JERRY GONZ?LEZ Y CHANO DOM?NGUEZ PONEN LA CHISPA
El programa anticipaba que Chano Dom¨ªnguez iba a tocar en solitario, pero Jerry Gonz¨¢lez, que acababa de terminar su actuaci¨®n, permaneci¨® sobre el escenario a mayor gloria del jazz hecho a pie de obra, sin pre¨¢mbulos ni premeditaci¨®n, ¨¦se que deja huella sobre polvo virgen y se complace en el hallazgo espont¨¢neo y compartido.La brillantez cegadora con que Chucho hab¨ªa empezado la sesi¨®n dio paso a las bombillas, humildes pero reveladoras, que lucieron chispeantes en las mentes de los dos instrumentistas. En Caravan, antiguo himno del jazz latino, se sum¨® al d¨²o el estupendo bajista Andy Gonz¨¢lez, hermano de Jerry, y el encuentro imprevisto termin¨® por convertirse en una feliz certeza de entendimiento.
M¨¢s vale sala convencional caliente, seca y con butacas mullidas que plaza al aire libre fr¨ªa, h¨²meda y sembrada con huesudas sillas de tijera, por muy incomparable que sea el marco que ¨¦sta proporcione. Eso debi¨® pensar la organizaci¨®n de Compostela Millenium Festival cuando decidi¨® trasladar el segundo espect¨¢culo de jazz latino (dentro de un ciclo montado con los m¨²sicos que aparecen en la pel¨ªcula de Fernando Trueba, Calle 54) de la plaza del Obradoiro al Palacio de Congresos y Exposiciones.
No fue el ¨²nico cambio de la jornada, porque el cartel musical tambi¨¦n precis¨® ciertos reajustes a causa de la ausencia por enfermedad del hist¨®rico pianista Bebo Vald¨¦s, lo que priv¨® de escuchar a otros ilustres veteranos como Cachao o Patato Vald¨¦s.
La verdad es que tampoco se not¨® demasiado su falta. El piano solitario de Chucho Vald¨¦s, hijo de Bebo, demostr¨® tener dimensiones de almac¨¦n polivalente capaz de cobijar a una secci¨®n r¨ªtmica latina al completo, a un combo de jazz y hasta a toda una orquesta sinf¨®nica si se terciaba. Y como tal lo hizo sonar el emperador en funciones del piano cubano: hospitalario con mil formas musicales y monumental hasta la desmesura. Chucho puls¨® las teclas a manos llenas, desarrollando improvisaciones racheadas e inquietas como rabo de lagartija, que mudaron las atm¨®sferas sin explicaciones. Al amparo de esa estrategia, lo que parec¨ªa una tierna escena de amor pod¨ªa interrumpirse de s¨²bito con una retumbante galopada al estilo s¨¦ptimo de caballer¨ªa, como si el pianista hubiese o¨ªdo de repente la llamada del virtuosismo y necesitase correr hacia ¨¦l aun a costa de dejar atr¨¢s la m¨²sica. La asombrosa suficiencia t¨¦cnica actu¨® de lastre en este caso, y el recital result¨® apabullante de entrada y algo fatigoso a la larga.
Por el contrario, en la Fort Apache Band del trompetista y percusionista Jerry Gonz¨¢lez, se comprob¨® enseguida que no hay ning¨²n virtuoso. De hecho, la baza principal del grupo estriba en la compenetraci¨®n y la sinton¨ªa perfecta con las ideas de su director, inefable modelo de personaje contracorriente que defiende una forma emotiva y una pizca canalla del jazz con influencia latina. Para ser m¨¢s famoso, quiz¨¢ le falte condescender con ciertos clich¨¦s oportunistas que han convertido a la m¨²sica caribe?a en objetivo de multinacionales pero incluso con esa rectitud de juicio se las ha apa?ado para ganar un grammy y figurar entre los inexcusables del g¨¦nero. El neoyorquino, de origen puertorrique?o, tampoco ocult¨® esta vez su devoci¨®n por Wayne Shorter y Thelonious Monk como compositores, y por Miles Davis como trompetista. Entreg¨® un concierto denso alejado de obviedades, en el que destac¨® una preciosa versi¨®n de Never let me go, de propina y a d¨²o con su pianista Larry Willis.
Ese mismo ambiente se prolong¨® despu¨¦s con Chano Dom¨ªnguez al piano y con su inesperado aliado, Jerry Gonz¨¢lez.
Los ausentes de la comunidad del jazz latino
A lo largo de los tres d¨ªas que ha durado el ciclo dedicado al jazz latino, pasaron algunos de los m¨²sicos m¨¢s importantes de este g¨¦nero, cada vez m¨¢s poblado de m¨²sicos pertenecientes a distintas generaciones. Entre las figuras importantes que no acudieron a Santiago, cabe citar al trompetista brasile?o Claudio Roditi, antiguo compa?ero de Paquito D? Rivera en multitud de proyectos, y a los j¨®venes pianistas Ed Simon, un venezolano de coraz¨®n polifac¨¦tico y Danilo P¨¦rez, nombrado recientemente embajador cultural de su pa¨ªs, Panam¨¢. El saxofonista puertorrique?o David S¨¢nchez, otro prometedor talento fichado ya por una multinacional, se a?ade a la lista de m¨²sicos que integran la pr¨®spera comunidad latinojazz¨ªstica.
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