Cuba y sus atletas
La enorme inversi¨®n realizada en el entrenamiento de los deportistas de ¨¦lite fue siempre la excusa de los gobiernos del socialismo real, antes de la ca¨ªda del muro, para evitar a toda costa su cambio de nacionalidad. Cuba, amparada por una cl¨¢usula de la Carta Ol¨ªmpica, utiliza ahora el mismo argumento para vetar la participaci¨®n en los Juegos de Sydney de la saltadora de longitud Niurka Montalvo, campeona del mundo tras adquirir la nacionalidad espa?ola en 1999. Y acaba de dar una nueva vuelta de tuerca al sacar de Espa?a a los 15 atletas cubanos de ¨¦lite que se preparaban en Guadalajara, algunos de ellos desde hace muchos a?os. Las autoridades de La Habana fundamentan su decisi¨®n en un supuesto mal ambiente hacia sus atletas, provocado por los responsables deportivos espa?oles a ra¨ªz del caso Montalvo.S¨®lo elogios merece el est¨ªmulo deportivo de los ni?os y una pol¨ªtica de fomento continuado de sus aptitudes como la que Cuba viene practicando. Pero educar bien f¨ªsicamente a los ciudadanos no deber¨ªa otorgar ning¨²n derecho de propiedad sobre su inteligencia, m¨²sculos, sentimientos y decisiones. Tras ser formada en Cuba como atleta y defender con brillantez la bandera de ese pa¨ªs durante casi toda su carrera deportiva, Montalvo decidi¨® casarse con un espa?ol y residir en La L¨ªnea (C¨¢diz); ahora, a los 32 a?os, desea disfrutar de sus ¨²ltimos Juegos. Miles de personas de todas las procedencias act¨²an de forma similar. El mundo est¨¢ lleno de profesionales brillantes en numerosos ¨¢mbitos, formados en pa¨ªses m¨¢s o menos desarrollados, que han decidido, en uso de su libertad, trasladar a otro lugar el ejercicio de sus conocimientos o aptitudes.
Quiz¨¢ la saltadora Montalvo ha desbordado el hartazgo del Gobierno de Fidel Castro por la constante huida de sus deportistas. "Son cientos los atletas cubanos que venden sus m¨²sculos en pa¨ªses que ni siquiera les vieron nacer", dice el presidente de su Comit¨¦ Ol¨ªmpico. La afirmaci¨®n, sin embargo, requerir¨ªa explicaciones complementarias para significar algo m¨¢s que la evidencia de que algo no funciona en la isla. Al margen de que por v¨ªas deportivas o diplom¨¢ticas Espa?a y Cuba puedan llegar a un improbable acuerdo sobre la saltadora vetada, cabe preguntarse si el COI no deber¨ªa modificar la cl¨¢usula que exige tres a?os de margen desde el cambio de nacionalidad para que un deportista pueda participar en los Juegos con su nueva bandera. Parece que esa norma de la Carta Ol¨ªmpica puede resultar a veces de dif¨ªcil encaje con los derechos elementales de sus destinatarios.
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