CRISTINO DE VERA, PINTOR "No he encontrado la paz"
El pintor Cristino de Vera naci¨® en Tenerife, Canarias, "unas islas muy especiales", dice, hace casi 70 a?os. Se traslad¨® a Madrid siendo muy joven en busca del "conocimiento". "Y me di cuenta de una cosa extra?a y a la vez milagrosa: nadie hasta entonces me hab¨ªa dado ning¨²n conocimiento de nada".Pregunta. ?Y qu¨¦ no sabe ahora?
Respuesta. Pues no s¨¦, como no sab¨ªa antes, las cosas radicales de la existencia. El ser humano con su celo crea una historia filos¨®fica, de esto y de lo otro, pero no sabe nada; me gustar¨ªa saberlo todo de los viejos, de Herodoto, de Plat¨®n, de Her¨¢clito, no saber nada pero saberlo todo al menos de los viejos.
P. ?Y qu¨¦ sabe, pues?
R. Me s¨¦ una ecuaci¨®n que he le¨ªdo o que he fabricado y que tiene que ver con el miedo a la luz o con el miedo a la terrible claridad. He trabajado en la contemplaci¨®n de obras de arte y de grandes maestros y eso te pone cerca de una claridad que te invade de la luz que hubo en otros siglos. Y la paz que sientes es tambi¨¦n miedo a la belleza, eso es lo que uno sabe, nada m¨¢s.
P. ?Tiene miedo a la muerte?
R. S¨ª, tengo miedo a todo, al tiempo, a la muerte, a la enfermedad, los hermanos mayores se han ido. Tengo miedo a la oscuridad.
P. ?Est¨¢ su miedo en su pintura? ?C¨®mo?
R. En la pintura lo que hay es consuelo, y en la pintura adem¨¢s est¨¢ la confusi¨®n de todas las artes, la poes¨ªa literaria, pl¨¢stica, musical, todo es un consuelo. Todo busca la armon¨ªa, una esencia que encuentras en los poemas de Juan Ram¨®n e incluso en los escritos de los autores antiguos. Todo es un consuelo, un consuelo para el propio miedo, que est¨¢ en todas partes.
P. ?De qu¨¦ tiempo es usted?
R. Del que me va llevando. Yo no soy el tipo de hace cinco a?os ni dentro de poco ser¨¦ el de ahora. Pero claro, al no ser el de ahora, yo no puedo enga?ar a personas que me van a leer, a escuchar. Yo tengo un tipo de creencia comunicativa, de claridad, que no me ha venido de golpe, sino poco a poco; hay d¨ªas de esperanza, de ¨¦xtasis.
P. ?Nunca crey¨® en Dios?
R. Yo creo en Dios.
P. ?Y de qu¨¦ le sirve?
R. Me sirve cuando estoy en ¨¦pocas dif¨ªciles.
P. Su pintura es la de un m¨ªstico...
R. Un m¨ªstico que participa l¨®gicamente de lo que hacen los hombres y lo hace con profundidad y con decencia; desarrollo una vocaci¨®n de espiritualidad, pero la pongo en marcha gracias a la pintura, y eso es lo que hace que el esp¨ªritu tenga la obligaci¨®n de disponer de un cuerpo.
P. ?Tan humano como para participar del defecto de la envidia, que parece tan connatural a los artistas?
R. No. No creo que sea tan connatural. Para bien o para mal, he trabajado durante 50 a?os en el mundo del arte y he tenido que aguantar a personas sin mucha simpat¨ªa, por no decir antipat¨ªa..., pero s¨¦ que hay de todo.
P. Usted es de una ¨¦poca muy concreta de la bohemia madrile?a. ?Qu¨¦ era lo sobresaliente de ese tiempo?
R. Quiz¨¢ ¨¦ramos el modelo de cierta vida que se opon¨ªa a los ideales falangistas y taciturnos de una Espa?a oscura a la que nosotros le opon¨ªamos un esp¨ªritu que quer¨ªa rescatar los ejemplos de Baudelaire, Mallarm¨¦, Rimbaud o Modigliani... Busc¨¢bamos un escape a la desesperaci¨®n y llenamos, trat¨¢bamos de llenar de magia la noche, que era nuestro refugio, nadie nos lo pod¨ªa quitar...
P. Usted era de los que iba a calentarse en invierno al Prado.
R. A calentarse en invierno y a refrescarse en verano, qu¨¦ tiempos y qu¨¦ t¨®picos. Lo cierto es que aqu¨¦lla era una ¨¦poca en la que estaba un poco mal visto el triunfo; el triunfo, en aquella ¨¦poca, estaba en lo que ya estaba instalado, y nosotros ¨¦ramos artistas vivos, nadie nos hab¨ªa instalado todav¨ªa y adem¨¢s nosotros no quer¨ªamos instalarnos...
