La apaciguadora de est¨®magos
La m¨²sica, adem¨¢s de amansar animales feroces, puede tener efectos insospechados en los est¨®magos humanos. As¨ª, las obras Canci¨®n de cuna, de Leo Brower, y Milonga, de Jorge Cardoso, favorecen la segregaci¨®n de jugos g¨¢stricos. "Pero hay composiciones menos amables de m¨²sicos contempor¨¢neos capaces de causar una indigesti¨®n a algunos comensales". Quien as¨ª opina, en broma naturalmente, es Patrocinio Blanco, una joven estudiante de conservatorio que ameniza con su guitarra cl¨¢sica las cenas en la terraza de verano del restaurante Sevilla, en Granada.Patrocinio, de 23 a?os, endulza todas las noches la comida a los clientes, extranjeros en su mayor¨ªa, de este local, que instala su terraza junto a la puerta principal de la Capilla Real. Mientras su p¨²blico devora arroz negro y apura copas de vino, ella se conforma con que el sonido de sus tripas no ahogue los acordes de la guitarra.
Cada velada interpreta unas 27 obras, que van desde Recuerdos de la Alhambra, de T¨¢rrega, a Yesterday, de los Beatles. En su repertorio intenta evitar composiciones indigestas. "Toco temas que a m¨ª me gustar¨ªa escuchar tomando una sopa", ilustra.
El trabajo de Patrocinio es estrictamente veraniego, porque el restaurante instala la terraza s¨®lo en los meses estivales. La joven granadina inicia su jornada a las 20.30, cuando se ocupan las primeras mesas, y la suele acabar unas tres horas y media despu¨¦s "con la mu?eca bastante dolorida" tras el concierto.
El restaurante, uno de los pocos en Granada con m¨²sica en vivo, le paga unas 3.000 pesetas por noche y ella completa con propinas. "Es lo que peor llevo, porque me da mucho corte ir mesa por mesa pidiendo dinero. Pero no queda otro remedio", comenta resignada.
En las mejores noches se embolsa unas 10.000 pesetas. "Hay gente generosa que te da 2.000 pesetas y otra que te deja en la bandeja un duro de los de Franco". La mayor¨ªa, eso s¨ª, reconoce con aplausos y parabienes la calidad de sus interpretaciones.
Para Patrocinio, este trabajo es mucho m¨¢s que una forma de ganar un dinerillo. Es un modo de perder el miedo a tocar en p¨²blico y preparar los ex¨¢menes ante el tribunal del Conservatorio Superior Victoria Eugenia, donde en septiembre iniciar¨¢ el sexto curso del grado medio de guitarra cl¨¢sica. "En el restaurante estoy aprendiendo a olvidar los nervios. Ensayo todos los d¨ªas ante 50 personas, con no muy buena ac¨²stica, ruido de sirenas de ambulancia y con la presi¨®n a?adida de alg¨²n ni?o que intenta que pierdas la concentraci¨®n haci¨¦ndote burlas", relata sin perder el humor.
Cuando concluya los cuatro a?os de estudios que a¨²n le quedan en el conservatorio, a Patrocinio le gustar¨ªa dedicarse a la ense?anza de la m¨²sica. "Lo de ser concertista es muy dif¨ªcil, muy pocos lo consiguen", afirma. Por ahora, sin embargo, se conforma con que los clientes del restaurante no la confundan con una camarera. "Intento venir con ropa de color, para desentonar con el servicio. Pero ni por esas. Siempre hay alg¨²n despistado que me pide el postre".
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