes r¨¢fagas se suavizaban un poco.
El viento comenz¨® a arreciar. La gente reaccion¨® sin demora. Se fue apelotonando en las primeras filas para escuchar mejor, para protegerse del fr¨ªo viento y as¨ª calentarse mutuamente. Un espont¨¢neo, con el cr¨¢neo pelado y una camiseta roja, se subi¨® al escenario, le usurp¨® por un instante el micr¨®fono a la cantante del grupo, Cristina Llanos, y grit¨®: "Esto es hist¨®rico". Luego fue arrancado del escenario, sin excesiva fuerza, por un miembro del equipo de seguridad del grupo.
La gente congregada en la lonja del monasterio era de lo m¨¢s variopinto. Hab¨ªa familias enteras. Un padre de unos 40 a?os, vestido con vaqueros muy anchos, miraba con cara de pocos amigos su reloj de esfera dorada y correas de cuero mientras su hija, una adolescente de unos 15 a?os, no dejaba de botar a ritmo de rock. La madre miraba callada. A ambos.
Hist¨®rico contraste el que se vivi¨® esa madrugada. Los cuatro siglos de vida del monasterio chocaban con la m¨²sica de la d¨¦cada de los a?os noventa de Dover. la imagen de j¨®venes melenudos, con pendientes hasta en la nariz, romp¨ªa con la sobriedad con la que el arquitecto Juan de Herrera dise?¨® el monumento.
Pero ni las paredes del monasterio fueron capaces de parar el vendaval.
La cantante de Dover, Cristina Llanos; su hermana Amparo -guitarra-; el bajista, ?lvaro D¨ªaz, y el ya mencionado bater¨ªa se esforzaron al m¨¢ximo para mantener vivo el concierto. Cristina se tiraba por el suelo mientras se marcaba un punteo con su guitarra, pero cuando dejaba de cantar el ulular del viento se colaba por el micr¨®fono. El bajista no dejaba de mover su melena morena de lado a lado.
Pero la climatolog¨ªa se impuso. "Esta canci¨®n es la ¨²ltima". Cristina se atrevi¨® con el p¨²blico. Tocaron y se marcharon. Alrededor de un tercio de los 2.000 asistentes aprovech¨® el receso para abandonar la lonja. "?Mira, t¨ªo, c¨®mo se pira la pe?a!", le dijo un joven a su colega. "?Chachi, t¨ªo! As¨ª nos ponemos m¨¢s cerca del escenario", le respondi¨® el otro.
Los Dover volvieron a salir. Cristina se dirigi¨® al p¨²blico: "?Escuchar! ?Escuchar! Si seguimos as¨ª, se nos va a partir el equipo -por el viento-", grit¨®. A?adi¨® que ten¨ªan pensado hacer un concierto m¨¢s largo, pero las inclemencias no lo permitieron. Tocaron un par de canciones m¨¢s y se marcharon.
Los que superaron el fr¨ªo o ni siquiera se hab¨ªan percatado de que lo hac¨ªa reclamaban, a base de silbidos y gritos, m¨¢s m¨²sica. La actuaci¨®n concluy¨® a la 1.40 y la lonja no tard¨® en quedar vac¨ªa. El p¨²blico parec¨ªa deseoso de alejarse de semejante nevera.
Despu¨¦s del concierto, el p¨²blico se adentr¨® en las calles de San Lorenzo, buscando un refugio contra el viento. La noche de fiesta continu¨® por las terrazas y los bares del casco urbano. Otros, quiz¨¢ los menos, decidieron ir al ferial que el Ayuntamiento ha instalado con motivo de las fiestas patronales. San Lorenzo sigue de celebraci¨®n hasta el pr¨®ximo d¨ªa 15 de agosto.
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