P. Su pintura es sobre Dios. ?Ha encontrado la paz?
R. No, nunca. No he encontrado la paz ni nada.
P. ?Y alg¨²n ¨¢tomo de felicidad?
R. S¨ª, hay d¨ªas en que se perciben ¨¢tomos de felicidad.
P. ?Y c¨®mo es la felicidad?
R. El sentimiento de felicidad es entra?able, la felicidad animal en compa?¨ªa de la persona adecuada te produce una iluminaci¨®n, es como una paloma que surgiera de ti. Esa sensaci¨®n la tuve una vez bajando por una calle de Malmoe, en Suecia, hace muchos a?os, mientras paseaba con Inge, mi primera mujer. Sent¨ª un grito, tal vibraci¨®n que advert¨ª que la felicidad es tambi¨¦n materia.
P. ?Usted cree que la pintura de este pa¨ªs sigue una tradici¨®n?
R. S¨ª; en este pa¨ªs, y en general, s¨ª. Toda pintura busca una invasi¨®n espiritual y en la pintura espa?ola hay una llamada espiritual, metaf¨ªsica, m¨ªstica, filos¨®fica, que le llega por medio de la duda. Es una pintura muy alada. Hay una frase muy antigua que se dijo para la poes¨ªa pero sirve para todo. Es de Plat¨®n y dice: "La poes¨ªa es alada y es sagrada". Yo he buscado algo as¨ª en mi pintura, alcanzar la misma belleza que uno halla en el mundo de una mariposa o en un fragmentito del amanecer. Pero eso sirve para la m¨²sica, para la pintura, para la literatura, para todo. El arte es algo muy generalizado y llega a todas las fronteras. Yo arranqu¨¦ de una frontera espa?ola, la influencia de Zurbar¨¢n, del Greco, y de esa frontera del claroscuro espa?ol descubr¨ª la poes¨ªa intangible de Piero della Francesca. Y en todas partes he descubierto ra¨ªces de mi pintura y ninguna se corresponde con un pa¨ªs o con una escuela sino con una mezcla total, una confusi¨®n que es la que produce la belleza final.
P. ?Qu¨¦ quiere usted ahora?
R. En este mundo, un poco de paz, y se acab¨®. Me gusta mi profesi¨®n, a la que he amado, porque yo no ten¨ªa por qu¨¦ haber sido pintor. Me vino esa vocaci¨®n de pintar y aqu¨ª acab¨¦. No la voy a dejar, me ha dado alg¨²n consuelo y he podido vivir de ella. No necesito mucho, para navegar una persona o dos solamente. Me gustar¨ªa tener conocimiento, pero el ser humano no puede dejar de ser humano, es imposible. Por eso la filosof¨ªa ha sido un fracaso, en cierta medida.
P. ?Y c¨®mo sabemos que algo es bello?
R. Porque te invade, no sabes por qu¨¦. ?C¨®mo pod¨ªa saber yo, cuando era peque?o, que eran bellos los primeros amaneceres que vi en Canarias? Es lo que se llama la belleza del universo, y la belleza que hace el hombre es muy inferior.
P. ?Qu¨¦ es lo m¨¢s bello que ha visto en la vida?
R. Parecer¨¢ algo literario, pero vi amanecer en el Teide, y la nieve estaba all¨ª, lo vi viniendo de Canarias en un barco carguero que hab¨ªa cogido en C¨¢diz, y en el cielo estaban las estrellas, y el reflejo estaba all¨ª. Es como la s¨ªntesis de todas las cosas bellas de las que yo hablo, ?qui¨¦n es el creador de esas cosas, qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s de Beethoven o de Bach, qui¨¦n es el creador de la belleza infinita del universo?
P. ?La cultura no es un arte muy limitado para expresar la belleza?
R. El arte tiene que limitarse a cosas peque?as, tiene que buscar un hueco interior que pinte un poco lo que en ese momento sale del universo. Interesa porque tiene aspectos, sonidos, que llevan a creer en la belleza, pero la experiencia entera de la belleza no se puede tener. Tiene que ser una cosa muy peque?a, muy ¨ªntima, la que resalte la belleza.
P. Ha pasado por una dictadura, ahora pasa por una democracia, y siempre ha creado formas culturales nuevas. ?Har¨ªa un resumen de su impresi¨®n de cu¨¢l ha sido la vida de este pa¨ªs en su tiempo de vida?
R. Dec¨ªa Herodoto que es imposible enjuiciar tu tiempo, tu peque?o tiempo. T¨² ya tienes las c¨¦lulas mentales de tu abuelo, de tu tatarabuelo, de modo que nunca das una impresi¨®n real de lo que t¨² mismo has vivido: tu impresi¨®n tiene antecedentes tan viejos como los celtas o los ¨ªberos, hay millones de gentes detr¨¢s de tu propia impresi¨®n. Pero si hablamos de las primeras impresiones digamos que en el campo de lo agresivo vivimos una situaci¨®n humanamente dif¨ªcil, una situaci¨®n entre el dolor y el chiste. La violencia. La guerra civil fue un espect¨¢culo terrible, una guerra entre gente del mismo pa¨ªs es una guerra tremenda; no nos hemos recuperado, es una locura y esa es la parte irracional de Espa?a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.