Miradas que dejan huella
JOSU BILBAO FULLAONDOComo estaba cerca, he ido a Logro?o a ver la exposici¨®n itinerante de Ram¨®n Masats (Barcelona, 1931). Las fotos merec¨ªan el viaje. No pod¨ªa dejar pasar la antol¨®gica de este autor catal¨¢n en la sala del Ayuntamiento de la capital riojana. Adem¨¢s, es una de estas colecciones que no terminan por llegar al Pa¨ªs Vasco. Lo mismo ocurre con otras muchas que se ofertan desde festivales especializados. La excusa para la negativa se repite constantemente: la programaci¨®n est¨¢ cerrada para dos a?os. Cuando se comprueban los criterios de selecci¨®n de estos calendarios resulta incomprensible que se minusvaloren propuestas de inter¨¦s incontestable. Pero la actitud de estas galer¨ªas de arte, privadas o institucionales, requerir¨ªa una mayor flexibilidad en honor al arte y la cultura gr¨¢fica. Debieran dejar abiertas las puertas a imprevistos con solvencia garantizada, hilvanar con mayor sutileza lo que hoy d¨ªa oferta el mercado de la creaci¨®n fotogr¨¢fica, que es mucho y bueno.
Ram¨®n Masats es heredero de aquella frugal vanguardia fotogr¨¢fica que nos correspondi¨® en las primeras d¨¦cadas de este siglo de la Luna y el espacio. En 1955, inicia su carrera en la Sociedad Fotogr¨¢fica de Catalu?a. Un a?o m¨¢s tarde, sus trabajos merecen el premio Luis Navarro de fotograf¨ªa de vanguardia. Al poco tiempo, junto a Xabier Misereach y Ricard Terr¨¦, presenta su primera exposici¨®n colectiva. De esta manera arrancaba una cascada de actuaciones que ha llegado hasta nuestros d¨ªas con frescura y originalidad.
Sus trabajos han alcanzado prestigio internacional y su lista de galardones se hace interminable. La Gaceta Ilustrada fue el primer medio informativo para el que trabaj¨®. M¨¢s tarde, colaborar¨ªa con Mundo Hisp¨¢nico, Ya, Arriba e incluso con Paris Macht. El mundo del cine recurri¨® a su c¨¢mara fija. El Cid, La ca¨ªda del Imperio Romano, 55 d¨ªas en Pek¨ªn o Viridiana, de Luis Bu?uel, as¨ª lo constatan.
Sus viajes sirvieron para realizar un chequeo por todo el territorio espa?ol. Resultado de estos excelentes reportajes dieron pie a varios libros. Neutral Corner, sobre el mundo del boxeo, con textos de Ignacio Aldecoa, en una simbiosis de imagen y texto que resulta paradigm¨¢tica; Sanfermines, un espectacular recorrido por la fiesta y sus encierros de 1963, y Viejas historias de Castilla, con Miguel Delibes.
Su trayectoria encontr¨® una faceta de realizador para cine y televisi¨®n para volver estos ¨²ltimos a?os a su c¨¢mara fija y el color. En aquella Espa?a de la censura y el silencio este autor supo modernizar el concepto del reportaje y convertirse en un maestro pionero. Su visi¨®n personal combina lo testimonial y unos equilibrios compositivos que le llevan al Olimpo de la fotograf¨ªa espa?ola. Sus escenarios parten de la vida cotidiana. Se aleja de adornos superfluos que resten inter¨¦s al argumento central. Deja que el espectador entre de manera directa en sus encuadres, garantiza el impacto e invita a la reflexi¨®n de los territorios elegidos.
No se borra del recuerdo la foto de los seminaristas jugando al f¨²tbol. El portero con sotana intenta parar el bal¨®n en un salto de equilibrista que prev¨¦ un final en suelo y el esf¨¦rico encajado entre los palos. La expresi¨®n de ¨¦xtasis en los rocieros de Almonte muestra un fervor mariano equiparable a una fiesta pagana. La soledad y la dureza del mundo agr¨ªcola se encuentra en Tierra de Campos. Paisajes y campesinos son expresi¨®n de nobleza y austeridad. Los retratos contextualizados de Men¨¦ndez Pidal, Antonio Saura, Gades o Carmen Amaya, por citar algunos de ellos, cuentan vida, sufrimiento y vocaci¨®n. Otra cosa dice Francisco Franco con la cara tapada por las hojas de un discurso. En contrapicado, su figura ocupa la mitad del espacio; el resto es para un fondo negro que cae sobre su cabeza. Esta descomposici¨®n aparente parece hundirle en el suelo. Buena met¨¢fora del rechazo al fascismo. Una conjugaci¨®n de belleza y contenido que se plasma con la misma soltura cuando se trata de hacer color.
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