Guisante, indultado
Se llama Guisante, lleva el n¨²mero 32 en los costillares, pesa 536 kilos y naci¨® en enero de 1996. Fue indultado. Ha sido utilizado como moneda de cambio al margen de sus merecimientos. Guisante es un toro alto de aguja, sin rematar, de escasa culata y pobre de cabeza. Ponce lo lance¨® con m¨¢s quietud que de costumbre, la res derrib¨® en el ¨²nico puyazo que tom¨®, de manera que el picador sigui¨® picando desde el estribo, ante la extra?a pasividad del director de lidia que no entr¨® al quite.Se le pusieron tres pares y estuvo a punto de llevarse por delante a Antonio Tejero al cambiar el sentido del viaje. Ya estamos con la muleta: Guisante empez¨® galopando con violencia; Ponce le respondi¨® por bajo y, despu¨¦s, por la derecha. Deprisa, deprisa. Muchos m¨¢s pases, todos el turbo, corre que te pillo. Y, de pronto, se le encendi¨® la luz: ??indulto!!
Buenavista / Ponce, Abell¨¢n, Vilari?o
Toros de Buenavista, el 1? indultado Indultado injustamente. Manejable el 2?, blando y manso el 3?, blando el 4?. Enrique Ponce: vuelta al ruedo tras el indulto; dos avisos, ovaci¨®n; Miguel Abell¨¢n: oreja; vuelta al ruedo. David Vilari?o: vuelta al ruedo; ovaci¨®n y saludos.Plaza de la Malagueta, 20 de agosto, 12 de abono, cerca de tres cuartos de entrada.
Abri¨® el puesto de turr¨®n y voce¨® la mercanc¨ªa. ?Cu¨¢ntos titulares vale un indulto? ?Cu¨¢ntos m¨¦ritos de Guisante pasan a la cuenta del matador? Guisante debe saber que fue un magn¨ªfico toro, pero que en otro tiempo, cuando Ponce iba de gallito, lo hubiera despenado sin m¨¢s. Ahora, le han perdonado la vida a cambio de comprarle la burra a un torero disfrazado de tratante.
Miguel Abell¨¢n se enfrent¨® al segundo con buenas intenciones y con la integridad torera de hacer lo que sab¨ªa; unas series fueron mejores y otras, no tanto. La voluntad fue su mejor divisa. El tercer toro, blando y manso en el caballo, dict¨® su ley. Embest¨ªa con violencia y acortaba los caminos; en una de ¨¦sas prendi¨® al torero de mala manera; afortunadamente no pas¨® nada.
En el cuarto, Ponce reatiz¨® su faena de los domingos, bastante m¨¢s templada que la anterior. No obstante, y como es costumbre, tore¨® desde fuera tantas veces como quiso.
Estuvo a punto de conseguir un nuevo indulto por la v¨ªa de los tres avisos, ya que estuvo 18 minutos con el toro.
En el quinto, Abell¨¢n luch¨® mayoritariamente por el lado derecho, contra la violenta embestida del astado, que le alcanz¨® los av¨ªos en demasiadas ocasiones, vol¨® por los aires en mitad de un alarde de rodillas. Estuvo valiente.
David Vilari?o estuvo muy firme con el ¨²ltimo, al que hab¨ªa que someter por bajo. Dej¨® una buena impresi¨®n y, lo m¨¢s importante, una ponderada esperanza.
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