?Salida salom¨®nica?
La manera que tiene el PNV de salir del atolladero de Lizarra es no moverse. Manifestar que el pacto de Lizarra est¨¢ invalidado no significa que en el futuro algo semejante sea v¨¢lido, m¨¢xime cuando se dice que "hasta los muertos resucitan", m¨¢xime, sobre todo, cuando se declara que los principios de Lizarra s¨ª son v¨¢lidos.Salida salom¨®nica en apariencia. S¨®lo tiene por fin el intento de congelar la contradici¨®n siempre latente en el seno de ese partido entre el nacionalismo integrista y el nacionalismo transigente, aunque ratificando al primero. Hist¨®rica contradici¨®n en todos los nacionalismos antiliberales hisp¨¢nicos que se formularon en el siglo pasado. Aquella reacci¨®n hist¨®rica de Balmes, Nocedal, Mella y Arana entre otros. Ruego disculpas por estas referencias hist¨®ricas; al fin y al cabo para hablar de la violencia actual el alcalde de Bilbao tiene que referirse a las guerras civiles entre carlistas y liberales. En Espa?a entre los nacionalistas triunf¨® la ideolog¨ªa del carlismo aunque fuese sin don Carlos. Y si al carlismo nos referimos, Azkuna ser¨ªa de los "transigentes" y Egibar un "apost¨®lico".
Al PNV lo que le preocupa es el PNV. Y aunque le preocupe su mantenimiento en el poder considera que ¨¦ste no es m¨¢s que consecuencia del partido, de c¨®mo est¨¦ el partido. Opta por invalidar, de momento, la v¨ªa de Lizarra, coyunturalmente, pero al convalidar sus principios opta con todo conocimiento, y a pesar de las consecuencias que ya han producido, por el planteamiento esencialista de su sector integrista. Mala salida, porque se da prioridad a un esencialismo incapaz de resolver en la pol¨ªtica los necesarios encuentros, di¨¢logos, que ofrezcan estabilidad a nuestra destrozada comunidad. En general, los esencialismos en pol¨ªtica sirven para armar conflictos, no para resolverlos.
Parece que de la falsa resoluci¨®n salom¨®nica el que sale reforzado es el sector integrista, el sector que al ser invitado al di¨¢logo, como siempre lo ha hecho el mundo de ETA, manifiesta que no le pidan renunciar a su ideolog¨ªa, advirtiendo con ello de que la distancia que ofrece entre su ideolog¨ªa y la maniobrabilidad de su pr¨¢ctica pol¨ªtica es m¨ªnima. Avisando con lealtad, y la entereza de un Men¨¦ndez Pelayo, que hay poco que se pueda negociar con los otros partidos democr¨¢ticos.
De esta resoluci¨®n del PNV forzada por la campa?a de violencia de ETA se puede deducir algunas hip¨®tesis para mirar el poco optimista futuro. La primera es que se confirma que en estos ¨²ltimos a?os se ha producido en el seno del PNV una reacci¨®n integrista-esencialista, el Ser para decidir, de gran fortaleza que anula a aquel PNV, entonces "transigente", que hizo posible e incluso lider¨® el Estatuto de Gernika. La segunda es que el denominado "conflicto pol¨ªtico" lo promociona y erige el PNV, que es el que politiza una pr¨¢ctica que con anterioridad s¨®lo era de violencia. Adem¨¢s, se constata que ese conflicto los han trasladado a su seno.
En estas circunstancias de desencuentro entre los partidos pol¨ªticos lo normal ser¨ªa pensar en una r¨¢pida disoluci¨®n del Parlamento y convocatoria anticipada de elecciones dejando a la voluntad popular, vista la imposibilidad de los partidos mayoritarios, la opci¨®n de indicar el camino. Opci¨®n harto dif¨ªcil puesto que la confusi¨®n, la perplejidad y el temor son los elementos que dominan en nuestra sociedad ante la campa?a terrorista, aunque en el pasado la sociedad vasca haya dado muestras de una admirable madurez.
Pero cabe que el sector integrista abogue por sostenerse en Ajuria Enea aun a expensas de prorrogar los presupuestos, que tienen que ser presentados en octubre, a la espera de una tregua de ETA en la que supeditan su futuro. Como hace m¨¢s de dos d¨¦cadas, van a ser imprevisibles las decisiones que se tomen desde el Gobierno, aunque ¨¦ste ahora no sea el de Madrid, sino el de Vitoria, y el famoso motorista, el que portaba las noticias, sea hoy euskaldun.
Para acercarnos a entender nuestro presente deber¨ªamos acercarnos a estudiar las idolog¨ªas del siglo pasado, pero puede resultar para el verano en exceso deprimente, pues casi todas acabaron en aquel gran conflicto veraniego del 18 de julio de 1936 y hundi¨¦ndose posteriormente durante el franquismo. Pero no todas.
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