Amantes

"Comerse al amante una vez el acto del matrimonio se ha consumado, eso a¨²n se entiende, en cierta manera, en el insecto poco escrupuloso en materia de sentimento; pero devorarlo durante el acto, eso sobrepasa todo lo que osar¨ªa fabular una imaginaci¨®n atroz". Son frases de Jean-Henri Fabre hablando del comportamiento de la mantis religiosa. El c¨¦lebre naturalista provenzal, como muchos entom¨®logos precedentes (R¨¦aumur, Bonnet y Trembley), pecaba en ocasiones de puritano, y aquel exceso de voluptuosidad le produc¨ªa un verdadero desagrado. Porque ya no s¨®lo es que el macho era devorado mientras copulaba, sino que ¨¦ste, incluso con medio cuerpo comido, insist¨ªa en su pr¨¢ctica amorosa, desenfrenada y -nunca mejor dicho- descabezada. Fabre no supo interpretar esta soberbia imagen de la naturaleza, que tild¨® simplemente de repugnante. Me pregunto qu¨¦ hubiese escrito Diderot de haber sabido de aquella pr¨¢ctica amorosa. Porque el autor de la Enciclopedia manten¨ªa que la materia estaba en constante movimiento, y que la naturaleza no era est¨¢tica, sino que pasaba de una forma a otra sin cesar. Por eso escrib¨ªa a su amante Sophie Volland: "Aquellos que se aman durante toda la vida y que despu¨¦s se hacen enterrar juntos no estan quiz¨¢ tan locos como podr¨ªa suponerse. Quiz¨¢ sus cenizas se unen, se mezclan y se asimilan, ?qu¨¦ s¨¦ yo? Quiz¨¢ no han perdido todo el sentimento, toda la memoria de su estado anterior... ?Oh! Sof¨ªa m¨ªa, quiz¨¢ a¨²n me quede la esperanza de tocaros, de amaros, de buscaros, de unirme a vos, de confundirme con vos cuando ya no seremos nada...". Quiz¨¢ Fabre se enga?aba y comerse al enamorado durante la c¨®pula carnal no es un acto atroz, sino una forma de amor superior. Una uni¨®n, infinita y eterna, en el tiempo.