Elisabeth Shue y Paul Verhoeven se enfrentan al mito del hombre invisible
Paul Verhoeven dice que le ha puesto efectos especiales a un mito plat¨®nico. Un mito, a?ade, esencialmente masculino. El del hombre invisible, "el del hombre que se corrompe ante el poder que le da su invisibilidad, el del hombre que abandona los c¨®digos ¨¦ticos al saber que la sociedad ya no le observar¨¢ m¨¢s", contin¨²a el director de Instinto b¨¢sico. Verhoeven present¨® ayer en Madrid El hombre sin sombra, una pel¨ªcula que se estrena el 1 de septiembre en Espa?a y que retoma el personaje que en los a?os treinta cre¨® James Whale (el padre de Frankenstein) para el cine. Junto al director holand¨¦s, afincado en EE UU desde hace ya casi dos d¨¦cadas, acudi¨® Elisabeth Shue, la protagonista femenina de esta nueva superproducci¨®n de Hollywood. Verhoeven vuelve a dar se?ales de su visi¨®n violenta y sexual ("no er¨®tica", aclara) de la vida. Para ello, ha vuelto a tirar -como hizo con Sharon Stone en Instinto b¨¢sico- de la fuerza sexual de una rubia tan vulnerable como fuerte. Shue es, a sus 37 a?os, una actriz todav¨ªa dif¨ªcil de encasillar.De sus comienzos como t¨ªpica-belleza-americana en Cocktail y Karate Kid ("ahora ya no me averg¨¹enzo de aquella etapa", dice ), Shue ha pasado a ser musa de Woody Allen en Desmontando a Harry; de Mike Figgis en Leaving Las Vegas, y estrella de superproducciones como El Santo y ahora El hombre sin sombra. "El cine que me interesa no es comercial, pero s¨¦ que tengo que apostar de vez en cuando por grandes pel¨ªculas de estudio. Es parte del trabajo", afirma.
Demasiado pr¨®xima para hablar de "bomba sexual" y demasiado sexy para reducirla a chica guapa, Shue cuenta que cuando acept¨® trabajar con Verhoeven pidi¨®, con el contrato en la mano, dejar claras algunas cosas. "Le dije que no me desnudar¨ªa porque no lo ve¨ªa necesario, no porque no quisiera. Al trabajar con ¨¦l sab¨ªa que el sexo ser¨ªa importante. La sexualidad no me asusta, forma parte de todos y me gusta disfrutar de ella. Evitarla en el cine ser¨ªa absurdo e irreal. Sencillamente creo que nuestra sexualidad hace que la vida sea, ante todo, menos aburrida".
En El hombre sin sombra, Kevin Bacon (el hombre invisible) dice: "Es incre¨ªble las cosas que pueden suceder cuando ya no tienes que mirarte nunca m¨¢s en el espejo". "Si yo fuera invisible me colar¨ªa en muchas habitaciones", asegura Paul Verhoeven, "me colar¨ªa, por ejemplo, en las habitaciones de todas mis ex novias. Me gustar¨ªa saber exactamente qu¨¦ me estoy perdiendo". Verhoeven habla con sorna, con la sorna de un se?or de 62 a?os que se sabe mucho m¨¢s atractivo que la mayor¨ªa de los que tienen la mitad de sus a?os.
Arrastra fama de seductor, de c¨ªnico, del hombre que convirti¨® a Sharon Stone en mito sexual, que se invent¨® el famoso cruce de piernas por el que la actriz no le ha dirigido la palabra durante a?os. Stone le acusa de haberla enga?ado en aquella toma pero ahora, seg¨²n afirm¨® ayer el director, las aguas se han tranquilizado y, "a lo mejor", se rodar¨¢ una segunda parte del popular thriller. "No soy partidario de las secuelas, pero no s¨¦ qu¨¦ pasar¨¢. Sharon y yo hemos vuelto a encontrarnos, una buena cena y la luz de unas velas facilitaron el di¨¢logo. De alguna manera, y como dijo Clinton sobre la situaci¨®n con su mujer, creo que nos vamos entendiendo".
Elisabeth Shue sonr¨ªe al recordar la famosa trampa de Verhoeven a Stone. "Su visi¨®n es siempre muy masculina. ?l cree que la invisibilidad es un sue?o de hombres, pero yo no estoy de acuerdo. A m¨ª me gustar¨ªa ser invisible, yo tambi¨¦n me colar¨ªa en m¨¢s de una habitaci¨®n". La actriz dice que su personaje es m¨¢s fuerte que ella, "no soy tan dura, lo soy f¨ªsicamente porque crec¨ª con tres hermanos, pero por dentro no soy muy fuerte".
Shue ha viajado a Espa?a acompa?ada de su marido y su hijo. "No me gusta estar sola, por eso me acompa?an". Al insistirle sobre sus comienzos en el cine a?ade: "A la gente le da tanto miedo crecer y a m¨ª, en cambio, es lo mejor que me ha ocurrido".
Sobre el trabajo con un personaje invisible aclara: "No he trabajado con un actor invisible. Kevin estaba en todas las escenas: desnudo y pintado de verde, a veces, o enfundado en un traje de goma el¨¢stica, otras. Luego, un ordenador le hac¨ªa desaparecer de la pantalla, pero ¨¦l siempre estaba ah¨ª".
"Cualquier personaje", contin¨²a la actriz, "es siempre un reto, un trabajo complicado. S¨®lo con Woody Allen ha sido f¨¢cil. Trabajar con ¨¦l no supone ning¨²n esfuerzo. Desmontando a Harry es lo m¨¢s f¨¢cil que he hecho nunca. S¨¦ que en Espa?a se respeta mucho a Woody Allen. ?Qu¨¦ incre¨ªble! Me encanta".
Si Woody Allen no es profeta en su tierra, Verhoeven tampoco lo es en la suya. Por eso dice que quiere volver a Europa, a su cine. Su primera filmograf¨ªa (Delicias turcas, Los se?ores del acero y El cuarto hombre) ha quedado enterrada por Robocop, Desaf¨ªo total o Instinto b¨¢sico. En EE UU, a pesar de todo, ha podido desarrollar un estilo personal. Le divierten las tripas del puritanismo, "esquivar lo pol¨ªticamente correcto". "Es todo incre¨ªble. En la escena en que el hombre invisible toca el pecho de una de sus colaboradoras tuvimos que contratar a una palpadora profesional para evitar posibles problemas legales. A la m¨ªnima te pueden acusar de acoso sexual".
"Los estudios no pasan una. Por supuesto me prohibieron mostrar una violaci¨®n que, por otras razones, yo no quise incluir. Quedaba un poco rid¨ªculo ver el cuerpo de una mujer amasado por el aire. Casi daba risa y ¨¦sa, desde luego, no era la intenci¨®n. A pesar de todo rod¨¦ esa escena, para estar seguro. En el gui¨®n, la violaci¨®n de la vecina terminaba cuando Kevin Bacon cruza la puerta de la casa, yo logr¨¦ que la c¨¢mara entrara y siguiera a la chica. Me interesan las paradojas internas de EE UU. Me interesa un pa¨ªs que es, por encima de todo, pura pol¨ªtica. Siento que he perdido cierto grado de libertad, pero he ganado otras cosas. En el fondo me gusta la grandeza que rodea el cine americano".
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