M¨¢s Myrurgia, ?es la guerra! JOSEP CASAMARTINA I PARASSOLS
Como un inc¨®modo d¨¦j¨¤ vu vuelven, en Catalu?a, las campa?as populares para salvar edificios hist¨®ricos amenazados por una especulaci¨®n grosera que cuenta con la complicidad -consciente o no- de bastantes t¨¦cnicos y arquitectos, a la que se une la de los pol¨ªticos que pasan de todo en cuestiones de patrimonio arquitect¨®nico, especialmente el realizado a lo largo del siglo XX. Es como si de nuevo nos encontr¨¢ramos en los tristes a?os sesenta, cuando eran tan comunes aberraciones como la tienda barcelonesa de Loewe -en el paseo de Gr¨¤cia-, que destroz¨® los bajos de la casa Lle¨® Morera, de Dom¨¨nech i Montaner; el derribo de la casa Trinxet, de Puig i Cadafalch, a manos de N¨²?ez y Navarro, que se cepill¨® adem¨¢s tantas y tantas esquinas del Eixample dejando un rastro siniestro. O cuando en Girona se eliminaron algunas de las m¨¢s bellas obras de Rafael Mas¨®; por citar s¨®lo algunos casos de entre tantos.Despu¨¦s de algunos a?os de relativa tranquilidad, la pesadilla ha vuelto, invocada por esa ola de conservadurismo neoliberal que nos invade y que parece resucitar viejos fantasmas del pasado. Como entonces, vemos a la gente salir a la calle reivindicando lo que ya parec¨ªa perfectamente asumido. Y lo m¨¢s triste e inquietante es que no s¨®lo se da exclusivamente en municipios gobernados por la derecha. Un ejemplo escalofriante es el de la f¨¢brica Myrurgia de 1928-1930, en Barcelona, obra capital de uno de los m¨¢s exquisitos arquitectos noucentistes catalanes: Antoni Puig Gairalt. Se construy¨® bajo los auspicios de otro noucentista exquisito, el escultor Esteve Monegal, propietario y art¨ªfice de la industria Myrurgia, a la que dio un empuje inusitado con sus c¨¦lebres perfumes que traspasaron fronteras y oc¨¦anos.
La f¨¢brica de Monegal ha sido considerada hasta ahora por unanimidad uno de nuestros mejores edificios de los a?os veinte; figura en todas las historias del arte catal¨¢n y estaba protegida en su totalidad por el Pla de Protecci¨® del Patrimoni. Pero ahora el Ayuntamiento de Barcelona ha descatalogado la mitad de la f¨¢brica, como si un edificio hist¨®rico se pudiera trocear absurdamente, y para ello ha contado con el benepl¨¢cito de Patrimonio de la Generalitat haciendo alarde de una alarmante insensibilidad hacia la arquitectura moderna. Ambos organismos aducen que la parte descatalogada tiene poco valor. ?Quiz¨¢ porque encuentran que s¨®lo tiene la apariencia de una f¨¢brica y eso es poco art¨ªstico? Igual olvidan que los primeros monumentos de la modernidad precisamente fueron f¨¢bricas como la Fagus de Walter Gropius, el creador de la Bauhaus, o la de Peter Behrens para la AEG. ?Y no es precisamente esta parte industrial y "menos representativa" de Myrurgia la que hasta ahora siempre se hab¨ªa destacado como innovadora en su ¨¦poca? Parece ser que cuando Le Corbusier viaj¨® a Barcelona en 1928, vio los planos de Puig Gairalt y apunt¨® en ellos algunas ideas que hay que suponer que estar¨ªan en esa parte maquinista -propia del maestro suizo- que ahora desprecian el Ayuntamiento y la Generalitat.
Hay arquitectos que pasan a la historia por un solo edificio, a partir del cual se puede interpretar e incluso legitimar el resto de su producci¨®n. Antoni Puig Gairalt y Francesc Folguera Grassi son buenos ejemplos de ello. Los dos, en la misma ¨¦poca, construyeron dos edificios emblem¨¢ticos de lo que pudo haber sido y no fue la buena arquitectura catalana de los a?os veinte: la f¨¢brica Myrurgia y el Casal de Sant Jordi, en contraposici¨®n a la pasteler¨ªa vulgar que culmin¨® en la Exposici¨®n Internacional de 1929 en Montju?c. Tanto Myrurgia como el Casal de Sant Jordi son obras directamente conectadas con las corrientes de la modernidad europea de la ¨¦poca, que se alejan del cart¨®n piedra pompier y fuera de lugar que, en general, caracteriz¨® a las construcciones en tiempos de la Dictadura de Primo de Rivera y que ahora nadie se plantea derribar.
La modernidad de Myrurgia le vali¨® participar -junto a las obras de los j¨®venes revolucionarios del GATCPAC- en la primera exposici¨®n de arquitectura contempor¨¢nea del pa¨ªs, celebrada en la Sala Dalmau en 1929.
Adem¨¢s, fue objeto de numerosos art¨ªculos que ya entonces supieron ver su trascendencia en el panorama catal¨¢n. En 1932, instaurada hac¨ªa poco la Segunda Rep¨²blica, el Ayuntamiento de Barcelona le concedi¨® el premio al mejor edificio correspondiente a los a?os 1929 y 1930. Pero ahora, en este 2000, el Ayuntamiento actual, con su actitud despectiva, se lo quita. Recalificar un edificio hist¨®rico para que sea derribado y favorecer la especulaci¨®n es una actitud m¨¢s propia de un tiempo de dictadura que de una ¨¦poca democr¨¢tica y progresista. Tampoco se trata de ir coleccionando edificios obsoletos, porque en realidad no hay edificios obsoletos: la arquitectura siempre es ¨²til mientras no est¨¦ en ruinas. En el caso de Myrurgia, la plataforma vecinal lo ha demostrado perfectamente con sus propuestas de rehabilitaci¨®n.
No estar¨ªa mal que los desatendidos vecinos en sus nobles y l¨ªcitas reivindicaciones empezaran a buscar en mercer¨ªas y perfumer¨ªas del pa¨ªs los restos de la gloriosa Myrurgia y se hicieran con un potente arsenal de lindas polveras y delicados botellines de Maderas de Oriente, Maja, Joya, Org¨ªa, Jungla o Embrujo de Sevilla, y se dedicaran a esparcirlos en los muros del Ayuntamiento y la Generalitat; quiz¨¢ al s¨¦ptimo d¨ªa las embriagadoras fragancias de Monegal favorecer¨ªan el esperado milagro y, finalmente, pol¨ªticos y t¨¦cnicos les har¨ªan caso. Adem¨¢s, puestos a partir edificios del barrio, ?no estar¨ªa mejor dividir la Sagrada Familia y recalificar la parte de Subirachs y sus compinches para construir viviendas y gimnasios de lujo y dejar Myrurgia en paz? Seguro que Gaud¨ª, Le Corbusier y Puig Gairalt lo agradecer¨ªan con creces.
Josep Casamartina i Parassols es historiador de arte.
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